Algunos de los viejos maestros se daban la molestia de incluir
las caras de colegas artistas y de mecenas en las multitudes retratadas
en grandes pinturas al óleo.
Pablo Picasso rendía
honores similares a un amigo menos habitual: un perro salchicha, seguro
de sí mismo y pequeño, llamado Lump.
Sí, es Lump es que está en un plano del lienzo en las múltiples
reinterpretaciones picassianas de la obra maestra de Velázquez, ‘Las
meninas’. Ha desaparecido
el somnoliento perro de caza real del original. Su lugar ha sido ocupado
por, hum, un perro salchicha con cuatro patas cortas y dos puntiagudas
orejas.
Entre el 17 de agosto y el 30 de diciembre de 1957, Picasso pintó
44 bosquejos en su serie de las ‘Meninas’, y Lump aparece en 15 de
ellos. Ahora, gracias a la devoción de su antiguo propietario, el
veterano fotógrafo estadounidense David Douglas Duncan, el lugar, largo
tiempo ignorado de Lump en la historia del arte moderno -incluso si es
apenas una nota a pata de página- ha sido finalmente anunciado. Más de
tres décadas después de la muerte del artista nacido en España y del
perro salchicha nacido en Alemania, Duncan ha publicado ‘Picasso and
Lump: A Dachshund’s Odyssey’ (Bulfinch Press, $24.95), un libro de cien
páginas de fotografías tomadas en 1957 que muestran a Lump como el
consentido de la Villa La Californie, la mansión de Picasso en una
colina de Cannes.La secuencia empieza el 19 de abril de 1957, el día en
que Lump conoció a Picasso.
Duncan, que había
fotografiado a Picasso un año antes, llevó a Lump a dar un paseo, en
gran parte porque el perro no se llevaba bien con la otra mascota de
Duncan, un perro de caza afgano llamado Kublai Khan.“Lump decidió de
inmediato que esa sería su nueva casa”, recordó Duncan en una entrevista
durante una visita a París, observando mordazmente que ‘lump’ significa
‘granuja’ en alemán. “Me dijo más o menos: ‘Duncan, esto es. Me quedo’.
Y se quedó por los siguientes seis años”. Picasso estaba aparentemente
igual de encantado. Ese mismo día hizo su primer retrato de Lump, un
retrato firmado y datado del perro, que pintó en un plato mientras
almorzaba con Jacqueline Roque, su nueva amiga, con la que se casaría
cuatro años después.Duncan siguió volviendo. Ya famoso por su trabajo
como fotógrafo de guerra en Corea, disfrutaba de un acceso privilegiado a
La Californie, tomando miles de fotografías de Picasso y de la señorita
Roque, así como de Claude y Paloma, los hijos de Picasso con su antigua
amante Françoise Gilot. Y Lump aparecía frecuentemente en esas
fotografías.Ahora de 90 años y todavía viviendo en el sur de Francia,
Duncan ha publicado hasta el momento 25 libros de fotografías,
incluyendo ocho de Picasso trabajando y jugando.
También ha defendido a
Picasso durante largo tiempo de las críticas sobre su vida personal y
continúa su defensa en su nuevo libro: mostrando al artista en la
intimidad de su casa, Duncan busca retratarlo como un cariñoso hombre de
familia con una ligazón sentimental con un divertido
perrito.Ciertamente, aunque en La Californie ya vivían un bóxer grande
llamado Yan y una cabra llamada Esmeralda, Lump se convirtió en el
preferido de la casa. En las fotografías de Duncan, se ve al perro
salchicha rondando la mesa del comedor a la hora de las comidas, y en
una toma está incluso en el regazo de Picasso comiendo del plato del
artista. En otro, Picasso acuna a Lump en sus brazos, como lo haría con
un bebé.A Picasso le gustaba trabajar solo, aunque permitía que Duncan
estuviera presente. Pero Lump también estaba a menudo a mano, exigiendo
ocasionalmente su atención llevándole una piedra e insistiendo en que
Picasso le diera una patada para perseguirla. Una serie de imágenes
muestra a Picasso buscando un respiro y dibujándole un conejo de cartón,
que Lump cogió de inmediato y se llevó al jardín para chuparlo.
(¿Cuánto costaría hoy ese Picasso?)A veces, el perro era simplemente un
testigo silencioso de escenas familiares registradas por Duncan, como
cuando Picasso divertía a sus hijos haciendo -y poniéndose- una grotesca
máscara y cuando entretenía a Yves Montand y Simone Signoret en un
almuerzo. En otras ocasiones, Lump era el centro de la atención, cuando
Claude y Paloma jugaban con él en el taller de Picasso.Fue claramente un
año idílico, para el perro y para los niños. Pero más tarde, cuando
Picasso reñía con Gilot sobre el derecho de sus hijos a su nombre,
empezó a distanciarse de ellos. Y en diciembre de 1963, poco antes de
que Gilot lo enfureciera al publicar sus memorias en ‘Vida con Picasso’,
él -o quizás Roque- prohibió que Claude y Paloma continuaran
visitándole.
Ese fue también el año en que cambió la vida de Lump.
Durante una visita a Picasso, Duncan se enteró de que Lump estaba
enfermo, que sufría de un problema espinal común entre los perros
salchicha y estaba siendo tratado por un veterinario de Cannes. Duncan
visitó a Lump y, cuando le dijeron que el perro no tenía remedio, se lo
llevó a casa.Duncan no se rindió. Llevó a Lump a Stuttgart, Alemania,
donde lo había adquirido siete años antes. Y encontró a un veterinario
dispuesto a cuidar a Lump. Un año después, Duncan volvió a por su perro.
Después de eso, cuando Duncan visitaba a Picasso, nunca llevaba a
Lump.Así que, al final, le preguntaron a Duncan si acaso Picasso había
descuidado a Lump. “No”, dijo Duncan. “Se habría enfermado de todos
modos. Lump llevaba allá una vida completamente consentida. Picasso dijo
una vez: ‘Lump no es un perro, no es un hombre chico, es otra cosa’.
Picasso tuvo muchos perros, pero Lump era el único al que tomaba en
brazos”.
En abril de 1973, Duncan perdió casi simultáneamente a dos de sus amigos más queridos: Lump murió una semana antes que Picasso.