El ser humano no llegó a América solo: el descubrimiento del perro más antiguo del continente demuestra que nos acompañaron desde entonces.
En su trayectoria helada a través del Estrecho de Bering, el ser humano prehistórico nunca estuvo solo. Además de enfrentarse a la megafauna que dominaba el terreno —tigres dientes de sable y mamuts, por mencionar algunos—, cuidando sus pasos venían los primeros canes domésticos. Así lo demuestran los restos del perro más antiguo de América.
En su trayectoria helada a través del Estrecho de Bering, el ser humano prehistórico nunca estuvo solo. Además de enfrentarse a la megafauna que dominaba el terreno —tigres dientes de sable y mamuts, por mencionar algunos—, cuidando sus pasos venían los primeros canes domésticos. Así lo demuestran los restos del perro más antiguo de América.
Una travesía intercontinental
Cazar. Traer la comida a casa. Sentarse en torno al calor de una fogata hecha a mano. Todas estas actividades se han incrustado en el imaginario colectivo con el ser humano como personaje principal, como si lo hubiera logrado por su cuenta. Parece que a la sombra de las figuras comiendo frente al fuego había otros seres, siguiendo todo de cerca.
El fragmento de un hueso que data de hace 10 mil años da luz sobre la domesticación de los perros en el continente. Desde la antigüedad más remota, sus ancestros mostraron comportamientos similares a los que los que tenemos hoy en casa. Incluso en la hostilidad de un territorio inexplorado, acompañaron a los seres humanos en su travesía intercontinental.
El frío y las nevadas eran lo de menos. Parece ser que la relación de ayuda mutua entre ambos data de mucho antes de lo que los científicos estimaban hasta ahora. En el sureste de Alaska se encontró un pedazo de hueso que, seguramente, perteneció a un perro que acompañó a un grupo nómada, como un miembro más del grupo.
Oleadas de perros
De acuerdo con la bióloga evolutiva Charlotte Lindqvist, de la Universidad de Buffalo, se tenía registro de oleadas de perros que llegaron a América. Se pensaba, sin embargo, que habían llegado espontáneamente, sin una motivación intervenida por la acción humana.
El fragmento de hueso encontrado cambia esta narrativa por completo. La nueva evidencia confirma, después de pruebas de ADN, que estos animales llegaron al continente americano siguiendo a los nómadas antiguos.
Esta migración coincide, además, con el término de la última Edad de Hielo, cuando las condiciones climáticas empezaron a ser más propicias para el desarrollo de la vida. Así lo señala Lindqvist:
“El sureste de Alaska podría haber servido como una especie de punto de parada sin hielo, y ahora, con este perro, creemos que la migración humana temprana a través de la región podría ser mucho más importante de lo que algunos sospechaban anteriormente”.
Este contacto primigenio entre perros y humanos en América empieza a ganar fuerza en la comunidad científica, cada vez más convencida de que la domesticación de la especie fue clave para la población del continente americano. Sin embargo, el fragmento de hueso es sólo una pieza pequeña en un rompecabezas que sigue sin terminar de armarse, pero que tuvo como protagonista a la especie más cercana y leal a la nuestra.
Publicado en Muy Interesante