Esta es una pregunta que nos hacemos a menudo cuando observamos a 
nuestro perro un poco bajo de ánimo o “tristón”, pero ¿realmente los 
perros pueden manifestar signos de depresión? No es extraño notar alguna
 vez que se encuentra decaído, sin ganas de jugar, salir a pasear o 
comer. En esta entrada os hablamos de los factores que pueden afectar a su bienestar psicológico y emocional.
Comportamiento abatido o “triste”
Es difícil, puesto que no existen estudios o 
estadísticas científicos al respecto, establecer una similitud exacta 
entre los comportamientos, reacciones y “estados de ánimo” de los perros
 y de las personas. Sin embargo, es frecuente podido observar en los 
perros, signos de apatía o falta de interés por su entorno. Algunos 
perros son muy sensibles a alguna de estas situaciones, que les llevan a
 mostrar alteraciones en su conducta:
– Falta de atención
 o interactividad por parte de su propietario, lo que le ocasiona 
sentirse “rechazado” o poco integrado en el hogar. Los perros son 
animales eminentemente sociales.
– El aburrimiento, la falta de estímulos mentales para jugar, en su educación y desarrollarse plenamente.
-Permanecer solo en casa o la ausencia de su propietario habitual, sobre todo si está muy apegado a él.
–Ausencia de rutinas
 y horarios establecidos tanto en sus paseos, comidas y aseo. Los perros
 son mascotas que aman las rutinas, ya que les proporcionan seguridad y 
les ayudan a minimizar el estrés.
-Cambios en el hogar:
 llegada de otro perro u otra mascota, llegada de un bebé, mudanzas, 
etc, o cualquier circunstancia que pueda afectar a su vida cotidiana o a
 su “jerarquía”.
-Situaciones o episodios traumáticos.
-Causas físicas: enfermedades o procesos fisiológicos que le dificultan su comportamiento habitual.
-Factores que le producen ansiedad
 o desasosiego como los ruidos ambientales frecuentes en el hogar, falta
 de descanso, ausencia de paciencia y serenidad en su manejo y 
educación, ya que los perros perciben nuestro estado de ánimo, empatizan
 con él y “lo absorben”.
Ante estos signos, lo primero es llevarlo al veterinario.
-La comunidad veterinaria aconseja que si se observa alguno de estos signos o síntomas, estos pueden estar causados por un problema físico, una dolencia,
 por lo que lo primero que se debería hacer es realizar una completa 
revisión para descartar alguna dolencia o trastorno de su organismo. 
   
– La apatía, la falta de interés y curiosidad por jugar, por explorar o por relacionarse con otros perros, por ejemplo.
-Cambios en el apetito: por una falta del mismo o por exceso.
-Cambios en el sueño:
 tanto por somnolencia excesiva (dormita o duerme más horas de lo normal
 en él), como por ansiedad o nerviosismo, que le impiden descansar.
-Problemas en el aparato digestivo.
–Conductas extrañas o anómalas: como gemir y llorar frecuentemente, deambular de un lado para otro, comportamientos destructivos, o esconderse.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero es tener un diagnóstico clínico
 emitido por un veterinario, que estudiado el caso concreto y las 
circunstancias físicas y el entorno de cada perro, puede prescribir un 
tratamiento con fármacos para minimizar la ansiedad.
Los propietarios podemos hacer mucho
 para prevenir este tipo de situación, procurando a nuestro perro una 
vida estable y agradable, atendiendo sus necesidades sociales y de 
estímulos, dedicándole tiempo al juego, al ejercicio y al deporte, 
educándole correctamente para que adquiera buenos hábitos desde 
cachorro, ofreciéndole una nutrición equilibrada y completa, y 
asegurándonos que reciben cuidados veterinarios e higiénicos. Si por 
circunstancias especiales se precisa ayuda, es conveniente el 
asesoramiento de un etólogo o educador canino para mejorar la vida 
emocional de nuestro compañero.
Publicado en El Blog de Arion