La oxitocina es llamada la hormona del placer porque se segrega durante 
el orgasmo y también la hormona del amor porque controla la lactancia 
materna y el apego materno infantil. Un nuevo estudio en ratones 
publicado en Nature indica que también hace que las madres 
respondan a las necesidades de los recién nacidos: responden rápidamente
 al escuchar hasta el más leve sonido de llamada de las crías. Además, 
se publica en Science que la mirada entre perro y dueño 
refuerza su unión emocional produciendo la segregación de oxitocina. 
Esta hormona establece un lazo de unión entre dueños y perros similar al
 que se crea entre padres y crías. El nuevo estudio ha desvelado el 
circuito neuronal de realimentación (en los perros) impulsado por la 
oxitocina que se activa gracias a una simple mirada a los ojos entre 
perro y dueño (que se cree que tiene un circuito neuronal similar).

 
Antes de hablar del papel de la oxitocina en la relación entre 
los perros y sus dueños, conviene que presentemos a esta hormona, 
¿exactamente qué es la oxitocina y cómo actúa? 
La oxitocina es 
una hormona que puede actuar como neurotransmisor, es decir, como una 
molécula que comunica mediante una sinapsis química dos neuronas. Las 
hormonas y los neurotransmisores son sustancias químicas de tipo 
polipéptido, formadas por aminoácidos como las proteínas, cuya función 
es comunicar entre sí diferentes células. La oxitocina es un péptido 
formado por nueve aminoácidos (el nonapéptido 
Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Pro-Leu-Gly) similar a la vasopresina (el 
nonapéptido Cys-Tyr-Phe-Gln-Asn-Cys-Pro-Arg-Gly), cuyas secuencias 
difieren en solo dos aminoácidos. Vincent du Vigneaud las aisló en 1953 y
 por ello recibió el premio Nobel de Química en 1955. 

 
La oxitocina es una hormona producida por las células nerviosas en el 
hipotálamo, desde donde es transportada por su proteína transportadora, 
la neurofisina, a lo largo de los axiones de las neuronas hipotalámicas 
hasta sus terminaciones en la hipófisis donde se almacena y desde donde 
se segrega hasta el torrente sanguíneo. La oxitocina actúa como 
neurotransmisor en el cerebro de los seres vivos en el núcleo accumbens,
 que tiene una función importante en el placer y la recompensa. 
Diferentes estudios han mostrado que la oxitocina genera vínculos 
afectivos, relaciones sociales de confianza y de generosidad entre 
miembros de una misma especie y entre los de especies diferentes, como 
los humanos y los perros. La oxitocina está relacionada con la conducta 
maternal y paternal, facilita el parto (la distensión del cuello uterino
 previo al parto) y la lactancia (la produce la succión del pezón), y se
 produce durante la estimulación sexual y el orgasmo.

 
 La oxitocina está relacionada con cómo los padres se relacionan 
con sus hijos y cómo responden a las necesidades de los recién nacidos. 
¿Se puede decir que la oxitocina controla el comportamiento de cuidado 
de los hijos? Esta semana se ha publicado un interesante artículo en la revista Nature
 al respecto de este tema. Neurocientíficos del Centro Médico Langone de
 la Universidad de Nueva York, EE UU, han descubierto que la oxitocina 
actúa sobre las neuronas del cerebro para provocar comportamientos 
sociales específicos. Los experimentos se han realizado con ratones 
hembra y parecen indicar que la oxitocina de alguna forma controla el 
cerebro de la madre para responder a las necesidades del recién nacido. 
Las ratones hembra adultas sin hijos no saben cuidar a las crías de 
otras ratones y no responden a las llamadas sonoras de las crías 
pidiendo atención. Sin embargo, si se induce la liberación de oxitocina 
en su cerebro en enseguida comienzan a escuchar hasta el más leve sonido
 de llamada de las crías, aprenden rápidamente a coger a las crías por 
la piel del cuello sin hacerles daño y a ponerlas en su guarida como si 
fueran sus verdaderas madres. Además, este comportamiento aprendido fue 
permanente. Los ratones hembra sin descendencia continuaron recogiendo y
 cuidando a las crías incluso cuando sus receptores de oxitocina fueron 
bloqueados a posteriori.

 
 Realmente es sorprendente que un tratamiento con oxitocina cambie el 
comportamiento social de estos animales. Por lo que parece la oxitocina 
amplifica o suprime ciertas señales neuronales asociadas a 
comportamientos materno-filiales. Pero por supuesto habrá que realizar 
más investigaciones para entender exactamente la bioquímica de la acción
 de la oxitocina. La oxitocina ya se está estudiando como tratamiento 
para el autismo y el estrés postraumático, pero el nuevo estudio sugiere
 que podría usarse también para tratar la ansiedad social, trastornos 
del habla y del lenguaje, e incluso problemas psicológicos derivados del
 abuso de menores. Hoy en día la oxitocina y análogos a ella se 
comercializan como medicamentos inyectados para inducir y favorecer el 
parto en caso de partos detenidos. Por ello es posible su uso 
experimental en otras terapias. El futuro de la oxitocina como fármaco 
es muy prometedor.

 

 
 El perro es el mejor amigo del hombre. Los dueños tratan a sus 
mascotas como un miembro más de la familia. ¿Qué nos dice la ciencia 
sobre esta relación de amor entre el hombre y el perro? Los que
 tenemos mascota en casa sabemos que la relación emocional con el animal
 es similar a la relación entre padres e hijos, o entre miembros de una 
misma familia. En humanos este tipo de relación está asociada a la 
producción de una hormona llamada oxitocina, también llamada hormona del amor.
 Un asunto interesante para los científicos es estudiar el papel de esta
 hormona en la relación entre los perros y sus dueños. Esta semana se ha
 publicado en la revista Science un artículo que lo estudia de 
forma experimental. Los investigadores, liderados por el veterinario 
japonés Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu (Japón), concluyen 
que cuando el dueño y el animal se miran fijamente a los ojos se produce
 oxitocina en ambos. Que crezcan los niveles de esta hormona que 
controla el apego paterno filial sugiere que existe un circuito neuronal
 de realimentación impulsado por la oxitocina entres los dueños y sus 
perros que conduce a una sensación de felicidad cuando ambos se miran 
fijamente a los ojos similar a la que se observa entre padres e hijos.

 
 La misma hormona que se libera cuando un madre mira a los ojos a
 su hijo, se libera cuando el dueño mira a los ojos de su perro. ¿Cómo 
se realizó este interesante experimento? El japonés Kikusui y 
sus colaboradores estudiaron a 30 perros (15 hembras y 15 machos) con 
sus 30 dueños. En un primer experimento se midió la cantidad de 
oxitocina en la orina de las mascotas y sus dueños antes y después de 
meterlos juntos en una habitación durante 30 minutos donde eran 
observados por múltiples cámaras de vídeo. Los investigadores tomaron 
nota de todos los contactos visuales, táctiles y auditivos, es decir, de
 todas las miradas, caricias y voces mimosas entre ellos. Mediante un 
análisis estadístico multifactorial se trató de correlacionar el cambio 
en la oxitocina en la orina en función de estos mimos mutuos. El estudio
 estadístico indica que cuanto más se miraban a los ojos los perros y 
sus dueños más oxitocina producían ambos. En un segundo experimento se 
repitió el protocolo pero con diez lobos criados a biberón por sus 
dueños y se observó que, a diferencia de los perros, no aumentaba la 
oxitocina en la orina ni en los dueños ni en los lobos. Parece que los 
lobos asocian la mirada fija a los ojos con una amenaza y rehuyen de 
forma instintiva este comportamiento, incluso si han sido criados con 
biberón. Los investigadores concluyen que las caricias y las voces 
mimosas parece que no son suficientes para inducir la producción de 
oxitocina.

 
El contacto visual prolongado entre las mascotas y sus dueños 
propicia un aumento de oxitocina en los cerebros de ambas especies. ¿Se 
sabe si esto ocurre sólo con los perros o también con otras mascotas?
 Los experimentos se han realizado sólo con perros y con lobos criados a
 biberón. Hubiera sido interesante realizar un experimento usando lobos 
que hayan aprendido a comunicarse con la mirada con los humanos, algo 
que se pueden aprender según demostró un estudio de 2011. Dicho 
experimento aún no realizado permitiría discernir si la mirada de los 
lobos también provoca la producción de oxitocina o sólo lo hace la 
mirada de los perros. Cuando se realice dicho experimento en los 
próximos años podremos saber si la mirada perruna es la única que 
desencadena la producción de oxitocina o si también lo hace la mirada de
 otras mascotas. El equipo del japonés Kikusui también realizó un tercer
 experimento. Se roció con oxitocina el hocico de algunos perros que se 
metieron en una habitación con su dueño y dos personas desconocidas. En 
los vídeos se ve que algunas mascotas, sobre todo las perras, congelaban
 su mirada en los ojos de sus dueños, como pidiendo ayuda al encontrarse
 con extraños, y ello provocaba que estos animales produjeran oxitocina 
junto con sus dueños. Además, la cantidad de oxitocina estaba 
correlacionada con la de sus mascotas. No se sabe por qué hay una 
diferencia en este experimento entre los perros y las perras, quizás los
 perros responden a la presencia de extraños de forma agresiva y las 
perras prefieren solicitar ayuda de sus dueños. Futuros experimentos 
tendrán que dilucidar esta cuestión ya que en humanos no se han 
encontrado diferencias de género en la producción de oxitocina en las 
relaciones entre padres y madres con sus hijos.

 
 La producción de una hormona en los perros debe tener su origen 
en el proceso de domesticación de estos animales. ¿Se ha estudiado el 
origen evolutivo de este comportamiento? Takefumi Kikusui, de 
la Universidad de Azabu (Japón), y su equipo creen que existe un bucle 
realimentado de oxitocina entre dueños y perros similar al que hay entre
 una madre humana y su hijo. Este bucle de realimentación tiene que 
haber surgido durante el proceso de domesticación de los perros, a lo 
largo de miles de años. Se cree que los perros que imitaban mejor este 
comportamiento humano, la mirada de los niños a sus madres en busca de 
recompensas y mimos, habrían sido preferidos por sus dueños. Durante la 
domesticación de este animal se ha producido una selección de los 
animales con este rasgo genético que ha favorecido la evolución de este 
circuito de realimentacion de oxitocina. Por supuesto, no se pude 
inferir del estudio de Kikusui que haya ocurrido una coevolución entre 
humanos y perros. Se cree que el circuito de oxitocina en humanos 
evolucionó con anterioridad a la domesticación de los perros. Por ello 
no se puede descartar la hipótesis de que este bucle de oxitocina pueda 
existir entre las personas y cualquier otro animal doméstico, siempre 
que el animal presente comportamientos afiliativos socialmente 
relevantes, como la tendencia de mirar a los ojos de los humanos. Por 
ello se requieren nuevos estudios que aclaren si este proceso ocurre 
sólo con perros o también con cualquier otro animal entrenado para mirar
 fijamente a los ojos e imitar la llamada de atención de los bebés 
humanos.

 

 
Todo el mundo espera que un estudio científico que ha llegado a 
portada de la prestigiosa revista Science tenga importantes aplicaciones
 prácticas. ¿Qué implicaciones médicas puede tener este estudio?
 Desde el punto de vista aplicado estos nuevos resultados sobre el papel
 de la oxitocina en la relación entre perros y dueños tiene 
implicaciones biomédicas en las terapias en las que se usa la oxitocina 
como tratamiento farmacológico, como las terapias para personas con 
autismo o trastorno de estrés postraumático. En estas dos patologías se 
está empleando la oxitocina y sustancias químicas análogas a ella como 
tratamiento experimental. Podría ser conveniente la recomendación 
terapéutica de tener un perro que refuerce la producción natural de esta
 hormona para lograr un tratamiento más eficaz y evitar algunas posibles
 contraindicaciones de estos fármacos en algunos pacientes. Por supuesto
 se requieren futuros estudios en esta línea.
Escrito por Francisco R. Villatoro en Naukas