Entonces Walsh dejó entrar a Kolya, un hirsuto pastor de los Pirineos blanco, que trepó a la cama de la mujer y se acurrucó contra su cuerpo. Transcurrieron cinco minutos en silencio. Luego la mano de la paciente se movió hacia el perro, y comenzó a acariciar su suave y abundante pelaje. Pasaron cinco minutos más. La mujer, sonriendo, murmuró: Tan divino... .
Lo acarició durante media hora, llamándolo mi amigo, continúa Walsh. Durante ese tiempo vi como el monitor de presión sanguínea bajaba y bajaba.
Desde luego, Kolya no es el único terapeuta que cumple con sus rondas en el enorme complejo clínico de la universidad UCLA. También hay un perro de caza llamado Platinum, un Pug llamado Egor y un galgo de nombre Aladino, por no hablar de los ocho setter irlandés, cuatro Labradores negros, dos pastores alemanes y muchos otros perros de razas mezcladas.
Los mimos caninos e iniciaron durante los años 80 como una actividad recreativa más para los pacientes, como las visitas de payasos a las alas pediátricas y las presentaciones de cantantes en los asilos. Pero últimamente han evolucionado hasta convertirse en un importante y creciente componente de la atención médica moderna.
Y no sólo en UCLA.
En el hospital Mount Sinai en Nueva York e incorporaron perros a los tratamientos de rehabilitación de pacientes con lesiones cerebrales y espinales. En el Colegio Médico de Virginia en Richmond, Sandra Barker trae consigo a su propio perro de raza lhasa Apso para tranquilizar a los pacientes de terapias de electroshock que tiemblan antes del tratamiento. En Texas se usan perros para motivar a los niños que se recuperan de quemaduras, y para calmar a los pacientes en los pabellones de Alzheimer.
Un paciente casi arrancaba la manija de la puerta, exigiendo que lo ataran, cuenta Mara Baun, profesora de enfermería de la Universidad de Texas que ha escrito 13 estudios acerca de los beneficios médicos que producen las mascotas. El personal no podía alejarlo de la puerta. Pero entonces intervino un setter irlandés, aunque no había sido entrenado para hacerlo. Tomó de la manga al paciente, y éste lo siguió con toda calma. Los animales han funcionado tan bien, que tal vez ea cuestión de tiempo hasta que convenzan completamente a las organizaciones de administración médica (HMO por us siglas en inglés), quienes llevan la batuta en las instituciones clínicas.
Las aseguradoras deberán reconocer los beneficios de las terapias asistidas por animales, y reembolsar sus costos , predice Barker. Ella es autora de un estudio aparecido en la publicación Psychiatric Services, que se realizó con 230 pacientes a quienes e trató con (o sin) perros. Las sesiones asistidas con perro redujeron claramente la angustia en pacientes depresivos o con demencia, y redujeron a la mitad el nivel de angustia en pacientes psicóticos.La mayor parte de los perros que se desempeñan en hospitales están certificados por la Therapy Dogs International, una organización con sede en Nueva Jersey, o la Delta Society de Seattle, entidad no comercial que acepta perros en base a su personalidad, obediencia y entrenamiento en protocolos hospitalarios. Delta estima que sus 4.500 mascotas han prestado servicios a más de 350.000 pacientes en 45 estados.
El programa de UCLA se inició en 1994, por iniciativa de Kathie Cole, enfermera de terapia cardiovascular y amante de los perros. Logró convencer a los directivos de su hospital que los animales podrían alegrar a pacientes de transplante de corazón, durante los meses que pasan en el hospital esperando un órgano. Si se inicia un ciclo depresivo, la fisiología del individuo se desploma , asegura. Tanto éxito tuvieron los perros en su unidad que el programa se extendió a 26 de las 34 unidades de pacientes internos del hospital, y los beneficios de la compañía canina llegaron a más de 17.000 pacientes.
Los 40 perros que se tienen ahora como voluntarios pasan por una evaluación de una hora en que deben permanecer inmutables ante sillas de ruedas tambaleantes, desconocidos que gritan y atemorizantes marañas de tubos. Se asesora al personal médico para que aprenda como poner a los animales en las camas, para alentar el contacto visual entre perros y enfermos y lavar las manos de los pacientes antes y después de las visitas. Cada perro tiene una identificación con fotografía y una cinta en la cabeza con un diseño de huellas.
Los investigadores ya comenzaron a distinguir entre actividades asistidas por animales, que se practican en unos 600 hospitales de EE.UU., y la terapia formal asistida por perros, una disciplina más reciente donde los édicos los utilizan para lograr un objetivo terapéutico específico. Hace poco sonaban ruidosas carcajadas en la sala pediátrica del Centro Médico UCLA cuando Corky, un terrier, comenzó a bailar para un paciente de transplante de dos años de edad. ¡Quiero que venga a mi cama!, insistió el paciente de al lado, de seis años. Mientras tanto, a dos pisos de ahí se llevó a cabo una intervención más especializada. Un terapeuta recreativo utilizaba a Ginger, un pastor australiano, para ayudar a un paciente de cirugía cerebral a recuperar el equilibrio. Chris Pereira, de 26 años, tenía suero por vía intravenosa y estaba sujeto con un arnés. Con su brazo débil, se inclinaba para acariciar a la perra y lanzarle una pelota para que la atrapara. No puedo dar vuelta la cabeza y mi vista no es muy buena, dice Pereira. La mascota me infunde coraje.
Aunque ya hay fundaciones y compañías de alimentos para animales que financian los estudios, la investigación clínica de animales y humanos aún lucha por obtener el apoyo económico y el respeto que cree merecer. Muchas veces se deja de lado la atención médica de baja tecnología , se queja Nancy Dapper, integrante de Delta y ex funcionaria de la Administración Federal de Financiamiento de la Atención Médica. Pero creo que hemos llegado a un punto en el que los consumidores mismos exigirán servicios asistidos por animales.
De ser así, la demanda provendrá de pacientes como Daniel Uribe, de 78 años y que recibe tratamiento cardiovascular. Está atrapado en un hospital de UCLA, rodeado de jeringas, monitores y otras máquinas de alta tecnología. Pero también recibe los mimos de un pastor alemán llamada SisKa. Ella es la vida misma , dice con una tierna sonrisa. Es como el aire y el sol.