En verano a todos nos apetece un bañito en la piscina o en el mar.
Sin duda a nuestro perro también le gustará estar fresquito, pero
¡cuidado!, nadar puede ser una actividad muy divertida y placentera pero
si no lo haces bien puede convertirse en un calvario y como ni los
perros ni nosotros mismos somos nadadores olímpicos, será mejor que
sigas estos consejos que por lo menos te servirán para dar un par de
largos o simplemente para saber cómo se comporta tu perro ante la
posibilidad de darse un chapuzón.
Si tu perro tiene miedo al agua no se te ocurra emplear la técnica de
la inundación (tirarlo de sopetón al agua) puede conseguir resultados
pero es una técnica arriesgada que puede intensificar el miedo, así que
poco a poco y con mucho cariño. Si estás que te mueres de calor báñate
tu primero y después dedica a tu perro el tiempo que se merece.
Siempre habrá perros más nadadores que otros, eso sin duda lo
comprobarás al acercarte a la orilla. Si tu perro te mira desde el fondo
del mar o tienes que entrar nadando como un vigilante de la playa
porque no para de nadar hacia alta mar, sin duda tu compañero no ha
necesitado este artículo. Si por el contrario, el perro te mira desde
lejos, te ladra o incluso llora cuando estás pegándote un chapuzón sigue
estos consejos:
1-Poco a poco y con cariño. Ya lo hemos dicho antes pero es
verdad. Las cosas con cariño y con algún que otro premio se consiguen y
si encima aplicas la paciencia, serás la envidia de los demás dueños.
Primero prueba en sitios donde controles toda la situación, con poca
profundidad y sin muchos agentes externos que le puedan estresar. Cuanto
antes le eduques al agua mejor, aunque nunca es tarde para un buen
chapuzón.
2-Ayúdate de un juguete que le pirre. Eso siempre nos ayudará, si tu
perro se sorprende con el sonido, color o tacto del agua y se pone
nervioso, intenta distraer su atención con su súper juguete favorito y
cada vez que tenga contacto con el agua o se acerque a ella podrás
premiarlo. Para esta fase estaría bien estar con las piernas dentro del
agua y sobre todo que no haya olas para surfear ya que se podría asustar
si una ola le da un revolcón.
3-Si has conseguido que el perro esté dentro del agua contigo pero
todavía se muestra un poco torpe ayúdale. ¿Recuerdas cuando te enseñaron
a nadar? Seguro que te ayudaron sujetándote por el tronco. Pues, haz lo
mismo: sujétalo por el tronco, dejando que mueva libremente las cuatro
patas.
4-Si tu perro no es un nadador de competición pero le encanta el agua
tienes un montón de accesorios para ayudarle en esta actividad, como los
arneses de natación y los chalecos salvavidas especialmente diseñados
para perros.
Además tanto para los nadadores olímpicos como para los amateur, recuerda que:
Un baño en el mar con tu perro puede ser de lo más divertido pero bañarse tiene también sus riesgos, así que para tener buenos recuerdos de vuestros días de playa
no permitas que el perro nade demasiado lejos de ti, mantén corta la
duración de los baños y, si hay medusas u otros peligros en el agua, es
mejor que os quedéis jugando en la orilla. Os bañaréis otro día.
Si lo que planeas es bañarte en la piscina, no olvides adquirir una
rampa para que el perro pueda salir del agua cuando esté cansado de
tanto nadar.
Además, tras el baño sécalo bien y, si os habéis bañado en la playa o
en la piscina, una vez en casa acláralo con agua dulce: te ayudará a
eliminar los restos de sal o cloro que pueden dañar la piel y el pelo.
Y con esto ya lo sabes todo. Preparados, listos, ¡a nadar!.
Doctorada en Veterinaria y Máster en Etología