Las mascotas, sobre todo los perros, no tienen que ser vestidos como si fueran las muñecas de la infancia. Pero sí necesitan contar con un abrigo cada vez que salen a caminar o hacer sus necesidades al parque o por las calles. No es una cuestión de postureo, aunque haya una potente industria de la moda para animales domésticos, sino de compensar aquello que el hombre modificó en estos animales.
“Hemos humanizado a las mascotas y van perdiendo su capacidad de adaptación a los cambios de temperatura”, describe el veterinario Eduardo di Lello. “Por ello debemos compensar ese déficit que les hemos provocado con la provisión de un abrigo en caso de que haga frío”, agrega.
Adaptación natural a las temperaturas
Los animales cambian el pelo en las estaciones para adaptarse al clima. “En invierno desarrolla un pelo más largo que genera una capa de aire. Cuando hace frío se erizan, y es para generar una capa aislante térmica, que se mezcla entre los pelos de la cubierta pilosa”, detalla Di Lello.
En el caso de las razas con pelo más largo, como los San Bernardo o los pastor alemán, “esa capa pilosa es un poco más espesa y la lanilla que se crea encima de la piel funciona como aislante térmico”.
Las razas que más sufren con el frío
Por ello, los perros que más sufren del frío son los de pelo corto, como el basset hound, el teckel, el galgo, el beagle, el boxer, el doberman o el bull terrier. Pero también los de contextura pequeña, como el yorkshire, el bulldog francés o el chihuahua, que además es de pelo corto. En esta última raza no hay que confundir sus habituales espasmos musculares, que parece que estuviera tiritando, con que pueda padecer frío.
Los perros que superan los diez años, así como los cachorros, también necesitan una protección extra al salir al exterior. Los primeros porque pueden padecer de problemas de artrosis en columnas o caderas (habitual en el pastor alemán, entre otras razas grandes) y además van perdiendo la capacidad de regular su temperatura. En el caso de los cachorros, debido a que no han terminado de desarrollar su sistema inmunológico.
Cuidado con los cambios bruscos
Los humanos que estamos en el interior del hogar a una temperatura de 21 a 24 grados buscamos la chaqueta para afrontar una sensación térmica exterior de 10 o cero grados. Pues esta conducta tan habitual también debe trasladarse a la mascota, porque más que el soportar el frío, el problema reside en el cambio brusco de temperatura, lo que puede causarles problemas respiratorios, precisa este veterinario.
Por ello, lo que no se debe hacer es mantener al animal con un abrigo, aunque sea un bonito jersey navideño, en el interior del hogar. Los perros no tienen la capacidad de sudar a nivel cutáneo, sino que lo hacen por las almohadillas plantares y por el jadeo, por lo que no alertan que están sufriendo de un exceso de calor.
Hay razas más adaptadas que otras a los climas fríos, como el husky siberiano o el malamute de Alaska. Pero incluso el lobo, en su estado salvaje, mantiene el instinto de refugiarse en madrigueras o cuevas para soportar las temperaturas bajas, sobre todo en la noche, “y busca hojas secas para hacer un colchón térmico”. Por esta razón, si el perro duerme fuera, se sugiere que tenga unas mantas o que la caseta esté adaptada al frío y la humedad.
Qué abrigos usar
El abrigo debe cubrirle el lomo desde la base hasta la cola, que es la parte más expuesta al exterior. El cuello es otra parte que no debe quedar desprotegida. Una opción es combinar una sudadera y camiseta con un abrigo, sugiere Haritz Aramendi, socio fundador de la sastrería para mascotas Caninetto.
La mayoría de las prendas de abrigo para perros son de nylon o de tipo jersey, pero hay personas que buscan piezas muy acolchadas. Aramendi precisa que “ante la rigidez de un abrigo hay perros se quedan paralizados ya que se sienten incómodos”.
Por esta razón, lo ideal –aconseja- es “el uso de camisetas en géneros elásticos que resultan muy cómodos y cálidos siendo aptos tanto para estar en casa como para el exterior y añadirle el abrigo los días en los que con la camiseta o sudadera no es suficiente”.
Dado que en días invernales el clima puede ser impredecible, su perro puede alternar entre un abrigo impermeable para evitar que se moje con la lluvia o la nieve con “otro más de vestir”. En todo caso, más allá del abrigo, en las salidas con amenaza de lluvia es mejor llevar una pequeña toalla para secar al animal cuando se regresa al hogar.
Mejor sin botas
Lo que no es recomendable es ponerle botitas, excepto si se vive en la nieve: si el animal está siempre en el interior y a los pocos minutos está corriendo en un campo nevado puede tener laceraciones plantares.
Pero en el resto de los casos no es necesario. El perro necesita desgastar sus uñas, y excepto que se le haga sesiones regulares de pedicura, es mejor que tenga sus patas expuestas. Además el sistema sanguíneo les permite conservar mejor el calor en sus extremidades.
Qué pasa con los gatos
En el caso de los gatos, si se vive en un apartamento no tendrá la costumbre de salir al exterior, y el felino ya está adaptado a buscar sitios cálidos como estufas, mantas o zonas soleadas. El principio de sufrir más del frío si es de pelo corto, como el azul ruso o el bengalí, es similar al caso de los perros. Pero lo que sí será muy difícil es que el gato acepte usar un jersey o una capa.
“Por su estilo de vida es menos habitual que el gato realmente necesite un abrigo, pero los gatos sphynx son clientes habituales”, indica Aramendi sobre esta raza de felinos sin pelo, por lo que la prenda más demandada “son las sudaderas y camisetas de uso diario”.
En este punto también cabe ver la reacción de los perros: al momento de elegir un abrigo, cabe ver que no esté incómodo o que no le provoque picor. Porque los animales domésticos tienen una alta capacidad de adaptación, pero también saben cuando algo no les gusta.