Cuando les hablamos utilizamos lo que se denomina el “lenguaje dirigido a los perros”
La
investigación ya ha aportado una buena cantidad de pruebas de que la
forma en que nos comunicamos con los perros es diferente de como lo
hacemos con los seres humanos. Cuando hablamos a los perros utilizamos lo que se denomina el “lenguaje dirigido a los perros”.
Esto quiere decir que cambiamos la estructura de las frases,
acortándolas y simplificándolas. También solemos hablar en un tono de
voz más agudo. Lo mismo hacemos cuando no estamos seguros de que nos
estén entendiendo o cuando nos dirigimos a niños muy pequeños.
Un nuevo estudio ha descubierto que, cuando hablamos a un
cachorro, empleamos un tono más agudo aún, y que esta táctica,
efectivamente, ayuda a los animales a prestar más atención. El estudio,
publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B,
mostró que cuando se habla a los cachorros usando el lenguaje dirigido a
los perros, estos reaccionan y atienden mejor al instructor humano que
cuando se usa el lenguaje normal.
Para comprobarlo, los investigadores utilizaron los llamados experimentos en play back.
Grabaron a personas diciendo la frase “¡Hola! ¡Hola, bonito! ¿Quién es
un buen chico? ¡Ven aquí! ¡Muy bien! ¡Buen chico! ¡Eso es! ¡Ven aquí,
cariño! ¡Buen chico!” varias veces. Cada vez se pedía a la persona que
hablaba que mirase fotos de cachorros, de perros adultos o de perros
viejos, o que no mirase ninguna foto. El análisis de las grabaciones
demostró que los voluntarios cambiaban la forma en que hablaban a los
perros de diferentes edades.
Luego, los investigadores reprodujeron las grabaciones a
varios cachorros y perros adultos y registraron su comportamiento de
respuesta. Vieron que los cachorros reaccionaban más intensamente a las
grabaciones hechas mientras los hablantes miraban imágenes de perros (al
lenguaje dirigido a los perros).
El estudio no comprobó el mismo efecto cuando se trataba de perros adultos. Pero otros estudios que han registrado las reacciones de los canes a la voz humana en interacciones cara a cara, incluido el realizado en mi propia investigación, indican que el lenguaje dirigido a los perros puede ser útil para comunicarse con estos animales, sea cual sea su edad.
Seguir un dedo que apunta
También se ha demostrado que podemos comunicarnos con estos
animales a través de gestos. Desde que son cachorros, los perros
reaccionan a los gestos humanos, como el de apuntar, de una manera que
otras especies no pueden. La prueba es muy sencilla.
Ponga delante de su perro dos tazas idénticas cubriendo pequeñas
porciones de comida, y asegúrese de que el animal no puede ver el
alimento y no tiene ninguna clase de información sobre el contenido de
las tazas. Entonces apunte con el dedo a uno de los dos recipientes
mientras establece contacto visual con su perro. Este seguirá su gesto
hasta la taza hacia la que usted apunta y la examinará con la esperanza
de encontrar algo debajo de ella.
La causa es que el perro entiende que su acción es un
intento de comunicarse. Se trata de algo fascinante porque parece que ni
siquiera los chimpancés, que son nuestros parientes vivos más próximos,
entienden el intento de comunicación de los humanos en esa situación. Ni tampoco los lobos –los parientes vivos más próximos a los perros–, aunque se hayan criado igual que estos últimos en un entorno humano.
Esto ha llevado a pensar que, en realidad, las habilidades y el comportamiento de los perros en este terreno son adaptaciones al medio humano.
Es decir, que vivir en estrecho contacto con los seres humanos durante
más de 30.000 años ha hecho que los perros desarrollen unas aptitudes
comunicativas iguales en la práctica a las de los niños.
Sin embargo, existen diferencias significativas entre la
manera en que los perros entienden nuestra comunicación y cómo la
entienden los niños. Según la teoría, a diferencia de los niños, los
perros entienden el gesto de apuntar como una especie de orden suave
que les indica a dónde dirigirse, más que como una forma de transmitir
información. En cambio, cuando el gesto se le hace a un niño, este
piensa que le estamos informando de algo.
Esta capacidad de los perros para reconocer las “directrices
espaciales” podría ser la adaptación perfecta a la vida con los
humanos. Por ejemplo, durante miles de años se ha usado a estos animales
como una especie de “herramienta social” para ayudar en el pastoreo y
la caza. En esas ocasiones había que guiarlos a lo largo de grandes
distancias mediante instrucciones gestuales. Las últimas investigaciones
confirman la idea de que los perros no solo han desarrollado la
capacidad de reconocer los gestos, sino también una sensibilidad
especial para la voz humana que les ayuda a distinguir cuándo tienen que
responder a lo que se les dice.
Escrito por Juliane Kaminski en El País