La presencia de los lobos en el sur del Duero y el este de la península sigue en blanco. Un factor que determina ese desequilibrio poblacional es, según el informe, las competencias autonómicas en medio ambiente. “Paradójicamente, la Ley de Caza de 1970 fue mucho más conservacionista que la mayor parte de leyes autonómicas que permiten todo tipo de caza en parques nacionales todo el año. Cada autonomía legisla de forma diferente. Algunas son más laxas que otras, actúan de forma arbitraria y casi siempre mal, sin dejarse orientar por los científicos. Por ejemplo Madrid, que tiene al lobo como especie protegida, no ha desarrollado un plan claro de protección. La normativa europea, que tiene al lobo entre sus especies prioritarias a recuperar, es clara pero no se cumple en ninguna Comunidad. Las administraciones no son beligerantes contra el lobo pero tampoco favorecen su recuperación”, señala Sánchez, coautor del informe.
En zonas de baja densidad de lobos, muchos de los ataques atribuidos a esta especie son causados por perros asilvestrados, abandonados o descuidados, por lo que entre las recomendaciones del informe, los autores señalan la importancia de regular su presencia en los entornos naturales y la necesidad de censos y seguimiento. “En Reino Unido existen los mismos ataques al ganado que en España pero no por lobos, porque los mataron hace varios siglos, sino por perros, y nadie dice que hay que matar a todos los perros. Uno de los problemas es el tipo de raza del ganado vacuno. Si se importan razas centroeuropeas, que son más productivas pero que no tienen el cuidado parental que defienda a las crías frente a los depredadores, los terneros están expuestos, más aún cuando el lobo no tiene posibilidad de conseguir presas naturales”, observa Sánchez.