Hace mucho tiempo vagaba por la sierra de Coba un lobo. Esto no
tendría nada de especial si no fuera que este era un lobo completamente
blanco.
Todos en los pueblos de la Sierra conocían la historia del lobo
blanco que fue encontrado siendo un cachorrillo por el pastor de “Os
Lugarexos” de Coba, realmente lo encontraron los perros del rebaño pero
curiosamente en vez de matarlo como era su natural inclinación, estaban
todos rodeándolo como asombrados del extraño color de aquel animalillo
abandonado por su manada que tenía pinta de lobo, olía a lobo pero tenía
color de corderillo, y no estaba protegida por ninguna de las manadas
que enseñoreaban la Sierra.
El sorprendido pastor, lo cogió y lo bajó al pueblo, lo llevó a un
pajar y lo puso a mamar de una oveja. Parece que el hambre era grande
pues la idea funcionó.
El tiempo pasó y el lobito creció y cuando ya tenía el tamaño de un
cordero iba al monte con las ovejas, y por el color a fe que parecía una
más.
Se había criado entre ovejas, actuaba como ellas, e incluso cuando el
rebaño era atacado por los lobos, también él buscaba refugio mientras
los perros luchaban.
Pero el tiempo pasó y creció como corresponde a su raza, aunque su
piel seguía siendo blanca y tenía unos extraños ojos que daban miedo. En
el pueblo los perros ya no le respetaban como cuando era cachorro y
tenía frecuentes peleas que manchaban de sangre su blanca piel. Poco a
poco se fue alejando del rebaño y ya no lo acompañaba ni venía al pueblo
por la noche. Por haber pasado parte de su vida en el pueblo, su
aullido era muy conocido y cuando en la sierra aullaban los lobos, a él
todos los paisanos de Coba lo distinguían. El pastor le tenían mucho
cariño, y le llevaba comida, cuando algún cordero moría se lo llevaba
para que le sirviera de alimento. Nunca atacó al rebaño, era un huérfano
errante que solo encontraba compañía con el pastor y sus perros que le
seguían respetando.
Pasaron los años, y en cierta ocasión unos bandidos asaltaron el
rebaño en la sierra y como el pastor ofreció resistencia, después de
matar a flechazos a los perros se pusieron a darle una brutal paliza. En
esto los caballos de los bandidos empezaron a relinchar nerviosos, como
si adivinaran un peligro que se acercaba, detuvieron los bandidos su
inhumana paliza y súbitamente apareció entre las genistas el lobo blanco
que se lanzo al cuello del jefe. La sangre manaba a borbotones de la
herida, sin que los demás tuvieran tiempo de reaccionar, el lobo saltó
al cuello otro bandido. Los demás huyeron.
El pastor contó esta historia tal como la conocemos poco antes de
morir como consecuencia de las heridas recibidas, dijo que al menos
habían sido diez los bandidos. Cuando los paisanos de Coba fueron a la
Sierra, encontraron los cuerpos de siete desconocidos, todos con la
marca del lobo en la garganta.
Nadie volvió a ver el lobo blanco, pero en Coba durante mucho tiempo lo siguieron oyendo aullar, allá por la sierra.