El fenómeno es causante de que algunas enfermedades que se encontraban erradicadas se hayan reavivado.
Las vacunas en los animales de compañía son totalmente eficaces, además de una práctica necesaria
«La
grandeza y el progreso moral de una nación se mide por cómo trata ésta a
sus animales». Ya lo decía Mahatma Gandhi. Aún queda un largo camino
por recorrer para que los animales sean tratados como los seres
sintientes que son. Unos meses después de que se aprobase por unanimidad
en el Congreso de los Diputados la propuesta de Ciudadanos para añadir
una categoría especial en el Código Civil que dejase de reconocer a los
animales como seres patrimoniales u objeto de embargo en procedimientos
judiciales, el abandono de mascotas o las agresiones físicas que sufren
siguen a la orden del día. No sólo estas conductas suponen una forma de
maltrato. Privar a una mascota de su derecho a la salud es una falta
igual de grave, o más.
El fenómeno «antivacuna»,
extendido entre la población en los últimos años, con todos los riesgos
que ello conlleva, es causante de que muchas enfermedades erradicadas en
ciertos países hayan vuelto a reavivarse, por no hablar de las vidas
que esta creencia, tan radical como peligrosa, se ha cobrado.
«No
cabe ninguna duda de la eficacia y necesidad de las vacunas en animales
de compañía», explica Manuel Lázaro, del Colegio Oficial de
Veterinarios de Madrid. Hace así referencia a determinadas enfermedades
de gravedad o con fuertes secuelas, entre las que destaca la
parvovirosis canina o el moquillo. La prioridad de todo cuidador debería
ser proteger tanto a su can, de unas condiciones de salud deplorables,
como a los que le rodean frente a posibles casos de «zoonosis»
–enfermedades que pueden ser contagiadas a humanos–. «En la actualidad,
unas 60.000 personas al año siguen falleciendo en el mundo por esta
terrible enfermedad por falta de vacunación», comenta el colegiado en lo
referente a una patología que hasta mediados del siglo pasado producía
miles de muertes en nuestro país: la rabia.
El error viene de pensar que solamente los animales de países donde ésta se encuentra potencialmente activa necesitan protegerse. Muchos viajeros que visitan en compañía de sus mascotas el norte de África, e incluso otros lugares de Europa, pueden convertirlas, sin darse cuenta, en portadoras del virus. De ahí, la importancia de su vacunación, pese a su inexistencia en el territorio. Es más, según datos de la Organización Mundial de la Salud, el contagio es producido en el 99% de los casos por perros domésticos y los más afectados son los menores de 15 años.
El error viene de pensar que solamente los animales de países donde ésta se encuentra potencialmente activa necesitan protegerse. Muchos viajeros que visitan en compañía de sus mascotas el norte de África, e incluso otros lugares de Europa, pueden convertirlas, sin darse cuenta, en portadoras del virus. De ahí, la importancia de su vacunación, pese a su inexistencia en el territorio. Es más, según datos de la Organización Mundial de la Salud, el contagio es producido en el 99% de los casos por perros domésticos y los más afectados son los menores de 15 años.
Para el
veterinario Juan Manuel Manzano no sería necesaria una revacunación
anual para prevenir según qué enfermedades. El experto recomienda no
vacunar a las mascotas si éstas no padecen algún tipo de patología más
allá de cuando son cachorros o ya son bastante adultos, como mecanismo
de refuerzo. En cambio, recalca que hay que tener en cuenta una serie de
factores a la hora de tomar decisiones sobre las vacunas a las que
someter a su perro, debido al consciente riesgo que puede suponer para
la salud del animal. Manzano aconseja: «¿vacunar a un animal adulto sin
ningún tipo de patología? No». Acentúa que esto no desestima la
necesidad de proteger a la mascota en un periodo base de su vida en el
que es fundamental un cuadro de vacunas completo que permita el
desarrollo de un sistema inmunológico efectivo para evitar así
complicaciones en el futuro.
Repara en que, en cierto
modo, la vacunación de animales se ha extrapolado en exceso a todo
posible patógeno que pueda ser causante de que nuestra mascota enferme
debido al ánimo de lucro de muchos veterinarios. «Se ha transformado en
un negocio de una magnitud inimaginable. Existe el llamado «límite de
inmunidad» en cada animal que hace inservible cualquier tipo de defensa
añadida una vez éste sea alcanzado. Por lo que repetir ciertas dosis no
aumentaría la protección», sentencia.