Los grandes progresos realizados en nutrición canina en los últimos años han contribuido enormemente a la mejora del bienestar del perro y a un aumento de su esperanza de vida (se estima que en los últimos 15 años la esperanza media de vida de un perro ha aumentado 3 años). Tanto los excesos como las carencias son perjudiciales para la salud de nuestro animal, por lo que es necesario conocer sus necesidades, muy diferentes de las del hombre y del gato.
Contrariamente a ciertas ideas todavía muy extendidas, el perro no necesita “variar” su alimentación, de hecho es un catador bastante mediocre, ya que en gran parte aprecia los alimentos por su sentido del olfato.
Contrariamente a ciertas ideas todavía muy extendidas, el perro no necesita “variar” su alimentación, de hecho es un catador bastante mediocre, ya que en gran parte aprecia los alimentos por su sentido del olfato.
La clave de la nutrición canina
La clave de la nutrición canina y de una óptima alimentación se basa en cubrir las necesidades específicas del perro, que varían en función del tamaño (desde razas miniatura a gigantes), estado fisiológico (mantenimiento, gestación, lactancia, crecimiento, envejecimiento, esterilización, práctica deportiva o trabajo…), o de las necesidades relacionadas con enfermedades (existen alimentos que ayudan a prevenir una recaída o a mejorar la evolución, o incluso que forman parte del tratamiento).
Pese a entender este concepto, existe un error que los propietarios solemos cometer y a causa del cual no alimentamos correctamente a nuestras mascotas: tendemos a “humanizarlas”. No debemos olvidar que un perro es un perro, un animal carnívoro no estricto cuyo comportamiento alimentario difiere totalmente del nuestro. Muchos propietarios todavía creen que la dieta casera es mucho más apropiada para su mascota, pues es más variable en cuanto a sabor. Esto es totalmente falso. No quiere decir que un perro no pueda alimentarse exclusivamente a base de dieta casera, pero en ese caso deberíamos tener en cuenta todas las necesidades nutricionales del animal y es en ese punto donde solemos fallar. Son imprescindibles cinco familias de nutrientes: proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales, fibra e hidratos de carbono. Es por esto que elaborar una ración casera equilibrada no es tarea sencilla (no basta con hervir pollo y arroz) y son necesarios suplementos minerales apropiados para evitar cualquier carencia.
Las ventajas de los alimentos específicos para perros residen en el equilibrio nutricional (si son de buena calidad), en la facilidad de empleo y conservación y en el coste (resultan más económicos que una ración casera correctamente diseñada).
Una vez hayamos decidido qué tipo de alimento es el adecuado para nuestro perro (preferiblemente aconsejados por un veterinario o auxiliar), debemos tener en cuenta que en el proceso de alimentación de nuestra mascota están implicados todos los sentidos, no solo el gusto (al que el propietario suele dar tanta importancia). En primer lugar, el oído y la vista entran en acción cuando se abre el envase o se manipula el comedero provocando un estímulo que prepara al animal para comenzar la digestión del alimento. En segundo lugar, el olfato, que es fundamental para nuestras mascotas, les permitirá determinar el olor y la temperatura del alimento (no es tan importante como el color o la presencia de distintas formas en la ración). El tacto entra en acción durante la toma del alimento y su paso por la boca, y por último, el gusto al saborear la ración.
8 reglas de oro para la nutrición canina
Existen “8 reglas de oro” en la nutrición canina para alimentar de forma correcta a un perro y que aunque resulten muy básicas pueden ayudarnos a evitar caer en los errores más comunes:
El perro debe tener agua potable disponible de forma continua y se debe cambiar con regularidad. El consumo aumenta en cachorros, perras en lactación, así como en climas cálidos o perros con exceso de actividad física.
Los cambios de alimento se deben realizar de forma progresiva, a lo largo de una semana, para favorecer una adaptación gustativa, digestiva y metabólica con el fin de reducir rechazos y problemas digestivos.
La cantidad de alimento diario se debe determinar en función de las necesidades energéticas de cada animal. Estas cantidades se deben respetar y ajustar al peso del animal, que deberemos controlar para evitar la obesidad, tan frecuente hoy en día y que constituye un factor predisponente en el desarrollo de muchas enfermedades.
El alimento debe contener todos los nutrientes esenciales que necesite el perro y en la proporción adaptada a su tamaño, estado fisiológico, edad e incluso estado patológico (enfermedad).
Se debe elegir el alimento adecuado basándose principalmente en la edad, el tamaño y el nivel de actividad. La eficacia se puede controlar observando la evolución del peso, la calidad del pelo y de los excrementos, el apetito y el comportamiento del animal.
Es fundamental seguir las recomendaciones del fabricante, aunque el tamaño de la ración se puede adaptar de forma individual. No se debe alimentar al perro “como si fuera una persona” o “dándole solo lo que le gusta”…
La higiene durante la alimentación es fundamental: el pienso debe conservarse en un envase cerrado, y la comida húmeda o fresca siempre refrigerada y durante menores periodos de tiempo. El comedero debe limpiarse a diario.
Se aconseja consultar al veterinario ante cualquier variación en el apetito, el peso, cambio de alimento… así como ante la aparición de síntomas de enfermedad digestiva (como vómitos o diarrea) puesto que los primeros signos de muchas enfermedades se manifiestan a través de modificaciones en el apetito, sed o peso de nuestras mascotas.
Publicado en Hospital Veterinario Cruz Cubierta