En los albores del siglo XXI, no obstante el desarrollo de la tecnología, el perro sigue siendo irreemplazable en las funciones de contenido social y humanitario: auxiliar -como lazarillo o para sordomudos-; casi infalible detector de estupefacientes, sustancias peligrosas o explosivas; y, en el tema que nos ocupa, rastreador en la búsqueda de personas extraviadas o, tras atentados y derrumbes de diverso origen, especialista en hallazgo de víctimas sepultadas por los escombros.
La intervención de canes adiestrados, junto a sus conductores socorristas, ha permitido el salvamento de quienes sufrieran las consecuencias de terremotos y maremotos, huracanes y ventiscas, aludes, derrumbamientos naturales o provocados, tras la caída de edificios, puentes, colisiones de ferrocarril, explosiones de minas, derrumbes de túneles y otros accidentes subterráneos, y a nivel de superficie, encontrar a seres perdidos en descampados, bosque, grutas, u ocultos, rehenes de secuestros.
Una brigada de perros de búsqueda y rescate, pues, no se limita al auxilio de personas enterradas o reclusas por efecto de los terremotos, si bien es cuando la acción de los sismos que, probablemente, los canes resultan insustituibles.
Aún no hay perceptores mecánicos -electrónicos, quimiotérmicos, etc.- que superen la detección canina, no sólo por su capacidad olfativa y la de discriminar sonidos, sino por la velocidad empleada para descubrir a sepultados, al contar con un comodín, la intuición, virtud carente en aparatos y máquinas. Naturalmente que esta intuición consiste en la suma de receptores, en la fineza de sentidos fisiológicos, pero aquí participa algo faltante en la máquina detectora: la voluntad e, inclusive, el empecinamiento perruno..., el insistir caprichoso, lúdico, afectivo, cosa prohibida a los instrumentos mecánicos.
He aquí una comprobación surgida del socorrismo en aludes: mientras que un equipo de diez técnicos, dotados con instrumental tecnológico de avanzada, cubre un área de una hectárea en 70 minutos, en igual superficie, un perro precisa sólo 10 minutos y su eficacia suele ser mayor. Tratándose de búsqueda bajo escombros (derrumbes) la experiencia arroja el siguiente promedio comparativo: en 5 minutos un can de rescate consigue cubrir 100 metros cuadrados; el hombre, valiéndose de instrumental, y con suerte, necesita de 45 minutos...Ni que decir, el factor tiempo, textualmente, será de vital importancia al producirse este tipo de catástrofes. Valga una acotación del técnico Enzo Vezzoli: "Además, ningún aparato, hasta hoy, detecta personas muertas; y para los parientes y deudos, el poder velar y despedirse de las víctimas, con el cuerpo presente, los ayuda a asumir el doloroso trance, porque a un desaparecido ni siquiera se lo llora".
Lo sucedido cuando el terremoto de Kobe, Japón (país cuya tecnología rodea el milagro), fue concluyente se requirió el auxilio de brigadas de perros de rescate; que, por no disponerse a raíz de la ultramodernidad nipona, viajaron desde Suiza y la itálica Scuola de Trento. Más allá de los logros de estos grupos, tardíos en razón de la distancia, los japoneses admiten que "de cualquier manera, nunca un detector mecánico hubiera procedido con la actitud amorosa de los perros socorristas. Y a ello, suene muy anacrónico, obedece la gran efectividad demostrada por los canes en Kobe".
¿Qué razas sirven?
Toda raza y aún de ninguna, híbridos, sirve: la experiencia, sin embargo, aconsejará ejemplares de buen olfato, dóciles, de estructura mediana o grande (aunque en algunos casos los perros más pequeños son capaces de llegar a lugares inaccesibles para los más grandes), preferentemente machos y, condición rigurosa, sanos y enteros (sin castración), por razones que se puntualizan después. Tal vez la única ventaja de un perro de pura raza es la predictibilidad de comportamiento y de posibles enfermedades.
Depende de la escuela, entonces, y de sus posibilidades y concepción resolutiva, las brigadas eligen mayoritariamente a un tipo de perro u otro. Así, los norteamericanos, para rescates en terremotos y derrumbes, prefieren -al parecer- el dobermann, el american cocker spaniel, el springer spaniel y el labrador, y en búsquedas a campo abierto, según documentales, el saint hubert, el dálmata y el labrador. Los suizos en casos de terremotos emplean el labrador, diversos mestizos de spaniel y, en rastreadores de superficie, el San Bernardo, el wachtelhund, el grosser schweizerhund y otros.
La Scuola de Trento, como razas de búsqueda y rescate, sugiere el pastor alemán, el labrador, el boxer, el riesenschnauzer y mestizos, incluyéndose en su escuadra, durante los trabajos de socorristas del terremoto de Irán, un bobtail (old english sheepdog).
Los guardaparques austriacos, en el rastreo de extraviados, usan el deutsche schwarzdogge (gran danés arlequín negro) y, al igual que la gendarmería alemana, también se valen del hovawart, el leonberger y el teckel denominado dachsbracke.
En el atentado a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, el grupo de rescate del ejército israelí, para desconcierto de muchos, trajo a la Argentina a dos ejemplares voluminosos Kelev, un rottweiler, y Jetzy, un deutsche falbdogge (gran danés bayo). En el cuerpo de auxilios de Tel Aviv, perteneciente a la Haganá, y cuando la Guerra del Golfo, las fotografías y noticieros mostraron el empleo del dobermann, el pastor alemán, el boyero de Flandes y el Canaan dog.
Cualquiera fuese la raza, el perro aventaja a la tecnología más moderna. En una prueba reciente, mientras con instrumental técnico verificado se localizó el figurante hasta un máximo de 5 metros de profundidad, en condiciones idénticas los perros lograron ubicarlo a 8 y hasta 10 metros bajo la superficie. Y además, en menor tiempo que los detectores.
¿Cómo se prepara un perro para rescate?
El ideal es entrenar un perro desde cachorro, ya que un completo adiestramiento para rescate toma cerca de dos a tres años y si comenzamos con un adulto, sólo estará listo cuando tenga 5 o 6 años, lo que disminuirá su vida útil. Debemos descartar enfermedades que puedan significar una limitación en su futuro desempeño, investigando incluso en sus padres la presencia de condiciones patológicas (por ejemplo en un Labrador, y Retrievers en general, debe descartarse Displasia de codos o caderas con radiografías, problemas oculares como displasia retinal, epilepsia, alergias, disfunciones tiroideas, etc.; en un Golden Retriever descartar estenosis subaórtica - problema cardíaco que causa una muerte repentina a temprana edad - y en otras las razas descartar Enfermedad de Von Willebrand - defecto de la coagulación sanguínes - luxación de rótula o cáncer).
Los requisitos ideales para iniciar un adiestramiento son:
1. Perro de tamaño medio o grande (50 a 90 libras) y de pelaje largo para resistir las adversidades climáticas.
2. Debe mostrar una inteligencia y "adiestrabilidad" sobre el promedio y ser de temperamento comunicativo.
3. Debe ser mantenido en excelentes condiciones físicas, sin sobrepeso y colaborador (no sirve un perro flojo)
4. Debe ser sociable con otros perros en la unidad y no mostrarse indebidamente agresivo por un liderazgo.
5. No deberá cazar ni fastidiar a otros animales.
6. No debe mostrarse indebidamente agresivo ni ante extraños no agresivos, amistosos, ni no tan amistosos.
7. Completar los estándares de obediencia habituales (ver más abajo).
8. Debe resolver exitosamente los obstáculos y y condiciones de terreno encontrados durante su entrenamiento o las misiones de rescate.
9. Debe estar familiarizado con los estándares operacionales usados en los adiestramientos de rescate.
10. Deberá ser examinado físicamente en forma anual por un veterinario para determinar que está en óptimas condiciones físicas y de salud para su trabajo de búsqueda y tener al día todas las vacunas recomendadas.
Publicado en El Perruno Digital