Ingrid Ramón (Barcelona, 1975) es más que la mujer que susurra a los perros.
Es su traductora, su educadora, su psicóloga y su transformadora. Esta
adiestradora canina es una de las más preparadas de España: se formó en
Inglaterra, Bélgica, Noruega y Estados Unidos y lleva 17 años educando a
perros en positivo.
Después de trabajar en el extranjero durante diez años, hoy Ingrid Ramón dirige su propio centro en Barcelona, y colabora en el programa Veterinaris de Televisió de Catalunya (TV3);
también está especializada en perros de asistencia, conservación y
detección médica. De hecho, suyo es el único perro de España capaz de detectar el cáncer de pulmón, en un proyecto que lleva a cabo junto con el Hospital Clínico de Barcelona.
Entender al perro, el primer paso para una convivencia feliz
Ha presentado oficialmente su libro este mes, Entiende y educa a tu perro (Fordogever), que ya va por su segunda edición. Se trata de una guía
práctica fácil de usar dirigida a los propietarios de perros en la que
se explica pautas básicas para una convivencia perfecta, con casos prácticos.
Además, Ingrid traduce a “lenguaje humano” lo que los perros nos quieren decir con sus gestos, posiciones y gruñidos, pues la adiestradora sostiene que “un perro siempre está comunicando”.
Según un estudio de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena los perros son capaces de interpretar el comportamiento humano,
porque nos estudian continuamente y se esfuerzan por entendernos. “Los
perros ya hacen un esfuerzo enorme por entender nuestros gestos e
incluso lo que les decimos. Ahora nos toca a nosotros”, sostiene Ingrid.
Entender las necesidades del perro desde el primer momento y
adiestrarle desde cachorro para vivir en sociedad evitará males mayores
en un futuro: problemas de comportamiento, posibles situaciones
incómodas conflictivas e incluso abandonos. El perro se sentirá más
comprendido y mucho menos estresado en su día a día y el amo más
conectado a su mascota, seguro y tranquilo con su animal de compañía.
Esta es una de las grandes tareas pendientes en España, según esta
psicóloga canina que ha trabajado en países donde la relación
humano-perro es mucho más avanzada. “En otros países como Reino Unido o
Estados Unidos ocurre algo totalmente inverso: en esos países la gente tiene muy asumido que a un cachorro hay que educarlo lo antes posible y que esto debe hacerlo un profesional, así que lo primero que hacen es apuntarse a clases de cachorros”.
Sería como el equivalente a tener un niño y llevarlo al colegio,
indica. Además, los propietarios de animales tienen el hábito de
llevarlos a clases de obediencia, tanto en grupo con privadas: “De esta
manera se ahorran muchos de los problemas más comunes en la convivencia
con perros y crean un mejor y mayor vínculo con el perro”, comenta.
En España, esto se hace poco. Nos encontramos entonces con perros
adultos poco equilibrados, muchas veces porque se ha obrado mal por
desconocimiento. ¿Los errores más comunes a la hora de educar? “Socializar al perro incorrectamente, pegarle o estresarle cuando no hace lo que ellos quieren sin habérselo enseñado”, comenta la profesional en educación canina.
La agresividad: el principal motivo de consultas a adiestradores
Educar al perro desde cachorro con ayuda profesional evita muchas situaciones futuras de conflicto. “Los principales problemas por los que nos contratan en España son agresividad y ansiedad por separación”, explica Ingrid. La agresividad puede llevar a sustos e incluso a la muerte, como ocurrió este mismo mes a una mujer de 40 años que apareció muerta en su domicilio de Madrid a causa de las mordeduras de uno de sus perros.
La agresividad es un tema preocupante para cualquier amo de perro,
que se ve frustrado cuando se descontrola la situación y se siente
incapaz de dominar al animal. Pero el perro, según destaca Ingrid, ante
todo intenta evita el conflicto. Sin embargo, recurre a la agresividad como una herramienta para defenderse ante una situación que le incomoda. El problema es que hemos negado esa capacidad al perro, y nos escandaliza cuando utiliza su naturaleza animal.
“El estándar de exigencia que tiene un perro no se lo presuponemos a ningún otro animal.
Por ejemplo, si hay un cocodrilo con hambre y tu le metes la mano en su
comida, a pocos nos sorprendería que defendiera su comida y nos
mordiera; en cambio, de un perro se considera un ultraje que haga
exactamente eso. Son comportamientos que se pueden y se deben enseñar
(correctamente) para una convivencia sana, pero que muchas veces se le
exigen al perro porque es lo que ‘debe’ hacer”, dice Ingrid.
“Un perro que necesita llegar a gruñir e incluso te muestra los dientes o muerde indica que está claramente en conflicto contigo.
Te está diciendo que hay algo en la situación que no le gusta, que está
incómodo, que por favor pares. Y si no es el caso, necesitará
defenderse. Sea cual sea la razón, el gruñido e incluso el mordisco son
la punta de iceberg”, continúa.
En estos casos, en lugar de acudir al castigo (algo que solo
aumentará la agresividad o romperá vuestra relación y lo convertirá en
una bomba de relojería), la experta explica que “hay que descubrir la raíz del problema
(dolor, miedo a ser tocado, posesividad de recursos, estrés, malas
asociaciones, etc…). Cuando la trabajemos, eliminaremos todas estas
advertencias automáticamente”, sostiene.
Tratar la agresividad en perros
Parece sencillo cuando Ingrid lo explica, pero no lo es. La
agresividad es un problema que trae de cabeza a los dueños. Tanto es así
que según datos de la Fundación Affinity, el mal comportamiento es la razón del 11% de los abandonos de animales de compañía, muy por delante del fin de la temporada de caza, por ejemplo.
¿Cómo trata un profesional un problema de agresividad en un animal que ha adquirido ese comportamiento? “Lo primero que trabajo son los niveles de estrés para proporcionarle más calma al perro y
que así sea capaz de aprender, además de mejorar automáticamente su
calidad de vida. Una vez se consigue esto (y nunca antes) se le puede
enseñar al animal otras maneras de vivir esa situación, comportamiento
nuevos y soluciones diferentes a las que está tomando hasta ahora”,
explica la psicóloga canina.
Es importante saber que este problema puede afectar a cualquier raza, no únicamente a las consideradas como PPP (Perros Potencialmente Peligrosos). Por eso esta educadora canina está muy en contra de esta calificación.
“Es una ley sin ninguna base científica y que no ha servido más que para una cosa: condenar a millones de perros al estigma social a acabar abandonados y con muy pocas probabilidades de adopción, ya que el camino para hacerlo está lleno de trabas”, sentencia.
Aun así, no son pocos los países europeos donde está directamente
prohibido tener perros catalogados como razas potencialmente peligrosas.
“En algunos países parece ser que es más fácil, barato y provechoso prohibir que educar.
El miedo social creado también influye y el hecho de que se tengan
perros sin tener conocimientos previos tampoco ayuda”, comenta Ingrid.
El líder de la manada. ¿Cómo educar a un perro?
Otro de los conceptos que se han hecho famosos en estos últimos años y
que es muy criticado por esta adiestradora es el de educar siendo “el
líder de la manada”: “Cuando enseñas a un perro así, te hace caso porque te tiene miedo y quiere evitar el castigo y los efectos para él son devastadores”.
El problema de esto es que mucha gente que utiliza este método “no observa los signos de miedo que expresa el perro y se piensa que porque ha dejado de hacer un comportamiento es gracias a que ellos han sido ‘líderes o machos alpha’”. Mentira
La realidad es que “el perro se está inhibiendo por miedo al castigo.
Una vez el “educador” desaparezca o la motivación para hacer el
comportamiento sea más alta, volverá a surgir, y normalmente con más
intensidad. Un líder enseña, educa, saca lo mejor de ti, lo potencia y
te anima a seguir tu destino. Lo contrario de esto es un dictador”.
Educar en positivo
Entonces, ¿cuál es el método? “El adiestramiento en positivo, un
método que requiere de grandes conocimientos de cómo siente, vive y
aprende un perro”, explica. “No hay necesidad de correcciones, ya que al facilitarle el camino para que solo lo pueda hacer bien, el perro aprende directamente lo que queremos que haga. Y si para él es beneficioso (y ese es nuestro trabajo, hacer que lo sea) lo repetirá sin ningún problema”.
Es mucho más que solo dar premios: “Es entender al perro, guiarlo y
darle lo que quiere a través de un comportamiento que nosotros valoramos
como correctos. Todo ha de ser divertido para los dos, ¡se aprende
jugando!”, dice Ingrid.
“Lo primero que debemos entender es que si un perro hace algo es porque hay un beneficio para él,
aunque a nosotros a primera vista no nos lo parezca. Por ejemplo, si un
perro tiene miedo a que otros perros se le acerquen, puede haber
aprendido a ladrar e incluso mostrar signos más evidentes de
agresividad, para así conseguir que otros perros se alejen y le dejen
tranquilo”.
Esta conducta puede ser problemática para nosotros, pero para el animal es efectiva y por eso la lleva a cabo. “Aquí es donde necesitamos a un buen profesional para que nos ayude a cambiar la percepción del perro, a hacerle positiva esa situación que vive como negativa”, comenta la adiestradora.
Porque para tener una sociedad con perros equilibrados solo hay un
camino: un mejor entendimiento entre humanos y caninos. Los perros ya
están haciendo su esfuerzo con la gran capacidad de adaptación. Ahora
faltamos nosotros.
Publicado en La Vanguardia