Quien tiene una mascota sabe la inmensa compañía que supone tener un amigo peludo. Es cierto que no te van a contestar, pero cuando miras sus ojos, se establece tal conexión que puedes llegar a ver un ápice de entendimiento en ellos. Para muchos, son compañeros de alegrías y penas, hasta el punto de considerarlos al mismo nivel de una persona querida o miembro de la familia.
Ver las alharacas y fiestas que hace tu perro a tu alrededor, dando saltos de emoción cuando le dices que vais a dar un paseo, el confort que te produce el ronroneo de tu gato en el sofá cuando estás en horas bajas…No es de extrañar que muchas veces les hablemos y contemos nuestra vida como si fuesen seres humanos. Si lo haces habitualmente, tranquilo, no estás loco.
Esta complicidad que notas en muchas ocasiones, no es una fantasía. “Cuando hablas con ellos, responden. Tu perro puede girar la cabeza y devolverte una especie de mirada interrogativa, como: ‘¿eh?’ Yo digo, ‘¿Quieres salir?’ Y mi gato se acercará a mí y dice ‘miau’. No creo que estén procesando las palabras de la misma manera que lo hacemos nosotros, pero tenemos este sistema de comunicación basado en el lenguaje”, asegura Hal Herzog, el antrozoólogo -experto en interacción humano-animal- y profesor de psicología en la universidad de Carolina Occidental.
De hecho, hay estudios que ratifican esta comprensión. Según Stanley Coren, investigador canino de la Universidad de British Columbia de Vancouver, los perros son capaces de distinguir más de 160 palabras , comparando su inteligencia con la de un niño de dos años.
En su libro The Intelligence of Dogs , establece un ranking de inteligencia en función de la raza, situando a collies, caniches, pastores alemanes, golden retriever y doberman entre los más listos. Asimismo, divide sus capacidades en tres tipos de inteligencia: instintiva, adaptativa y la de trabajo y obediencia.
Por otro lado, investigadores de la universidad Eötvös Loránd (Budapest, Hungría) confirmaron mediante escáneres cerebrales que los canes, al igual que las personas, usan el hemisferio izquierdo para procesar las palabras y el hemisferio derecho para la entonación. Los hallazgos de los científicos sugieren que son capaces de integrar los dos tipos de información para unificar el significado con mecanismos similares a los nuestros.
Attila Andics y su equipo se dieron cuenta de que los elogios activaron su centro de recompensa sólo cuando coincidían las palabras y la entonación, es decir, que una alabanza acompañada de una buena y adecuada entonación se mostraba en su cerebro al igual que otro tipo de estímulos placenteros, como si saboreasen un generoso plato de su comida preferida.
Asimismo, en el caso de los perros, no solo pueden entender ciertas palabras, ellos también pueden hacerse entender a través de determinados ladridos y gruñidos, según otra de las investigaciones de Andics de la universidad Eötvös Loránd.
En el experimento 40 participantes, escucharon diferentes gruñidos registrados de 18 perros que custodiaban su comida frente a un sonido amenazante, o jugango a un tira y afloja. El 63% de los voluntarios humanos supo clasificar correctamente este tipo de gruñido. También determinaron que tanto las mujeres como aquellos que tenían experiencia previa en perros puntuaron más alto a la hora de descifrar el lenguaje canino. Sin embargo, al 81% les costó diferenciar entre un gruñido amenazador y uno de hambre.
Comunicarnos con ellos puede mejorar nuestro estado emocional y reducir nuestro nivel de estrés, de ahí que existan muchas terapias con animales que ayuden a niños con autismo. Por ello, háblales sin reparos porque será bueno para ambos.
Publicado en La Vanguardia