El territorio de “Canis lupus familiaris“, lo podemos definir como: una
extensión de terreno, más o menos grande, donde nuestros perros
desarrollan prácticamente todas las funciones de supervivencia y/o
reproducción. Si analizamos detenidamente estas funciones, veremos que
es en el territorio donde el perro es realmente el señor feudal de su
manada y a la vez, nuestro subordinado. La perra parirá y otorgará los
cuidados parentales a sus cachorros y estos, a su vez, crecerán,
aprenderán a vivir jerarquizados y llegarán a la fase del cortejo y
cópula (Pozuelos, 2003).
Tanto el macho como la hembra y sus hijos en el territorio,
acceden a las fuentes de recurso, evitan las enfermedades y los ataques
de otros animales, protegiéndose de la depredación, por lo que podemos
deducir, lo importante que es para los perros su propio territorio.
El
mundo de los olores es muy fuerte en los cánidos y por ello, constituye
el principal marcaje territorial. Tanto los cánidos salvajes como el
perro doméstico marcan su territorio además de por la orina con sus
heces que suelen depositar en los lugares que puedan ser más visibles
para los demás. Pero es aquí donde debemos hacer un paréntesis para
hablar del territorio dependiendo de donde viva el perro.
Hay
perros que viven en el jardín de una casa, o en un piso y como sabemos
dentro de las viviendas no suelen ni orinar ni defecar cuando llegan a
una edad determinada, por lo que tendremos que hablar en todo caso de un
“espacio” por el que el perro se desenvuelve normalmente en sus salidas
al exterior, ya sea cuando está paseando con su propietario o cuando va
al parque a jugar o a relacionarse con otros de su especie.
La
etología, que estudia los comportamientos habitualmente manifestados por
el individuo, nos va a permitir establecer la lista de comportamientos
que observamos.
Mensajes que transmite el marcaje territorial
A
través de la orina, el perro percibe debido a su sentido del olfato,
todo lo relacionado con el animal que ha orinado en un lugar
determinado, es decir, si se trata de un macho, de una hembra, un
cachorro, la edad del individuo, su estado de salud, su posible
carácter, pudiendo determinar el tiempo transcurrido desde el marcaje
hasta que ha sido detectado por él, así como si ese marcaje es una
invitación, o una señal de un posible peligro.
Por eso
cuando salimos con nuestro perro de paseo no es bueno el prohibirle que
husmee en los lugares donde existen orinas de otros animales, pues de
esta manera se adaptará a cómo recibir el mensaje según su propio
estatus.
En los lobos, todos los miembros de la manada
participan en el marcaje, siendo el dominante, el que tiene la
prerrogativa de elegir el lugar.
Las sustancias químicas olfativas
tienen una enorme importancia, ya lo hemos repetido en varias ocasiones
en este artículo, siendo suficiente una pequeña cantidad del emisor,
para que el mensaje sea claro y desencadene en el receptor el
comportamiento específico o el cambio necesario para la supervivencia.
La
hembra posee una glándula en la base del cerebro (hipófisis) que es la
encargada de segregar cíclicamente las hormonas (estrógeno y
progesterona) que estimulan los ovarios, y, gracias a los residuos que
persisten en la orina, el macho por ejemplo, es informado sobre el
estado del ciclo menstrual o estro, y se infiere que cuanto mayor es la
receptibilidad sexual de la hembra, más tendencia tiene a marcar con el
fin de informar a los machos de su estado.
En el caso del macho,
la estimulación por secreción de hormonas (testosterona) es continua. El
dominante, segrega aún más hormonas masculinas y marca mucho más a
menudo que los otros. Las glándulas que facilitan el marcaje están
situadas en el pene o alrededor del ano, así como en las patas y cuanto
más fuerte es el marcaje, más perdura al paso del tiempo. Las distancias
o espacios son variados, por lo que directamente se podrá observar los
comportamientos de marcaje y defensa territorial.
Una vez que
hemos hablado del marcaje por medio de la orina y que es característica
en el perro doméstico, debemos decir que está ligada a la raza, a sus
diferencias morfológicas y por otra parte, el temperamento y la
situación jerárquica del individuo, influye en la posición de la
micción.
- Si la pata es elevada de manera horizontal o más
alto podríamos estar ante un ejemplar dominante, muy seguro de sí mismo y
con un concepto muy claro de sus prerrogativas territoriales.
- Si en la micción, la pata se eleva por debajo de la horizontal, podría tratarse de un perro tranquilo y poco dominante.
- Una pata levantada por encima de la horizontal en cuclillas, suele ser el marcaje de una hembra dominante.
- Una pata levantada por debajo de la horizontal en cuclillas, suele corresponder a una hembra no dominante.
El
marcaje con excrementos en el perro ha sido puesto en duda por algunos
investigadores, pero en realidad éste existe, y ya hemos hablado
anteriormente cómo cánidos salvajes, como el coyote o el chacal, lo
hacen.
El principio es el mismo, eligen lugares estratégicos y
utilizan posturas para dejar las heces lo más alto posible. Este marcaje
esta acentuado por la conducta de escarbar con las cuatro patas en
tierra que realiza como condicionante a un reflejo estereotipado,
incluso sobre las calles alquitranadas de una ciudad. Esto le permite
depositar el olor que despiden las glándulas situadas en las
almohadillas plantares. Esta conducta también se ha visto en perros
dominantes después de marcar con orina.
Lugares elegidos para marcar
Observamos
en los paseos con nuestros perros, que suelen marcar habitualmente en
el mobiliario urbano; como los bancos, farolas o árboles. También suelen
hacerlo en las esquinas de las calles, es decir en lugares que por su
situación favorezcan el “mensaje” al posible receptor. Estos marcajes
son pocos numerosos si cambiamos con frecuencia el itinerario del paseo,
pero si lo hacemos con regularidad, veremos cómo el perro lo renueva
cada vez que puede.
Podemos poner un ejemplo muy común: si vamos a
casa de algún amigo en coche, una vez hemos aparcado, si nuestro amigo
sale a recibirnos con el perro, posiblemente éste marque sobre las
ruedas del vehículo. También los hay que marcan a los extraños que nos
visitan ya que para él son algo desconocido que puede entrañar alguna
situación de peligro.
Hemos visto también, cómo el perro tiene
medios suficientes para evaluar el tiempo de paso de sus congéneres y
así, evitar algún enfrentamiento. Se han observado en trabajos
realizados, sobre perros asilvestrados, un período cotidiano de dos a
tres horas, alrededor de los mojones de caminos para identificar los
eventuales pasos por ese lugar de otros animales.
Analizado el
marcaje de los cánidos salvajes y la “guerra química” de los olores,
hemos podido contemplar cómo el perro doméstico, utiliza los mismos
patrones de conducta que aquéllos, por lo que estamos en disposición de
aseverar que si al Canis familiaris lo dejáramos en libertad,
seguramente se convertiría en ese lobo del que desciende y al que le
faltan solamente dos décimas para tener la misma secuencia en el ADN
mitocondrial.
Escrito por Javier Perez Blanca
Asesor y Terapeuta en comportamiento canino certificado en el Curso
Master de Etología Canina y Curso de Etología Canina Avanzada (AEPE).
Trabaja en el Área de Etología Aplicada y Clínica de la Asociación para
el Estudio del Perro y su Entorno, de la que es socio. Directivo y Vocal
de Actividades y Publicaciones de AEPE.