Tener un perro bien educado es impagable. Todo resulta más fácil y gratificante en la vida cotidiana, tanto para él (la educación le proporciona seguridad y equilibrio), como para nosotros. A veces queremos enseñarle trucos, habilidades y ejercicios complicados, pero no se puede ir a la Universidad si no se sabe la Primaria. Si le has enseñado el “abc” de la educación a tu perro ¡Enhorabuena a los dos!
1. Venir cuando le llamamos
Al principio cuesta un poco, sobre todo si se trata de un cachorro o de un perro joven, que a veces encuentra cosas más “divertidas” que hacer que dejarlo todo y venir a nuestro encuentro. Pero que aprenda bien esto es imprescindible para tener control sobre la mascota, sobre todo si alguna vez va sin correa. Es mejor comenzar a practicar este, y todos los ejercicios, primero en la seguridad del hogar, antes de lanzarnos a la calle o al parque.
Al principio cuesta un poco, sobre todo si se trata de un cachorro o de un perro joven, que a veces encuentra cosas más “divertidas” que hacer que dejarlo todo y venir a nuestro encuentro. Pero que aprenda bien esto es imprescindible para tener control sobre la mascota, sobre todo si alguna vez va sin correa. Es mejor comenzar a practicar este, y todos los ejercicios, primero en la seguridad del hogar, antes de lanzarnos a la calle o al parque.
Aprovechemos cuando el perro viene voluntariamente hacia nosotros y en ese instante le decimos “ven”,
así él no tiene que hacer casi nada, y enseguida le recompensamos. La
orden debe darse en un tono firme pero afectuoso, y acompañada de su
nombre al principio, para que sea un momento de disfrutar juntos. Un
truco que ayuda es ponerse de cuclillas (el perro te verá “más pequeño” y
cree que te “alejas” de él) y generalmente, suele venir corriendo hacia
ti.
2. Sentarse cuando se lo indicamos
Así podrá acompañarnos a cualquier lado y permanecer tranquilamente sentado a nuestro lado en un comercio, en una terraza, mientras hablamos con amigos, etc…
Así podrá acompañarnos a cualquier lado y permanecer tranquilamente sentado a nuestro lado en un comercio, en una terraza, mientras hablamos con amigos, etc…
Nos situamos frente a él, con un poco de
comida en la mano y la movemos un poco hacia arriba y hacia atrás: al
querer olfatear la comida tiende a levantar su cabeza y desplazar la
parte posterior del cuerpo para adoptar la posición de sentado de una
forma natural, como esperando algo (también se puede ayudarle a sentarse
apoyando la otra mano en su parte posterior y presionando suavemente
hacia abajo). Es el momento de decir “sentado” (o “siéntate” o “sitz”, lo que prefieras) y a continuación darle el premio.
Como ya vimos en nuestro post de
educación en positivo, si el perro se levanta, le ignoramos y no le
recompensamos. Esperamos unos minutos y reiniciamos el ejercicio, cuando
esté tranquilo y concentrado. Poco a poco, comprenderá la orden verbal
de “sentado” sin que inmediatamente tengamos que premiarle.
3. Tumbarse
3. Tumbarse
Esto puede llevar un poco más de tiempo y entrenamiento que
sentarse, ya que el acto de tumbarse a la orden es un poco más complejo
para el perro al principio, pero ¡no hay que desanimarse! Con el perro
sentado, le ayudamos a bajar la parte delantera de su cuerpo suavemente
hasta que quede tumbado y le decimos “tumbado” (o “suelo”, o “platz) señalando con la palma de la mano o con dedo el suelo y justo en ese momento le daremos su premio.
Hay muchos perros a los que no les
agrada que les toquen las patas delanteras para tumbarse, en este caso
ponemos su recompensa directamente en el suelo semiescondida en nuestra
mano y en el momento en se tumbe a por ella, le decimos “tumbado” y le
felicitamos ¡Verás lo útil que te resulta por ejemplo cuando visitas a
casa y el perro puede quedarse tranquilamente tumbado entre ellas!
4. Permanecer quieto
Este ejercicio hay que comenzar a enseñárselo cuando el perro ya domine el de sentarse a la orden. Una vez sentado, le decimos “quieto” (o “parado” o “quédate”, la orden que elijamos, pero siempre la misma para no confundirle) y con nuestro brazo extendido con la palma de la mano hacia el perro (como si indicáramos “stop”), le decimos la orden y no nos movemos. Normalmente el perro se queda mirando nuestra extremidad alzada y quieta y no se mueve en unos segundos, es el momento de avanzar lentamente hacia el sin modificar nuestra postura, y recompensarle (con la otra mano) y elogiarle. Conforme nuestro “alumno” va progresando en su aprendizaje, vamos aumentando la distancia y el tiempo en que debe permanecer quieto.
Este ejercicio hay que comenzar a enseñárselo cuando el perro ya domine el de sentarse a la orden. Una vez sentado, le decimos “quieto” (o “parado” o “quédate”, la orden que elijamos, pero siempre la misma para no confundirle) y con nuestro brazo extendido con la palma de la mano hacia el perro (como si indicáramos “stop”), le decimos la orden y no nos movemos. Normalmente el perro se queda mirando nuestra extremidad alzada y quieta y no se mueve en unos segundos, es el momento de avanzar lentamente hacia el sin modificar nuestra postura, y recompensarle (con la otra mano) y elogiarle. Conforme nuestro “alumno” va progresando en su aprendizaje, vamos aumentando la distancia y el tiempo en que debe permanecer quieto.
No es necesario estar constantemente
dándole las órdenes y practicando: el perro perdería el interés por
aprender. A ratitos cortos y frecuentes, para que no se aburra pero un
poquito todos los días. En el momento en que lo vaya haciendo todo bien
ya no es necesario premiarle siempre con comida o su juguete: una
caricia y un ¡Muy bien! serán suficientes.
Llegados a este punto se puede comenzar a practicar en la calle, donde existen más distracciones para tu perro.
Publicado en El Blog de Arion
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