¿Cómo saben los perros qué hora es? ¿Por qué el can parece
saber con exactitud que llega el momento del paseo o es tiempo de comer? Los
científicos desvelan este misterio: los perros huelen la hora gracias al
movimiento del aire y el cambio de olores a lo largo del día. En este
artículo se explica cómo los canes huelen el tiempo y cómo saben que su
humano está a punto de llegar a casa.
¿Los perros saben la hora que es? ¡Sí, gracias a su
hocico!
Las 17:00 horas. El perro comienza a mover la cola como si
de unas maracas se tratara. ¿Cómo ha adivinado qué hora es y que ha llegado el
momento de servirle la merienda? La mayoría de las personas que comparten la
vida con estos animales se hacen la misma pregunta. ¿Cómo sabe Lucas que es la
hora del paseo? ¿Cómo ha podido adivinar Ada que su comida se le servirá dentro
de dos minutos? ¿Es que acaso los canes pueden leer la hora?
La científica Alexandra Horowitz, fundadora del Laboratorio de
Conocimiento del Perro, de la Universidad de Barnard (EE.UU.), da algunas
claves para responder esta cuestión. "Cada día tiene un olor distinto y
cada hora también se caracteriza por un olor peculiar que los canes saben
identificar", explica Horowitz, autora de 'Ser
un perro' (Being a Dog, 2016), donde detalla en profundidad su
teoría acerca de los perros y la cronología. ¿Cuál es su conclusión? "Los
canes huelen el tiempo", afirma.
¿Los perros huelen el tiempo?
En cuestión de narices, los perros dan mil vueltas a los
humanos. No es extraño, que haya canes
capaces oler el cáncer, que los perros huelan -y rescaten- personas en
áreas de catástrofes y que incluso haya canes
que huelan el dinero negro. Mientras que los humanos somos criaturas
visuales, los perros son animales olfativos. "Los canes
son capaces de oler qué hora es, porque capturan las moléculas de aroma
que transporta el aire en movimiento, las analizan y las colocan en el tiempo",
aclara Horowitz en una entrevista en Fresh Air.
El olor de una habitación cambia a lo largo del día. La
explicación es que las corrientes de aire ayudan a intensificar o amortiguar
determinados aromas. ¿Cómo funciona este mecanismo? Es sencillo: el aire
caliente oloroso tiende a subir hacia las paredes y a ser reemplazado por el
aire más frío que estaba arriba. "Si fuéramos capaces de visualizar el
movimiento del aire en casa, seríamos capaces de visualizar el paso del tiempo
por cómo varía el olor a lo largo de las horas", comenta la científica.
Aunque los perros tampoco ven estos movimientos de aire,
resulta que sí los huelen. Y no solo eso. La intensidad del olor varía con el
paso del tiempo. Así, un olor intenso será probablemente un olor nuevo, recién
producido; mientras que un aroma más débil será más antiguo, de hace unas
horas. "De esta forma, los canes huelen el tiempo e incluso pueden
anticipar el futuro", dice Horowitz. Si durante el paseo, una brisa de
aire trae un olor nuevo, es probable que el perro ya sepa qué le espera una vez
que cruce la esquina. Y también sabrá cuándo su dueño llega al hogar antes de
que abra la puerta.
¿Cómo huelen los perros el tiempo?
El hocico canino esconde el misterio de por qué los perros
huelen tan bien. "Los canes tienen 220 millones de células olfativas en
su hocico, mientras que los humanos solo tenemos cinco millones",
compara Julio E. Correa, profesor del departamento de Ciencias Animales de la
Universidad de Alabama (EE.UU.).
Y no solo tienen más células olfativas, sino que también son
más variadas que las que poseen las personas, por lo que la información
que captan los perros es más compleja: huelen más y distinguen un mayor número
de olores.
Pero no todo son números cuando se trata de narices
perrunas. La humedad del hocico también les ayuda a atrapar las
moléculas olorosas con mayor eficacia y también las hace llegar al cerebro
antes.
Y aún hay más. Los canes tienen lo que los científicos
llaman un "olfato en estéreo", que guarda similitudes con el
funcionamiento de los equipos musicales. Cada una de sus fosas nasales trabaja
de forma independiente, lo que le proporciona una mejor imagen olfativa del
mundo, casi en tres dimensiones. Así, el perro huele qué olor es, cuál es su
intensidad y de dónde procede. ¿Conclusión peluda? El tiempo es cuestión de
narices.
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