El pasado 31 de enero ocurrió un fenómeno
que no sucedía desde aproximadamente 1982: la coincidencia de un
eclipse lunar, una superluna y una luna llena que pudo verse en algunas
partes del mundo.
Como muchos buscasteis en el cielo aquella noche algo distinto, os quiero traer, a colación, una leyenda Cherokee que se remonta millones de años atrás.
Los Cherokees son un pueblo nativo americano pertenecientes al área
sur de los bosques de Norte América y cuyo nombre significa “aquellos
que viven en las montañas o en las cuevas”.
Cuando el planeta Tierra era muy joven y había pocas estrellas en el cielo, los pueblos dependían del maíz para comer y se veía todo con los ojos del alma, capacidad que hemos perdido con los siglos.
El
maíz era el sustento principal de la población e incluso tenían una
gran ceremonia en honor a este alimento. Este cereal seco se convertía
en harina, que era almacenada en grandes cestas durante el invierno para
poder fabricar pan y papilla.
Una mañana, un matrimonio de
ancianos fue a buscar harina de maíz para hacer el desayuno bien
temprano, pero para su sorpresa, al llegar a las cestas observaron que algo o alguien había estado por la noche hurgando en sus pertenencias.
Era extraño, pues en todo el poblado se gozaba de un buen ambiente vecinal y los ladrones no abundaban por los alrededores.
Cerca de los graneros encontraron granos dispersos por el suelo y unas
gigantescas pisadas de perro; la noticia corrió como la pólvora.
Los
vecinos, alertados por esta misteriosa aparición, preguntaron al chamán
de la tribu por el origen de la misma, indicándoles este que se trataba de un espíritu de otro mundo encarnado en un gran can.
El espíritu guerrero Cherokee despertó a toda la tribu jurando que lucharían para que tan monstruoso animal desapareciera, pues no lo querían en el poblado.
Esa misma noche la tribu se reunió alrededor de sus tambores y
caparazones de tortuga invocando a los espíritus benefactores para
posteriormente esconderse detrás de los graneros a esperar.
Bien entrada la noche escucharon el zumbido de unos sonidos similares al canto de los pájaros para seguidamente ver cómo descendía la sombra de un enorme perro desde los cielos y aterrizaba al lado de las cestas de maíz para dar grandes bocados a los granos de oro.
Los guerreros saltaron de inmediato sobre la grupa del animal sacudiéndole fuertemente y descargando golpes como truenos sobre él. El can, dándose la vuelta asustado, comenzó a correr hasta llegar a lo alto de una colina y saltar hacia el cielo perdiéndose en la espesa noche.
Mientras corría, granos de maíz iban deslizándose de su feroz boca hacia el firmamento dejando un rastro, un camino sobre el cielo. Cada granito de maíz estalló convirtiéndose en una brillante estrella.
Los Cherokees llamaron a este patrón de estrellas “el camino por donde corrió el perro” y así es como nació la Vía Láctea.