Un texto del conocido cinófilo y adiestrador
Sergio Fabián Grodsinsky, a la sazón expresidente de la Asociación de
Instructores Caninos de Argentina y autor de multitud de ensayos en
torno al mundo del perro.
La conducta y las aptitudes del perro de guarda y del de defensa son muy distintas, pero erróneamente los destinamos a idénticas funciones. En este artículo el autor define las características de ambos grupos y advierte acerca del riesgo de emplear las razas como si los roles fuesen intercambiables.
Un error común, cometido incluso por no
pocos adiestradores, consiste en confundir los perros de guardia con los
facultados para la defensa: Falsa sinonimia funcional, pues la
estructura, actitud y resolución son diferentes y de ningún modo los roles a cumplir permiten el uso de cualquier raza.
Ello se debe a que la excelencia de función responde, fundamentalmente, a la memoria genética de la raza o variedad, es decir, a la aptitud específica vinculada al atavismo y a la gimnasia histórica, más firme e imperante que las conductas adquiridas (troquelado) cuyo comportamiento "traduce" pulsiones sin la precisión de lo propio, intrínseco y original.
Entre los perros de guardia cabe citar al Bulldog, Dogo Alemán (conocido como Gran Danés), Fila Brasilero, Mastines Tibetano, Mastiff, Bulmastiff, Napolitano, Del Pirineo, Español, Pastor Húngaro, Dogo de Burdeos y, según algunos autores, el Dálmata y el Basenji. Las razas más difundidas para la defensa son el Pastor Alemán, Dobermann, Boxer, Pastor Belga de Groenendael, Schnauzer Gigante, Airedale Terrier y Rottweiler, y menos tradicionales, si bien óptimos en eficacia, Pastor Belga de Malinois, American Pitbull Terrier, y su variante oficial, American Staffordshire Terrier, Akita Inu y Sampson American Bulldog.
Rottweiler
Los perros de guardia
Se
trata de perros escasamente sociables, muy desconfiados, que en la
defensa asumen el papel pasivo (por reacción, más que acción).
Protectores del territorio, antes que de las personas. Dentro del
espacio a su guarda, los ejemplares de este grupo se muestran recelosos,
inclusive para con la familia del dueño, pero nunca agreden sin
advertencia previa. Al advertir la presencia de un intruso, buscan
alejarle del territorio a su cuidado (la huida los conforma) y, como
tienen resto, preferirán no morder. En la función de custodiar bienes
son óptimos e insobornables.
Mastín Napolitano
Los perros de guarda se distinguen
por su temperamento vivaz -aunque serios-; no es necesario que posean un
gran temple, pero sí condiciones para la vigilancia, más agresividad
que combatividad, y autonomía de resolución, pues han de cubrir
servicios a solas, sin un hombre conduciéndoles u ordenando el proceder
en la emergencia.
Mastiff
Una creencia corriente -tan manida como de
equívoca consecuencia- es la de que, para cumplir bien su labor, el
perro de guardia debe estar totalmente aislado, sin ningún contacto con
el mundo exterior, encerrado durante el día en un canil o atado a la
cadena y liberado a la noche. Yerro gravísimo: El perro aislado,
marginal -cualquiera fuese su raza o sexo-, se convierte en un individuo
neurótico, angustiado, que agrede por temor y en detrimento de obrar
con inteligencia, medida y efectividad.
Mastín Español
El Cave Canem inscripto
en aquel mosaico de Pompeya, previniendo al extraño que sería mordido de
trasponer los límites de la casa, alude al típico perro de guardia de
la época, un mastín pugnace, a juzgar por el dibujo del cartel (el de
un moloso negro, con orejas recortadas en triángulo, provisto de
carlanca -collar de clavos- y sujeto a una cadena de eslabones
rectangulares).
Los perros de defensa
A
diferencia de los perros de guardia, el can apto para la función
defensiva (y eventualmente le ataque) se distingue por su actitud
generosa y sus lazos de extrema amistad con el hombre, al que tienen por
indiscutible líder de jauría.
Staffordshire Terrier
Vale pues una observación: Los
caninos constituyen una especie social por antonomasia, pero en tanto
los de guardia lo son menos, circunstancialmente, los de defensa
conforman el grupo de socialización forzosa o casi (tendencia habitual e
instintiva) de ahí el reconocimiento jerárquico y su sentido del orden
que dichos cachorros reciben en la impronta (conducta aprendida entre
las tres y siete semanas de vida, y que muchos ethólogos remiten al
mismo nacimiento).
Pastor Belga de Malinois
En estos perros, pues, la defensa asume un rol
activo, propensión que los capacita a afrontar cualquier amenaza hacia
el humano amigo o, inversamente, a combatir contra perros y humanos "de
otra jauría".
Su disponibilidad a convivir o a subordinarse al hombre, a estar junto o en medio de la gente, puede sorprender al neófito. La jauría atávica,
reforzada por la impronta, es la explicación. Y que, de ser necesario,
confronte con el ajeno (a la familia, a ésta como jauría), queda
explicado en el mismo axioma de protección grupal. Incluso el
perro podría volverse en contra de quién, con anterioridad, estaba
familiarizado y unido a él...porque, en toda jauría, el grado de líder
no es inamovible, ni se hereda, debe demostrarse de continúo, y las
vacilaciones o las órdenes contradictorias del humano dominante suelen
desencadenar luchas por el poder, por el ejercicio del mando (sólo no
ocurrirán tratándose de un pésimo perro, miedoso y, obviamente, poco
confiable para la defensa de la familia-jauría).
American Staffordshire Terrier
De lo expuesto se desprende que la dote más importante en los perros de defensa sea el equilibrio psíquico.
Animales locos, mordedores, no sirven; como perjudica a la policía y a
la sociedad el mantener en la institución los llamados "gatillos
fáciles".
Dobermann
Boxer
En suma, un
buen perro de defensa reunirá las siguientes cualidades: serenidad y
capacidad de asimilación -para soportar eventuales daños o castigos
durante su accionar-; poseer buen oído, olfato, presteza, acometimiento,
postura atenta e intuición -a fin de no alertar al dueño
innecesariamente o a causa de estímulos distantes, creando un estado de
tensión en aquellos a quienes custodia-; ser dócil, sociable y no
demasiado agresivo -para acompañar al amo en las diversas
circunstancias- y, por cierto, fiel y animoso al cumplimiento de las
tareas que se le encomienda. Un perro-herramienta, además de camarada de
afecto y destino.