viernes, 4 de agosto de 2023

NO PODÍA FALTAR. LA HISTORIA DE HACHIKO

Hachiko nació en Noviembre de 1923 en la prefectura de Odate, provincia de Akita al norte de Japón. Era un perro de raza Akita, macho y de un intenso color blanco. Los perros de Akita son muy famosos en Japón. Son de tamaño mediano a grande, de un color generalmente marrón dorado, aunque los hay blancos, negros y otros colores, tienen orejas puntiagudas y cara angulosa con expresión inteligente. Son bien conocidos por su lealtad.

La estación de Shibuya tal como era en las eras Taishō y Shōwa de antes de la guerra (1912-1945)

El profesor Dr. Eisaburo Ueno y Hachiko

La suerte iluminó a Hachiko cuando a los 2 meses de edad fue enviado a la casa del profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio Dr. Eisaburo Ueno. El profesor lo llevó a su hogar situado cerca de la estación Shibuya, y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba. Desde luego, Hachiko no podía acompañar a su amo hasta la universidad. Pero lo que sí hacía era dejar la casa todas las mañanas con el profesor y caminaba junto a él hasta la estación Shibuya. El perro observaba como su dueño compraba el boleto y luego desaparecía entre la multitud que abordaba el tren. Más tarde, Hachiko acostumbraba a sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde. Esto sucedía todos los días. Así es como la imagen del profesor con su perro se volvió familiar en la estación Shibuya y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad.


Hachiko esperando a las puertas de la estación de Shibuya

Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho. Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. En Shibuya, el perro esperaba enfrente de la estación. Muy pronto las noticias sobre la repentina muerte del profesor alcanzaron Shibuya. Inmediatamente muchas personas pensaron en el pobre perro que lo había acompañado todos los días. Varios tuvieron la misma actitud y fueron a la pequeña plaza para convencer al perro de que volviera a su hogar, como si él pudiera comprenderlos.

Hachiko en la estación de Shibuya, 1933

A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, espera el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a áquel que amaba. No tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.

Hachiko con la familia Ueno

La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los japoneses pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso. En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru ( Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua en honor su amigo Hachiko. 

Multitud de personas se reunieron alrededor de la (primera) estatua de Hachikō en honor al primer aniversario de su muerte el 8 de marzo de 1936.

El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko. Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko murió, a la edad de 11 años. Fue encontrado en una calle de Shibuya. En marzo de 2011, los científicos finalmente establecieron la causa de la muerte de Hachiko: el perro tenía cáncer terminal y una infección por filaria. También había cuatro brochetas de yakitori en su estómago, pero las brochetas no dañaron su estómago ni causaron su muerte. 

La tumba de Hachikō junto a la tumba del profesor Ueno en el cementerio de Aoyama, Minato, Tokio

Después de su muerte, los restos de Hachikō fueron incinerados y sus cenizas fueron enterradas en el cementerio de Aoyama, Minato, Tokio, donde descansan junto a las del amado maestro de Hachikō, el profesor Ueno. La piel de Hachikō se conservó después de su muerte, y su montaje de taxidermia se encuentra en exhibición permanente en el Museo Nacional de Ciencias de Japón en Ueno, Tokio. 

Última foto conocida de Hachikō: en la foto con el socio de su propietario, Yaeko Ueno (primera fila, segundo desde la derecha) y el personal de la estación de luto en Tokio el 8 de marzo de 1935.

Relleno de Hachiko

El pelaje disecado de Hachiko exhibido en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia en Ueno

Pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón. Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando a Hachiko y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua de Hachiko, y dicha sociedad contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor.


Hoy en día, la exquisita estatua de Hachiko permanece en el medio de la plaza enfrente de la estación Shibuya. Podemos encontrar alrededor de ella fuentes, puestos de diarios y revistas y personas sonrientes contándoles la historia de Hachiko a los pequeño o los no tanto.