Cabría preguntarse si sucede lo mismo en África, Asia y demás países en vías de desarrollo. Pues sí, SÍ con mayúsculas. Allí donde impera la necesidad, donde lo primario ocupa todo lo esencial, allí también se forman familias basadas en la unión y la convivencia entre humanos y mascotas. ¿Es esnobismo tener animales de compañía? No, de ninguna manera es un capricho o un acto pueril o superfluo, es más que eso, el resultado de una profunda atracción entre el hombre y estas especies animales, obedeciendo a un designio oculto de naturaleza simbiótica.
El origen de la amistad perro, hombre y gato ¿es una simbiosis?, el perro protegía el territorio de la tribu la cueva prehistórica. El hombre se sentía seguro con estos guardianes y además perseguían a las presas de caza cooperando eficazmente en labores cinegéticas, pero paralelamente apareció un vínculo emocional de amistad, de fidelidad y nobleza sin límites y eso último es lo que hoy en día tiene más importancia.
Una mirada tierna y comunicativa, un «echarnos de menos» y recibirnos con amores desatados detrás de una larga jornada de trabajo, una carencia que nos devuelve sosiego intangible. «Son los animales de compañía remedio primigenio de muchos males humanos y, sin duda, continuarán con nosotros por muchos cambios, adelantos y evoluciones de la raza humana», comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa y añade esta pregunta... «Pero… ¿es siempre la relación humana-animal tan bucólica y perfecta? La respuesta como no podría ser de otra forma es no. Por desgracia pueden aparecer diversos problemas en la relación interespecífica, es decir, en las relaciones compuestas por personas y animales». En palabras de uno de los doctores del Centro Veterinario Víctor de la Serna algunos de los problemas más frecuentes los podemos resumir en estos seis apartados:
•Agresividad jerárquica con los miembros de la familia.
•Agresividad entre perros o entre gatos (intraespecífica).
•Ansiedad por separación.
•Pautas eliminatorias inaceptables.
•Vocalización excesiva (aullidos, ladridos).
•Pautas eliminatorias (defecación y micción) inadecuadas.
La mejor forma de explicarlo es poniendo un ejemplo: Imagínense un perro de gran porte como por ejemplo un Rottweiler o un Pastor alemán. Le hemos mimado desde que pisó nuestro hogar y tenía apenas dos meses, le hemos dado lo mejor, todos nuestros cuidados, le hemos dejado dormir con nosotros aplastando nuestras piernas y sofocándonos de calor, le hemos cedido el mejor sitio del sofá, hemos atendido cada una de sus súplicas, de sus llamadas de atención, le hemos llamado bebé o más aún «mi bebé», le hemos dado nuestra comida de la mesa mientras cenábamos y….un día cuando le íbamos a ofrecer una afectuosa caricia, mientras dormitaba sobre el sillón, nos lo pagó con un gruñido acompañado de una furibunda mirada. Menudo premio a nuestros desvelos ¿no? Pues este hecho es relativamente frecuente. Nuestro querido perro no se ha vuelto loco créanme, simplemente, no era nuestro bebé, era un perro al que hemos humanizado y, lo hemos maleducado. Su veterinario o especialista en conducta animal, le ayudará primero a comprender que es lo que ha fallado y, segundo, a implantar una serie de normas que su mascota ha de cumplir, con el fin de rehacer el comportamiento alterado.
Mala educación
A varias razas se les ha colgado el «San Benito» de una presunta locura que aparecía de repente, afectándolos de manera irremediable. Tal es el caso del Cocker Spaniel, el Doberman o el Pitt Bull. En el caso de estos últimos la leyenda urbana contaba que el cerebro les crecía más que el cráneo produciéndose compresión y locura. Nada de eso, todo responde generalmente a dos factores: El primero, se basaría en animales con predisposición a ser machos dominantes como sus primos los lobos alfa; no todos los cachorros que entran en un hogar tienen esta tendencia natural hacia el liderazgo, por ello cuando existen sospechas de que así pudiera acontecer hay que extremar la educación de los cachorros.Un ejemplo serían los animales de gran porte clasificados funcionalmente como perros de guarda y defensa (Doberman, Pastor Alemán, Pitt Bull, Rottweiler) y, en el abanico contrario, perros pequeños de compañía, los cuales permiten más fallos en su educación sin consecuencias tan negativas. El segundo factor es ignorar la naturaleza del perro. Su veterinario le puede ayudar, le explicará la tendencia hacia la organización jerárquica del perro en su manada, le podrá instaurar normas de educación en el hogar y fuera del mismo.
¿Se vuelven realmente locos los perros? Normalmente vemos que no es así. Son más bien el producto de educaciones inadecuadas. Todo puede empezar cuando el futuro ilusionado propietario elige un perro. Imagínense una persona poco experimentada, con un perro de gran porte y potencia. Un perro catalogado dentro de las razas potencialmente peligrosas. ¿Estará en situación de controlar adecuadamente a este animal? Suele ser que no y por desgracia muchas veces la historia termina mal. En otras ocasiones, elegimos nuestra mascota por criterios meramente estéticos, craso error, vuelvan a imaginarse una persona mayor, o poco activa o no amante de la naturaleza y de los espacios abiertos acompañada de un indómito Alaska malamute o Husky siberiano en medio de la península ibérica a más de 37º C. La desgraciada mascota podrá desarrollar comportamientos hiperactivos, ansiosos u otros.
Cazando moscas imaginarias
Es pues, de sentido común, elegir la mascota que podrá encajar adecuadamente en nuestra estructura familiar y vital. Elegir es cuestión de responsabilidad también, pues nos jugamos el equilibrio futuro de nuestra mascota. No es mala idea asesorarnos bien con veterinarios y especialistas acerca de la raza más adecuada y no debemos olvidarnos también de los perros de acogida. Podemos adquirir animales que han sido abandonados producto del capricho y egoísmo de algunos….estos perros con raza o sin ella, cachorros o más o menos adultos, son muchas veces una extraordinaria opción y estaremos subsanando un gran daño al ofrecerles una segunda oportunidad de ser felices.Finalmente vamos a repasar algún caso interesante. En ocasiones nos comenta el doctor Javier Álvarez de la Villa «llegan a la clínica perros “cazadores de moscas” las siguen fijamente con la mirada y repentinamente chasca en el aire, pero solo el aire, la mosca era imaginaria». Este comportamiento es cuanto menos peculiar, y si de esporádico pasa a manifestarse continuamente, propietario y mascota pueden llegar al desespero y al agotamiento. No se conoce exactamente la causa, en ocasiones deriva de transtornos neurocerebrales, en otras de alteraciones retinianas, pero de ninguna manera se considerará locura. No se alarme, estos cazadores imaginarios tienen tratamiento médico y la alteración se llega a normalizar.
Otro caso llamativo es la persecución de la propia cola. Se la considera una conducta obsesivo compulsiva y, en muchos casos precisa tratamiento. El perro gira enloquecido en pos a su propia cola a la que lógicamente nunca conseguirá atrapar. Estas conductas son heredadas. El comportamiento «muerde traseros» es una conducta propia de perros que han nacido con un exceso de timidez-miedo. Primero se sienten intimidados por la presencia de un desconocido y cuando este se vuelve dando la espalda le propinan un pequeño mordisquillo en el trasero.
Es como si advirtiera: ¿Ves? Soy capaz de hacerlo, soy valiente..Las técnicas de modificación de conducta pueden ser aquí eficaces ayudadas de un gran plus de paciencia. Hoy hemos repasado, conductas alteradas. Unas derivan de transtornos patológicos, otras son heredadas y las más son producto de una inadecuada educación, pero en muchos casos hay solución, no arroje la toalla, infórmese en su veterinario o especialista en conducta animal y proceda. El comportamiento de su perro puede volver a la normalidad.
Publicado en ABC