miércoles, 3 de octubre de 2018

EL SIMBOLISMO METAFÍSICO DEL GATO NEGRO


Adorado en algunas tradiciones, y temido en otras muchas culturas, el simbolismo del gato negro nos pone en contacto con nuestro más profundo inconsciente, con nuestros miedos, con nuestro egoísmo y con nuestro potencial.


El gato negro ha despertado en el ser humano muy distintas reacciones.  Es, por tanto, un animal con un simbolismo complejo, especialmente ambivalente.
Como gato que es, nos fascina por su elegancia, por su fuerza, por su destreza, por su agilidad, por su capacidad de caer siempre de pie, por su potencia de salto que le permite sortear casi cualquier obstáculo…  Y porque libra nuestro hogar de los siempre molestos ratones.


Sin embargo, no es raro que nos incomode su independencia, su libertad egoísta, su astucia, la crueldad e inteligencia que demuestra durante la caza…  Y su color negro.
Porque la oscuridad propia del color negro nos pone en relación con lo que se oculta, con la perversión que se esconde, con la aterradora e intranquilizadora noche carente de luz, con la muerte y la única visión que uno tendrá dentro del sepulcro, con la sensación de la nada y la ignorancia, del no ver ni comprender.  El negro es el color de las tinieblas que cubrían la faz del abismo antes del hágase la luz, la egoísta cromía que absorbe toda la luz, todos los colores, y no los refleja ni comparte.



Pero también es el negro el color de las nubes cargadas de agua antes de empezar a llover, el de la interior y fecunda matriz que dará a luz una nueva vida, el caótico nigredo hermético del que surgirá el orden propio de la Gran Obra.
El negro es, en definitiva, el color propio del inconsciente y su sombra…  Capaz de lo mejor y lo peor.
La contemplación de un gato negro, por tanto, puede poner en marcha muchos resortes interiores que nos mostrarán lo que llevamos dentro.



¿Miedo a la muerte?  ¿Terror ante lo desconocido?  ¿Temor ante el reconocimiento de que en nosotros también hay oscuridad? ¿Incomodidad ante el reflejo de nuestro propio egoísmo? ¿Fascinación por su elegancia?  ¿Nos sentimos cautivados por su salvaje libertad, por su transgresor comportamiento?  ¿Nos anima e inspira su capacidad de permanecer de pie ante cualquier caída o tropiezo?
Su ambivalencia hace comprensible que unas tradiciones -como la egipcia- vinculen al gato negro con la divinidad (Bestet) mientras que otras -como el Budismo, la Cábala, el Islam o el Cristianismo medieval- lo relacionen con la sombra y los infiernos, con los demonios y la brujería.



Mientras los egipcios positivizaban el uso de sus virtudes y capacidades en favor de los seres humanos, ayudándoles a triunfar sobre sus enemigos internos y externos, otras tradiciones consideran que el color negro implica que la astucia, fuerza y agilidad propias del felino no están al servicio de la luz sino de las tinieblas, de los demonios y de la muerte.
Al final, como en todo simbolismo, el soporte material nos pone en contacto con lo que tenemos en nuestro interior, nos abre las puertas a lo invisible que está a nuestro alcance aunque en este momento no lo sepamos.



¿Qué hacer si te cruzas con un gato negro?  Aprovecha la ocasión, aparca tus miedos y míralo a los ojos.  Contempla sus virtudes, y el buen uso que puede hacer de lo que podemos considerar su parte más oscura.  Trata de descubrirte en el felino, con tus luces y tus sombras.  Deja que aflore tu elegancia, tu fuerza, tu destreza.  Atrévete a enfrentarte a tu sombra con salvaje libertad e independencia, transmutando lo oscuro en una fuente de luz capaz de iluminar y beneficiar a todos los seres.



Hay quien afirma que el gato negro es un aviso de que la muerte nos acecha.  ¡Menuda novedad!  La muerte nos acecha desde la cuna, desde el mismo instante del nacimiento…  Así que ya está bien que tengamos un recordatorio.  Ahora bien, en nuestra mano está el referirlo a una muerte física, definitiva y sin esperanza…  O a esa muerte iniciática que supone la desaparición de todas nuestras máscaras para renacer con nuestro más auténtico rostro.

Bienvenido sea el gato negro, para ayudarnos a hacer -de nuestra sombra- luz del mundo.



Publicado en Meditaciones del Dia