- Adquirir el compromiso de cuidar al animal con responsabilidad. Adoptar a un perro, a un gato, a un hurón o a cualquier otro animal implica la adquisición de una serie de responsabilidades que hay que asumir con todas las consecuencias. A un animal adoptado hay que dedicarle tiempo y dinero, limita nuestra movilidad durante las vacaciones e incluso otro tipo de actividades diarias, como el acceso a comercios."Se trata de una decisión con importantes repercusiones en nuestra vida y la de la futura mascota, por ello es vital informarse sobre sus necesidades, para que podamos asegurarle una vida digna", explica Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity. ¿Es capaz de hacer feliz a un animal adoptado? Conteste con sinceridad. Conseguir el bienestar de una mascota no es fácil. Hay que conocer su naturaleza y cubrir necesidades, como: la alimentación, la atención sanitaria o garantizar su integración familiar. Estas cuestiones son esenciales para que el animal se sienta como en casa. Los albergues están saturados de perros y gatos que esperan un nuevo hogar y, aunque los españoles adoptamos un 20 % más que hace cinco años, todavía nos queda camino por recorrer para equipararnos al grado de concienciación con el cuidado y respeto de los animales que existe en otros países europeos, como Francia o Inglaterra, donde el abandono es casi anecdótico. Por el contrario, según el último estudio de la Fundación Affinity (para el fomento del cuidado de las mascotas), en los albergues españoles se recogen al año 110.000 perros y 33.000 gatos.
- Dejarse asesorar por los responsables del centro de adopción. Cuando se acude a un albergue para adoptar a un animal, es importante tener en cuenta las indicaciones de los cuidadores del centro. Ellos, mejor que nadie, conocen el carácter de cada animal y por tanto nos pueden asesorar con acierto sobre el que mejor se puede adaptar a nuestro estilo de vida. "Es necesario adoptar desde la reflexión y la racionalidad para garantizar una convivencia feliz", recomienda Isabel Buil. Nuestro estilo de vida debe adaptarse al animal adoptado y no al revés. Si tenemos poco tiempo para pasear a un perro, es más aconsejable adoptar a un gato; y si nos gustan los largos paseos por el campo y practicar deporte al aire libre, un perro activo será feliz a nuestro lado.
- Tener en cuenta que adoptar un animal no es gratis. Los albergues entregan a los animales esterilizados, vacunados, identificados y desparasitados, y cobran una cantidad que varía en función de los criterios de cada centro (alrededor de 100 euros). No obstante, el precio siempre será menor que si se compra en un establecimiento autorizado.
- Se adopta al animal y a su pasado. Los animales que viven en los albergues tienen una trayectoria vital tras de sí que se asume cuando se les adopta. Las historias de maltrato o abandono suelen acompañar a los perros y gatos de estos centros de acogida, donde también hay loros, conejos, reptiles, hurones o roedores. Si su pasado es triste, se sentirán muy agradecidos hacia el buen trato de las personas que los respeten, mas necesitan un período de adaptación. La paciencia y el apoyo de los nuevos dueños resultan fundamentales. El asesoramiento del veterinario, tanto para su atención sanitaria como para su alimentación o educación, resulta de gran ayuda para conseguir que el recién llegado miembro de la familia esté sano y feliz.
Si, finalmente, decide adoptar un animal con responsabilidad, le felicitamos y le deseamos que disfrute de su compañía, ya que, según el Análisis sobre el Vínculo entre Personas y Animales de Compañía de la Fundación Affinity, el 74 % de los españoles afirma que gracias a la compañía de su animal son más felices.
Escrito por Carolina Pinedo en El PAÍS