La mayoría de los perros establecen lazos afectivos con los
humanos rápidamente. Mi perro Lupo nos acompaña como si fuera un miembro
más de la familia. Incluso en una acampada, fui incapaz de que durmiera
en el prado. Hasta que no consiguió entrar en la tienda de campaña no
nos dejó dormir.
Aún así, Lupo no es un perro que te reciba con saltos de
alegría o se agiten cuando llegas a casa como sí les pasa a otros.
Muchas veces he tenido que agacharme y saludarle yo primero porque
estaba durmiendo debajo de mi cama, su sitio preferido. Al contrario que
otros perros que sufren de ansiedad por separación, quizás porque le
encontré ya con un año de edad, para él no es un problema quedarse solo o
con amigos.
A mi aliado perruno, le motivan fuerzas contradictorias, paradójicas.
Muchas veces es guiado por su deseo de independencia. Otras, necesita
de mi compañía y soy un refugio para él, como también lo es él para mí.
Pero no te dejes engañar por su aparente dulzura y mirada
hipnotizante. Por las noches, le encanta esconderse detrás de un árbol
para escaparse y poder correr sus propias aventuras por el barrio. A la
mínima que puede se escapa. Por el día, se sienta a mi lado mientras
escribo o dormimos la siesta juntos. A veces nos miramos mal, pero la
mayor parte de las veces nos queremos. Somos verdaderos amigos.
Como humanos que soy, me pregunto ¿me quiere este sinvergüenza o es
todo puro teatro? La ciencia y etólogos hemos dado respuesta a alguna de
estas cuestiones en la última década gracias, entre otros métodos, a la
posibilidad de entrenar a los perros para que estén quietos sin ser
sedados, pudiendo así tomarse imágenes y otros datos sobre su cerebro.
Por ejemplo, se sabe que cuando se activa la parte visual del
cerebro en un humano, se debe a que está recibiendo luz en sus ojos o se
está imaginando algo con ellos cerrados. Así que el profesor de
neuroeconomía de la Universidad de Emory Gregory Berns, cree que "de
forma similar, si observamos una activación en el córtex visual de un
perro que no está mirando nada, podemos deducir de forma lógica que
dicho perro se está formando la imagen mental de algo. Es decir, !los
perros también podrían imaginarse cosas!".
Pero Berns quería evidencias obtenidas mediante tecnología
moderna, como el ifMRI, siglas de imágenes por resonancia magnética
funcionales. Un aparato diseñado para explorar el cerebro humano
obteniendo imágenes de cómo se comporta.
Berns pasó varios meses acostumbrando a diversos perros al
fuerte sonido que emiten estas máquinas. También les enseñó a que se
quedaran inmóviles. La razón es que esta máquina no recoge información
fiable cuando los movimientos son mayores a 2 mm. Una tarea nada fácil
pero que gracias a su paciencia y dedicación finalmente consiguió.
Los resultados obtenidos de los experimentos realizados con una perra
llamada Colline fueron sorprendentes, ya que el estudio llamado
" Proyecto Perro " descubrió actividad cerebral en algunas situaciones
sobre las que hasta ahora eran puras especulaciones y fácilmente
descartables por aquellos que creen que cuando decimos que nuestro perro
nos quiere, estamos humanizándolos.
Berns ha probado científicamente lo que la gente con perro ya sabía.
Esta especie nos aprecia. Callie, por ejemplo, cuando le acercaban un
algodón con sudor de su dueño Berns, en su cerebro aparecían patrones
con grandes similitudes a las que se observan cuando una persona ve una
fotografía de una persona a la que quiere. Barnes, halló que simpatizan
con la situaciones humanas. No son solo robots como pensaron Descartes,
Paulov o Skinner, entre otros muchos otros científicos y filósofos del
pasado.
Esto significa que no solo te quieren porque les das comida y les
sacas de paseo. Las zonas de recompensa del cerebro se activaban con tan
solo haber humanos en la habitación.
En conclusión, Berns cree que " los perros piensan sobre lo que los
humanos estamos pensando ". Y yo ahora creo que, con esa mirada de
caradura encantador, Lupo, a su manera, le da vueltas a mis sentimientos
y pensamientos también. Espero que por su bien, no les dé bola a todos.
Para eso están los amigos, ¿verdad?
Publicado por Pablo Herreros en El Mundo