La recaudación de fondos para una buena causa era apenas un concepto nuevo, cuando estalló la guerra en 1914, pero en cuestión de semanas, la población británica había ido a toda marcha hacia la benéficencia. Conciertos, rastrillos, días de la bandera, matinés de teatro, conciertos, exposiciones, ventas, subastas y bailes fueron organizados con el fin de recaudar dinero para una gran variedad de organizaciones benéficas desde las campañas nacionales, como el Fondo Nacional de Ayuda o la Cruz Roja, hasta las más pequeñas instituciones, como los hospitales locales, o casas para los soldados convalecientes. Cajas de recolección comenzaron a aparecer en las mesas de restaurantes, señoras de clase alta merodeaban por las calles del West End, vendiendo banderas a los transeúntes y postales patrióticas fueron producidas por millares con todos los beneficios para la caridad.
Algunas de las más exitosas recaudaciónes de fondos, sin embargo, llegaron por medio de los caninos, en lugar de la forma humana. Una vez más, el uso de perros para recaudar dinero para buenas causas no era una idea original. El cuidado del perro como propiedad había florecido durante la época victoriana, un tiempo en el que también hubo un aumento en la actividad filantrópica. ¿Qué mejor manera de llevar al público a participar con sus centavos ganados con mucho esfuerzo y que por el entrañable, ya veces irresistible, sorteo del mejor amigo del hombre? Algunos de los perros para recaudar fondos se convirtieron en celebridades, como Jack London que recaudó cientos de libras para el London and South West Railway Servants' Orphanage (su sucesor, llamado en un derroche de imaginación Jack London II continuó las buenas obras del primero después de su fallecimiento).
Inevitablemente, la Gran Guerra vio más perros que nunca para la recogida de fondos que aportaron su granito de arena para el Rey y el país. En las zonas ocupadas, sobre todo en estaciones de tren, eran una vista familiar, a menudo con arneses llevando cajas de recolección en sus espaldas. Podemos ver unos cuantos aqui, desde un pequeño galgo italiano tirando de un carrito ambulancia de la Cruz Roja, hasta en la que se puede ver a Toby, que ha sido vestido amablemente de camillera, todo en la ayuda del Woolwich and District War Memorial Hospital. 'Southville Beau', es un orgulloso Yorkshire terrier, que había recogido tres mil monedas de un centavo para el Wool Fund para confeccionar calcetines y pasamontañas de lana para los chicos en las trincheras y luego está Laddie, la compañera de los 'Tommies', que tenía, en la fecha de esta fotografía, una recaudación de £ 130 para los heridos de la localidad.
Aquellos que están familiarizados con Mary Evans Picture Library sabrán que María, la fundadora de la biblioteca, era un gran amante de los perros y no habrá ninguna duda de que ofrece muchas más historias de la Primera Guerra Mundial relacionadas con los perros como este blog. Mientras tanto, haga clic aquí para ver los recaudadores más caninos.
Fundraising for good causes was hardly a new concept when war broke out in 1914, but within weeks, the British population had gone into charitable overdrive. Concerts, bazaars, flag days, theatrical matinees, concerts, exhibitions, sales, auctions and dances were all organised in order to raise money for a myriad of worthy charities, from national campaigns such as the National Relief Fund or the Red Cross, to smaller concerns like local hospitals, or homes for convalescent soldiers. Collection boxes began to appear on restaurant tables, upper class ladies prowled the streets of the West End selling flags to passer-bys and patriotic postcards were produced in their thousands with all profits going to charity.
Some of the most successful fundraisers however, came in canine, rather than human form. Again, using dogs to collect money for good causes was not an original idea. Dog care and ownership had flourished during the Victorian era, a time in which there was also an upsurge in philanthropic activity. What better way to get the public to part with their hard-earned pennies and shillings than by utlising the endearing, and sometimes irresistible, draw of man's best friend? Some doggy fundraisers became celebrities, such as London Jack who raised hundreds of pounds for the London and South West Railway Servants' Orphanage (his successor, unimaginatively named London Jack II carried on #1's good works after his demise).
Inevitably, the Great War saw more dogs than ever collecting for charity and doing their bit for King and Country. In busy areas, particularly at rail stations, they were a familiar sight often with harnesses carrying collection boxes on their backs. We picture a number of them here, from a tiny Italian greyhound being taught to pull a toy Red Cross ambulance, to the biddable Toby, who has obligingly dressed in medical-themed drag, all in aid of the Woolwich and District War Memorial Hospital fund. 'Southville Beau', is a proud looking little Yorkshire Terrier, who had collected three thousand pennies for the Wool Fund to knit socks and balaclava helmets for the boys in the trenches and then there is Laddie, the 'Tommies' Pal,' who had, by the date of this photograph, raised £130 for local wounded.
Those of you who are familiar with Mary Evans Picture Library will know that Mary, the library's founder, was a great dog-lover and we will be no doubt featuring many more dog-related First World War stories as this blog progresses. In the meantime, click here for more canine collectors