Cosy por Charles Burton Barber
Criar perros para placer y compañía era visto como una costumbre de élite en la Inglaterra del siglo XIX. La asociación de animales de estimación con la nobleza venía desde la Edad Media cuando esas criaturas comenzaron a frecuentar palacios, especialmente en compañía de mujeres de la corte, además de los aposentos religiosos privilegiados.
El Rey Carlos II (1630-1685) fue un personaje importantísimo en esa historia.Tal vez, él ha sido el primer hombre de su época en declarar publicamente su pasión por los perros de compañía, la raza predilecta de él, los Toy Spaniels, son hoy llamados King Charles Spaniel.
Desde entonces los caninos han compartido intimidad con la realeza británica.
El apego de la Reina Victoria (1819-1901) para con esos animales fue uno de los factores decisivos para la popularización de la cinofilia en el siglo XIX. Su interés inmediato por el deporte de perros para exposición era notable.
Sir Edwin Landseer, Queen Victoria at Osborne House, 1865
Ella supervisaba personalmente las operaciones del criadero real y estudiaba cada cruce y nombre de las camadas.
A pesar de que su raza favorita era el Collie, ella también adoraba otros tipos de perros como el Skye Terrier, el Terrier Escocés, el Terrier Irlandés, los Spitz y Pomeranias.
Otros miembros de la realeza también eran seguidores de perros de raza pura, su incumbencia impulsó tremendamente en la actividad canina inglesa. La élite rural, la nobleza y especialmente la clase media urbana abrazaron el nuevo "hobby" con gran fervor.
La Reina Victoria con un pug, 1887
Algunas razas se beneficiaron por el apoyo de la nobleza. Ese fue el caso de la la raza Collie, favorito de la Reina y la raza Pug que se puso de moda después de recibir la atención de Lord Willoughby y otros aristócratas.
Por otro lado, razas históricamente vinculadas a las clases bajas eran evitadas por la clase media ávida de status. Sucedió con el Whippet que era un perro muy popular entre los obreros de Yorkshire y Lancashire. Las barreras de clase eran cuidadosamente observadas en esa época dentro de la cinofilia oficial al punto de que ciertas instituciones fueron estructuradas por clase.
Charity por Briton Riviere,1870
Muchos clubes segregaron asociados de grupos inferiores en una categoría de afiliación con privilegios reducidos y en algunas exposiciones llegaban al punto de crear exposiciones paralelas para la clase obrera.
Perros sin raza definida o mestizos eran mal vistos. La compañía de éstos señalaba ignorancia e inferioridad social. La población de esos parias cayó vertiginosamente durante la mitad del siglo XIX mientras la de razas puras crecía. El movimiento era reforzado por los manuales especializados que generalmente alertaban a los futuros dueños contra ejemplares de origen dudoso.
Waiting for the Master por Arthur Wardle, 1864
La fiebre en torno a los perros de pura raza creó un mercado regular para una serie de productos. Se gastaba como nunca en perros. Para mediados de ese siglo había aproximadamente veinte mil comerciantes vendiendo animales vivos y por lo menos doce mil se dedicaban al comercio de collares de metal.
Hounds in a Kennel por Thomas Blinks
La industria editorial comenzó a explorar el filón sistemáticamente lanzando una cantidad jamás vista de libros especializados.Los perros alcanzaban precios astronómicos.
Toda esta inversión era una evidencia más que el surgimiento espectacular de la cinofilia moderna en la Inglaterra victoriana estaba fuertemente relacionada con cuestiones de distinción social.