El comportamiento social está configurado por una serie de patrones de conducta que comprenden la vida de relación con los miembros de su especie y con los individuos de otras especies animales. Los patrones de comportamiento social en los animales domésticos son muy complejos. En su manifestación, están mezclados con otros patrones de conducta que constituyen secuencias de comportamientos distintos. De tal forma que patrones de comportamiento específicos de la conducta social pueden pertenecer a diferentes formas de comportamiento, y dependiendo del contexto en que son realizadas pueden tener significados diferentes.
Podemos encontrar en la relación entre dos animales, una combinación de diversos patrones entre los que se encuentran algunos específicos de la relación social que pretende establecerse y otros inespecíficos que, perteneciendo a formas de comportamiento distintas de la social, forman parte de ella. Por ejemplo, la emisión de orina tiene relación con un comportamiento eliminativo, pero en la relación que se está estableciendo, la eliminación de orina quiere dar a entender, al destinatario del mensaje, alguna información relacionada con su presencia, y no necesariamente tener una única función de eliminación de orina. Esa orina, puede tener funciones de comunicación (como vehículo de feromonas) en el caso de ser entre sexos opuestos, dando información de un estado fisiológico concreto, como es el celo. Por otro lado, su función puede ser la de informar del territorio al extraño que en ese momento aparece.
El comportamiento social tiene una gran importancia evolutiva dentro de una especie determinada (relaciones intra específicas), constituyendo la base de su supervivencia; teniendo una relación directa sobre la organización social de dicha especie. Igualmente, el desarrollo de un comportamiento social influye sobre la relación entre diferentes especies animales (relaciones ínter específicas), tan necesarias en los animales que denominamos sociales. En el caso de los animales domésticos, las relaciones ínter especificas constituyeron la base sobre la cual se produjo el proceso de la domesticación.
Las interacciones entre animales están influidas por muchos factores: la distancia de seguridad (proximidad), las relaciones dominante - subordinado, depredador - presa (disponibilidad de alimento), materno filiales, etc. Por ello es muy importante la consideración y estudio de la organización social de cada especie en particular, para entender cómo se llevan a efecto esas relaciones entre especies.
Es curioso ver la gran cantidad de energía y tiempo que se utilizan en el mantenimiento de las relaciones sociales, con el fin de mantener una unidad social. Muchas de esas relaciones son de tipo amistoso o cooperativo, encaminadas a darle cohesión al grupo social en que viven. Para muchas especies: perros, gatos, caballos, ovejas..., mantener un grupo social estable es de vital importancia, por ello da la impresión, a pesar del coste energético que supone, de no preocuparles la gran dedicación que ponen en ello. A esta necesidad de buscar la unión y estabilidad del grupo social se le denomina comportamiento "alelomimético".
A veces, el grupo de animales constituye la única vía de protección contra los depredadores, como es el caso de las gacelas que, al dispersarse cuando son atacadas por un predador, generan una distracción al mismo, ganando los segundos suficientes para salvar su vida. Esto mismo ocurre en un rebaño de ovejas cuando es atacado por un grupo de lobos; las ovejas se dispersan en su huida asegurando así su supervivencia. En otros casos, el agrupamiento mantiene el calor necesario para sobrevivir en zonas de temperaturas extremas. Por ejemplo, los pingüinos en las zonas polares se agrupan para darse calor y los individuos de la periferia del grupo se turnan con los del interior, mejorando con ello una mayor resistencia frente a las condiciones climáticas. En el caso de los cerdos ocurre algo similar: se agrupan y mantienen un contacto íntimo cuando tienen frío.
En consecuencia podemos decir que la relación social entre los individuos es de vital importancia, y en ella influyen una serie de factores medioambientales externos e internos de los animales, tanto bióticos (seres vivos) como abióticos (temperatura, luz, humedad...). Quizás, de todos ellos podemos considerar como los más importantes, por sus repercusiones sobre la supervivencia, los debidos a las relaciones reproductivas y alimenticias, y en este sentido conceptos como: el hogar, el territorio y el orden jerárquico tienen su máxima expresión.
En el desarrollo del comportamiento social de los animales tiene una importancia transcendental las capacidades de percepción del mundo exterior, es decir las capacidades sensitivas de cada especie animal, de las cuales ya hemos hablado. Las diferencias entre las distintas especies son muy patentes, pero no son más que la expresión de las necesidades particulares de cada una de ellas. Podríamos decir que cada especie tiene las capacidades sensitivas que necesita para sobrevivir, ni mejores ni peores que las de otras especies; justo las necesarias. Estas capacidades han ido madurando, en cada especie, sobre la base de la evolución y sus necesidades de adaptación al medio en que viven. Por ello, cuando intentamos estudiar las diferentes especies animales nos encontramos diferencias importantes en: olfacción, capacidad visual (colores, blanco y negro), auditiva, equilibrio, sensación táctil o sensibilidad térmica.
Estas diferencias van caracterizando las diversas especies y sus capacidades de relación, pero surge un problema cuando las sacamos de su medio natural para introducirlas, por necesidades humanas, en un medio muy diferente sin haberles dado tiempo evolutivo suficiente para adaptarse. Así, se hace necesario el estudio de las capacidades sensoriales de los animales domésticos, que nos permita facilitar la nueva forma de relación tanto entre individuos de la misma especie como entre especies. De esa forma, la influencia del ser humano sobre cada especie no servirá como desencadenante de problemas adaptativos de tipo social tan importantes.
Miguel Ibáñez Talegón. Veterinario. Profesor de Etología y Protección Animal.
Jefe del Servicio de Etología Clínica Veterinaria
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid