Se llamaba Hugo y era mi perro. En verdad, jamás fue mío y he dudado cada día de que fuera un perro, aunque es cierto que se llamaba Hugo y que estuvo conmigo durante más de diez años. Tenía el pelo duro, casi cerdas, muy rubio y corto; y su cara, con expresión sonriente, estaba coronada por dos cejas de teatro kabuki que parecían pintadas.
HOLA AMIGOS
Bienvenidos a mi blog. Este será un sitio dedicado a la raza que me apasiona, el cocker spaniel ingles, y en general a todos los perros, con raza o sin ella. Aquí iré colgando temas relacionados con ellos, con los cocker y todo aquello que me parezca interesante, sobre veterinaria, etología etc...
Encontrarás que algunos artículos sobre el cocker son un poco técnicos, pero la mayoría son para todos los públicos. ¡No te desanimes !
Agradecimiento:
Me gustaría agradecer a todas las personas que nos han ayudado, explicado y aguantado tantas y tantas cosas, y que han hecho que nuestra afición persista.
En especial a Pablo Termes, que nos abrió su casa de par en par y nos regaló jugosas tardes en su porche contando innumerables “batallitas de perros”. Suyas fueron nuestras dos primeras perras y suya es buena parte de culpa de nuestra afición. A Antonio Plaza y Alicia, también por su hospitalidad, su cercanía, y su inestimable ayuda cada vez que la hemos necesitado. También por dejarnos usar sus sementales, casi nada. Y a todos los criadores y propietarios que en algún momento, o en muchos, han respondido a nuestras dudas con amabilidad.
Y, por supuesto, a Rambo, Cibeles y Maripepa, a Chulapa y Chulapita, y a Trufa, como no, y a todos los perros con pedigrí o sin el, con raza o sin ella por ser tan geniales.
Muchas gracias
Te estaré muy agradecido si después me dejas tus impresiones en forma de comentario.
Espero que te guste y que vuelvas pronto.
PARA LA REALIZACIÓN DE ESTE BLOG NINGÚN ANIMAL FUE MALTRATADO
lunes, 18 de mayo de 2020
DE AMIGOS Y DE HUMANOS, POR LUCÍA TELLO
Se llamaba Hugo y era mi perro. En verdad, jamás fue mío y he dudado cada día de que fuera un perro, aunque es cierto que se llamaba Hugo y que estuvo conmigo durante más de diez años. Tenía el pelo duro, casi cerdas, muy rubio y corto; y su cara, con expresión sonriente, estaba coronada por dos cejas de teatro kabuki que parecían pintadas.