Conseguí a mi cachorro Harry cuando tenía cuatro años en una pequeña tienda de mascotas en la calle de mi casa. Yo amaba a mi Harry. Era un Schnoodle (una mezcla de schnauzer y caniche), y era adorable. Fui yo quien sacó ese pequeño cacahuete. Me enamoré de él y conseguí que mi madre convenciera a todos los demás para que vinieran a verlo, ¡y luego lo conseguimos! Harry recibió su nombre porque en ese momento Harry Potter y la Piedra Filosofal acababa de salir y mis primos y yo estábamos enamorados de ella.
Corríamos montando sobre nuestras escobas y Harry mordía los extremos y montaba con nosotros. Era un buen chico, te dejaría hacerle cualquier cosa. Quería ser veterinaria desde que era una niña, así que le hacía pequeños chequeos y él se sentaba allí para mí todo el día. Cuando tenía unos siete años, mi madre me compró un conejito para mi cumpleaños, y una cosa que tenia Harry era que le encantaba perseguir a los conejitos. Así que déjame decirte que le tomó un tiempo acostumbrarse a Lily. Pero al final, él ni siquiera la veía como un conejito, solo era Lily. Luego, cuando tenía diez años, tuvimos otro perro llamado Toby, ¡Harry lo amaba, tenía un hermano! ¡Crecieron juntos persiguiendo a los conejos, saltando a la piscina y atacando a las piñatas! Luego me mudé de la casa de mi familia a un apartamento con mi madre. Los visitaba todo el tiempo pero mi familia no me dejaba llevarme a ninguno de los dos, así que decidí buscar mi propio cachorrito.
La llamé Dixie por Darryl Dixon y la llevamos a visitar a Harry también. Cuando era una perrita, se amaban, pero cuando creció, se separaron. En este punto de la historia, ya soy estudiante de secundaria y Harry tiene 13 años. Recuerdo que tenía momentos difíciles, le diagnosticaron diabetes, cálculos en la vejiga, cálculos renales, artritis, cataratas y mucho más. Se estaba muriendo, y lo sabía, pero lo amaba tanto... Lo visitaba en cada oportunidad que tenía. Un día, estaba en la escuela sentada en mi mesa del almuerzo y mi mamá me envió un mensaje de texto y me dijo que estaba allí para recogerme. Yo sabía que algo estaba mal, reuní mis libros y comencé a salir. Durante el camino, lo sentía en mis entrañas, algo estaba realmente mal, y una vez que la vi, lo supe. Solo recuerdo que era como una película. Me detuve y enseguida empecé a llorar. Ella me dijo que viniera aquí y recuerdo haber preguntado si era Harry, aunque ya lo sabía, y ella solo asintió. Esperé en el auto a que ella buscara a mi prima y nos dirigimos a la casa de mi abuela, donde él estaba para despedirse. Mi tía lo había llevado al veterinario ese mismo día, donde le dio a Harry algunos medicamentos para el dolor y le dijo que podíamos llevarlo a casa para despedirlo y devolverlo más tarde.
Nos sentamos durante horas con él, acariciándolo y llorando con él. Contamos todas las grandes historias que tuvimos con él, y después de un tiempo, llegó el momento. Ahora, porque pensé que debía y pensé que podía soportarlo, Decidí ir con él para dejarlo. Yo quería estar con él. Quería que él supiera que era amado y que no sería olvidado. Mi tía, mi abuelo, mi madre y yo, fuimos al veterinario con Harry envuelto en una manta. No sé si puedo decir que recomiendo ir con la familia a este tipo de cosas si no estás listo para verlo. Nunca olvidaré cómo se veían sus ojos. Cuán llenos de vida estuvieron un segundo y al siguiente estaban tan vacíos...
Lloraba más fuerte que nunca. Mi tía lo reconfortaba llorando, pero el veterinario miró a mi abuelo y solo asintió con la cabeza. Pero ya sabía que se había ido. Mi tía seguía intentando cerrar sus ojos, pero no lo hacían. Lo envolvimos en la manta, lo llevamos a casa y lo sepultamos. Les conté a nuestros amigos de la familia lo que pasó y mi primo publicó en Facebook que perdimos a nuestro peludo miembro de la familia. Al día siguiente fui a la escuela y estuve medio día bien. Pero luego llegó mi amiga, la miré y supe que ella lo sabía y empecé a llorar, me abrazó y me di cuenta de que no estaba bien. Me di cuenta de que perdí mi primer perro, mi primera mascota, mi primer amor. Hoy puedo hablar de él, pero si hablo de su último día lloraré, y está bien. Porque los perros no son solo perros. Ellos son familia.
Publicado en PetLife