HOLA AMIGOS


Bienvenidos a mi blog. Este será un sitio dedicado a la raza que me apasiona, el cocker spaniel ingles, y en general a todos los perros, con raza o sin ella. Aquí iré colgando temas relacionados con ellos, con los cocker y todo aquello que me parezca interesante, sobre veterinaria, etología etc...

Encontrarás que algunos artículos sobre el cocker son un poco técnicos, pero la mayoría son para todos los públicos. ¡No te desanimes !



Agradecimiento:

Me gustaría agradecer a todas las personas que nos han ayudado, explicado y aguantado tantas y tantas cosas, y que han hecho que nuestra afición persista.

En especial a Pablo Termes, que nos abrió su casa de par en par y nos regaló jugosas tardes en su porche contando innumerables “batallitas de perros”. Suyas fueron nuestras dos primeras perras y suya es buena parte de culpa de nuestra afición. A Antonio Plaza y Alicia, también por su hospitalidad, su cercanía, y su inestimable ayuda cada vez que la hemos necesitado. También por dejarnos usar sus sementales, casi nada. Y a todos los criadores y propietarios que en algún momento, o en muchos, han respondido a nuestras dudas con amabilidad.

Y, por supuesto, a Rambo, Cibeles y Maripepa, a Chulapa y Chulapita, y a Trufa, como no, y a todos los perros con pedigrí o sin el, con raza o sin ella por ser tan geniales.

Muchas gracias


Te estaré muy agradecido si después me dejas tus impresiones en forma de comentario.

Espero que te guste y que vuelvas pronto.



PARA LA REALIZACIÓN DE ESTE BLOG NINGÚN ANIMAL FUE MALTRATADO




jueves, 29 de junio de 2017

LIDER DE LA MANADA; POR FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE


Félix Rodríguez de la Fuente fue un colaborador habitual de ABC y Blanco y Negro, donde escribió numerosos reportajes sobre la vida de los animales y la necesidad de respetar a la naturaleza. A continuación reproducimos parte de su informe sobre cómo adoptó a un grupo de lobeznos que le trataron como al líder del grupo.


La voz estentórea de Jesús Martín Fernández de Velasco sonó como un trueno, a las siete de la mañana, en el auricular de mi teléfono.
-Tengo dos lobeznos para ti; se los acababan de robar a la loba unos pastores del Bierzo y los he rescatado.
-Pobres lobos, perseguidos durante siglos a sangre y fuego... Pero es que ahora mismo salgo para un rodaje en Gredos.
-Nada de rodajes, estos bichos están deshidratados, muriéndose de hambre. Sólo tú puedes sacarlos adelante.
Cuatro horas más tarde rodaba a 120 por las rectas de Olmedo y Arévalo, con el lloriqueo de dos lobeznos como música de fondo. En el soto de Medinilla, bastión de mi amigo «Chus», se intentó darles leche de vaca, pero la tomaban muy mal y los infelices animalitos perdían vitalidad por momentos.



Cuando abrimos el cajón donde habían viajado los cachorritos, una secreta desilusión se apoderó de todos nosotros: estaban sucios, malolientes, delgados, con los ojillos tristes y velados. Intentamos darles el biberón, pero si les cogíamos en brazos se debatían y movían las pesadas cabecitas con tal energía, que resultaba imposible meterles la tetina en la boca.
Febrilmente pensaba yo en lo que hace una loba o una perra con sus cachorrillos: les calienta, les amamanta, les protege... ¡les lame! Aquí podía estar la clave. Pero no se alarmen ustedes; afortunadamente no tuve que pasar detenidamente mi lengua por el sucio cuerpecillo de los lobeznos. Teníamos una esponja y agua tibia. Y, con toda meticulosidad, Micky fue acariciando con ella la tripita y, sobre todo, los orificios naturales de los cachorritos.


El resultado fue teatral: al contacto de la esponja, húmeda y caliente, «Sibila» y «Remo» se relajaron y, por primera vez, emitieron una vocecita dulce que reflejaba la más profunda satisfacción.
Creímos que había llegado el momento de ofrecerles nuevamente el biberón. Esta vez fue muy fácil metérselo en la boca, pero ninguno de los dos hizo el menor movimiento de succión. Les dejaba tan indiferentes como meterles un trozo de madera.
En nuestros interminables manejos con el biberón, notamos que ya apuntaban en sus encías los dientecillos y se nos ocurrió ofrecerles carne. Al fin y al cabo eran carnívoros y sus padres comienzan a darles este alimento en cuanto tienen dientes. Frutos salió corriendo a comprar un buen filete magro.


La carne no les atrajo lo más mínimo. Pese a que estaba perfectamente picada la retenían en la boquita sin tragarla, para terminar devolviéndola.
-¿Cómo traen los lobos la carne a sus hijos? -me preguntó Micky.
-En el estómago- respondí.
Cuando llegan al cubil devuelven la caza que han comido, en grandes trozos. La loba vuelve a masticarlo todo, para triturarlo mejor, y se lo va dando a los cachorros. Sin decir una palabra más, Micky comenzó a escupir sobre la carne picada y la mezcló íntegramente con su saliva.
Otro golpe de teatro: los cachorros se la bebieron materialmente, engullían tan de prisa y con tan visible satisfacción, que no nos daban tiempo de colocar puñados delante de sus hocicos. Frutos salió, esta vez volando, hacia la carnicería.
Sólo entonces me di cuenta de que mi papel en la crianza de «Sibila» y «Remo» se había decidido aquella mañana. Los lobeznos ya habían elegido a su madre.


En la primera comida de «Sibila» y «Remo» tuvimos ya la oportunidad de aprender algo nuevo: la saliva humana tiene un gusto muy parecido a la saliva lobuna. En otro caso no hubiera despertado el apetito de los cachorros.


Y también nos explicamos la costumbre que tienen las madres de todos los pueblos primitivos del mundo, desde los esquimales a los pigmeos. Mastican cuidadosamente los alimentos antes de meterlos en la boca de sus hijos...
 
Félix Rodríguez de la Fuente


Publicado en ABC