El otoño ya está aquí y a veces nos sorprende con sus bruscas y
repentinas bajadas de temperaturas, especialmente en las primeras horas
del día, en los paseos matutinos con nuestro perro. El frío y la humedad
pueden ocasionar una bajada de las defensas naturales de nuestro perro y
con ello estará más propenso a contraer enfermedades. Os proponemos tres recomendaciones para protegerles en esta época del año.
1. Los efectos del frío y la humedad: los grupos de riesgo
Un buen número de perros es sensible a los cambios de
temperatura y acusan especialmente la llegada del frío y de la humedad,
entre este grupo de riesgo se encuentran:
-Perros de pelo corto, ¡aunque sean de tamaño grande!
-Perros de edad avanzada, ya que muchos presentan molestias o patologías articulares que se ven acentuadas en esta época del año.
-Perros de tamaño pequeño, a los que a veces les cuesta más regular su propia temperatura corporal.
-Perros con historial de afecciones respiratorias
o cardíacas, particularmente si son braquicéfalos, ya que debido a la
peculiar anatomía de su aparato respiratorio pueden tener mayor
dificultad en su recuperación ante faringitis, laringitis, bronquitis o
neumonía, por ejemplo.
-Los cachorros, porque su
sistema inmunitario aún no posee la madurez de un perro adulto, o bien
se encuentran en su periodo de vacunación, y por tanto el frío, las
corrientes de aire y la humedad representan un serio riesgo para su
salud.
Si el perro sufre un enfriamiento o permanece húmedo,
consecuentemente sus defensas naturales funcionarán con menor eficacia,
quedando su organismo más expuesto a la acción de bacterias, virus y
parásitos.
Como recomendaciones generales,
si el perro se encuentra entre este colectivo más vulnerable (y en
general, a todos los perros que viven en el interior de casa),
procuremos evitarle los cambios bruscos de temperatura, ya que durante
los meses fríos las casas tienen una temperatura elevada con respecto al
exterior; siempre que vuelvan húmedos de su paseo, secarles
escrupulosamente bien y no dudemos en recurrir a abrigos o impermeables
para protegerles de la lluvia y mantenerles calentitos en la calle.
2.Una visita al veterinario para comprobar que todo va bien.
Al comienzo del otoño es aconsejable realizar una visita a nuestro veterinario para que compruebe que el estado de nuestro perro es satisfactorio
tras el verano y las vacaciones; verificar que está correctamente
desparasitado, que tiene sus vacunas al día, y aprovechar, si se cree
necesario, para realizar un test de Leishmania, por si el perro
ha estado en algún lugar donde esta enfermedad es endémica o tiene un
alto riesgo de prevalencia, así nos quedaremos tranquilos.
Si nuestro perro presenta obesidad o sobrepeso
como consecuencia de haber realizado menos ejercicio en la época
estival o algún desorden alimenticio durante las vacaciones, es el
momento para recuperar su peso ideal, con una alimentación específica y
retomando su actividad física habitual.
3. Llega la muda estacional: la piel y el pelo necesitan ayuda
La muda del pelo es un proceso esencial en los
perros y en otros animales mamíferos para adaptarse a las condiciones
climatológicas cambiantes y a los rigores de una época más fría,
especialmente cuando los perros todavía no habían sido domesticados y
vivían en plena naturaleza.
Ahora comienzan a perder el pelo `de
verano’ a un ritmo variable, dependiendo del lugar en el que se
encuentre el perro y su modo de vida (si pasa mucho tiempo en el
interior o en el exterior de la casa): notaremos mechones que se caen y
van dando paso al pelaje protector del frío.
Este
proceso de muda es más intenso en los perros de pelo tupido y espeso,
pero incluso en aquellos de pelo corto se produce. Algunas razas como el
Caniche, cuyo pelo está en continuo crecimiento o el Yorkshire Terrier,
que carece de subpelo, no pasan por esta fase.
Es importante que
dediquemos algo más de tiempo de lo habitual a su pelaje, para ayudarle a
desprenderse del pelo ‘viejo’ con comodidad y agilizar la muda. Si se
deja que los nudos prosperen se dificulta la regeneración del pelo y la
piel se resiente al no poder airearse correctamente, dando lugar a
trastornos cutáneos como picores y caspa.
La alimentación
te ayuda también en esta etapa: un pienso específico, con el aporte de
nutrientes que ayudan a fortalecer la integridad de la barrera cutánea
(como los ácidos grasos omega 3) contribuye a que el perro tenga una piel más sana, y en consecuencia menos vulnerable, y un pelo fuerte y brillante.