Con el inicio de la muda, ya están aquí llegan las temidas bolas de pelo (tricobezoares),
 a las que tu felino tendrá que expulsar de su aparato digestivo. La 
naturaleza extremadamente limpia del gato le impulsa a atusarse 
frecuentemente mediante el lamido. Este ritual le relaja y le permite 
desprenderse del pelo muerto con la ayuda de su lengua, que actúa como 
un peine. Pero puede convertirse en un problema.
1. La lengua del gato. Todos
 los que tengáis gato habréis observado las características y diminutas 
“espinas o ganchos” que recubren y protegen su lengua. Este tejido 
áspero se denomina papilas cónicas. Es como un cepillo natural que le 
permite, entre otras funciones, arrastrar parte del pelaje cuando se 
lame, pero el pelo se queda enganchado en esas “púas” y el gato solo 
puede hacer una cosa con él, ¡tragárselo! La naturaleza es sabia, pero a
 veces imperfecta.
2. Cómo se forma la bola.
 Ese acúmulo de pelo ingerido –junto a restos de comida, saliva o jugos 
gástricos–, termina formando una bola pilosa, como una maraña, que puede
 quedar retenida en cualquier lugar del tracto digestivo del animal, con
 el consiguiente riesgo para su salud que esto conllevaría.
3. Si es capaz de expulsarla. En
 general, los gatos sanos suelen tener facilidad para eliminar las bolas
 de pequeño tamaño mediante procesos naturales como el vómito, la 
regurgitación o las heces. Si eso sucede no hay por qué preocuparse, 
aunque el propietario puede alarmarse ante los esfuerzos que hace su 
gato intentando expulsar ese molesto “alien”.
Los gatos mayores suelen tener un sistema digestivo ralentizado, así que hay que prestarles especial atención.
4. Si el gato es incapaz de deshacerse de la bola de pelo
 entonces la situación se complica, ya que esta se va compactando, 
aumenta de tamaño y se queda atrapada en el píloro o en el intestino 
delgado –o en cualquier otra parte del recorrido digestivo– siendo el 
pobre incapaz de expulsarla por sus propios medios. Este hecho puede 
provocar una obstrucción más o menos severa. Llegados a este punto la 
única opción es recurrir a nuestro veterinario.
  
5. Los síntomas de que algo va mal.
 Podemos detectar que nuestro amigo tiene problemas si observamos algún 
comportamiento anómalo en él, o pierde el apetito, vomita, tose, está 
estreñido o presenta una cierta apatía, entre otros indicios.
 
Estos sencillos consejos os van a ayudar:
Cómo prevenirlas. Como casi siempre, la mejor manera de 
minimizar el problema es establecer una serie de hábitos cotidianos que 
le ayuden con el manejo de su propio pelaje.
El cepillado regular
 será nuestro mejor aliado en la batalla contra las bolas de pelo. Un 
gesto diario casi obligado para los gatos de pelaje largo y abundante y a
 realizar unas dos veces por semana, aproximadamente, para los de pelo 
corto, ya que ninguno se libra de las bolas. Así arrastramos y retiramos
 el pelo muerto y la suciedad del manto, y ¡todo se queda en el cepillo,
 no en su lengua!
Una vez finalizada la sesión de peluquería, no 
olvidéis pasar un trapito humedecido (o toallita, o con la mano) para 
recoger los restos de pelo que se puedan haber quedado en el cuerpo de 
vuestro felino.
Una ayuda extra con el aporte de malta específica
 para gatos, que ejerce un suave efecto laxante y lubricante y suele ser
 bien tolerada por ellos (a muchos incluso les encanta). Este producto, 
que existe en múltiples presentaciones (pasta, jarabe, etc.) les ayuda a
 evacuar las bolas de pelo. Consulta a tu veterinario si estás pensando 
en proporcionársela.
Una alimentación específica y
 perfectamente equilibrada, cuyos nutrientes y aditivos, como los 
fructoligosacáridos, contribuyan a promover su salud digestiva y 
mantener un buen tono de motilidad intestinal, también es un factor 
decisivo que ayudará a que tu gato esté saludable y a decir ¡hasta 
nunca! a las molestas bolas de pelo.