En el año 923 nació Bernardo de Menthon, archidiácono de Aosta que dedicó su vida a difundir la fe cristiana entre los habitantes de los Alpes. En el año 1049, en el paso de montaña del Gran Monte Saint Bernard se funda por parte de unos monjes el Hospicio del Gran San Bernardo en su honor, con el objetivo único de asistir y ayudar a los viajeros y peregrinos que transitaban por el paso.
Desde mediados del siglo XVII, comienzan a criarse perros grandes de montaña para guardia y vigilancia. Estos imponentes canes pronto desarrollaron funciones de escolta y sobre todo de salvamento para los viajeros que debido a la niebla y las nieves del lugar se habían desorientado y perdido el rumbo con el peligro de fallecer debido al intenso frío reinante.
Existen infinitas crónicas escritas en documentos antiguos que relatan historias épicas sobre estos perros y que destacan la gran labor que desarrollaron en pro del salvamento de vidas humanas. Una de ellas narra como los soldados de Napoleón en el 1800 cruzaron el paso de montaña guiados por los San Bernardo y como este hecho difundió por toda Europa las bondades de estos canes dándoles una fama que incluso perdura en el presente. En 1887, la raza San Bernardo pasó a ser una raza oficial suiza y desde entonces pasó a convertirse en el perro nacional de dicho país.
Desmontando el mito del barril
El mito del barril de brandy al cuello de los San Bernardo no existe. La idea del barril surge de un joven artista inglés, Sir Edwin Landseer (1802-73), muy apreciado por la reina Victoria. Era un famoso pintor de paisajes y animales que en 1831 pintó una escena titulada “Mastines alpinos reanimando a un viajero en apuros” en el que se veía a dos San Bernardo, uno de ellos portando un pequeño barril de brandy al cuello y que el pintor simplemente añadió por el simple hecho de darle algo más de interés a la pintura. Al tratarse de uno de los artistas favoritos de la reina Victoria I, el cuadro se popularizó rápidamente, quedando en la memoria colectiva la imagen que plasmaba al San Bernardo con el barril al cuello y desde entonces muchos han sido los artistas y escritores que han incorporado un barrilito de brandy a los canes de esa raza que aparecen en sus obras. Desde entonces, la imagen del perro asociada al dichoso barril ha ido de la mano. A los turistas les encanta la idea de que el cuadrúpedo bonachón siga pudiendo ofrecernos una copa de brandy y es por ello que la historia pervive actualmente. Además debemos añadir que los médicos no aconsejan el suministro de alcohol a una persona que presente síntomas de hipotermia o congelación, ya que con ello empeoraríamos su situación
Tanto médicos como expertos advierten que nunca se le debe suministrar alcohol a una persona que presenta síntomas de hipotermia o congelación, ya que con ello agravaríamos su situación debido al efecto vasodilatador que posee el alcohol. Es más conveniente ofrecer bebidas que aporten glucosa y atemperadas.
Sin embargo y resumiendo lo dicho anteriormente, hay historias que aunque no sean realidad poseen una fuerza extraordinaria y la del perro San Bernardo ofreciendo su barril de brandy a un peregrino moribundo para salvarle la vida es de esas que queremos resaltar tantas veces como sea necesario.
El gran hospicio y monasterio Saint Bernard, donde los perros fueron criados originalmente, fue construido en el siglo XI y sigue en pie. Hoy en día, los visitantes son bienvenidos a pasar la noche, cenar o visitar la capilla y Museo. Para aquellos que quieren llevarse a casa un recuerdo de su viaje, la tienda de regalos del monasterio ofrece collares de perro con barriles conectados a ellos.
Texto extraido de
Perricatessen