Sylvester Stallone es toda una leyenda en Hollywood. A punto
de cumplir los 70 el próximo seis de julio, el actor está de actualidad
estos días porque no para de recibir premios por su trabajo en Creed: La leyenda de Rocky,
la séptima entrega de la saga sobre el boxeador más famoso de la
historia del cine que se estrena en las salas españolas este 29 de
enero. Primero fue en los Globos de Oro, donde subió al escenario
alzándose como mejor actor de reparto, luego han sido los Critics’ Choice los
que se han rendido ante el intérprete y, entre los premios que se
avecinan en las próximas semanas, el Oscar sería el más maravilloso
colofón.
En total, ya han pasado 40 años desde que Rocky lo
lanzara al estrellato. Pero antes de tocar el cielo con esta película,
Sylvester Stallone sufrió, y mucho, para hacerse un hueco en el cine. En
1975, con poco más de cien dólares en el banco y casado con Sasha
Czach, estaba acostumbrado a ser rechazado por las agencias de cásting.
Su sueño era ser un actor de primera y no quería dedicarse a nada más,
pese a que su mujer le insistía en buscar un oficio estable. Su amigo
más fiel era su perro Butkus, un bullmastiff al que apenas
podía alimentar. Cuando las cosas se pusieron realmente mal y Stallone
llegó incluso a robar las joyas de su esposa para venderlas, no tuvo más
remedio que deshacerse de su mascota. Se fue a una tienda de licores y
un desconocido le ofreció 25 dólares, un dinero escaso que aceptó a la
desesperada. El intérprete ha asegurado en más de una ocasión que ese
fue uno de los peores días de su vida y que se marchó del local entre
lágrimas.
"Este soy yo y Butkus de cachorro, ambos éramos delgados, estábamos
hambrientos y vivíamos en un departamentito arriba de una parada del
metro. Solía decir que ese departamento tenía agua y cucarachas; de
cualquier forma no había mucho que hacer, excepto pasar el tiempo uno
con el otro. Fue entonces cuando aprendí a escribir guiones. Ya que
nunca salía, pasaba todo el día con él, y de hecho fue su idea escribri
Rocky, pero no le digan a nadie… Años después, cuando las cosas se
pusieron peor, lo tuve que vender por 40 dólares en frente de un
7-Eleven, porque no podía comprar comida. Entonces, como un milagro
moderno, el guion de Rocky se vendió y pude comprarlo de nuevo; pero el
dueño, que sabía que estaba desesperado, me lo vendió en 15 mil dólares…
Él valía cada centavo”.
Es interesante en mi evolución personal con perros… este soy yo con mi
increíble canino BUTKUS, en Nueva York, muchos años antes de que Rocky
fuera una idea en mi cabeza. Completamente quebrado y obviamente
pobremente vestido y algo hambriento, haciendo nuestras cosas en la
“calle”… Pero desde entonces he sido exitoso y muy bendecido, ¡de alguna
manera extraño esas caminatas grandiosas por las mañanas con mi amigo
de cuatro patas! Literalmente pasamos 24 horas al día juntos,
inseparables; podría decirse que eramos los mejores amigos. Lo amaba, y
seguramente nunca encontraré un perro como él otra vez”.
Absolutamente amo imágenes como esta. Cuando tenía 26, completamente en
quiebra, yendo a ningún lado, pero MUY rápido, solo tenía un par de
pantalones que apenas me quedaban, zapatos con agujeros y sueños de
tener éxito que se veían tan lejos como el sol… pero tenía a mi perro
BUTKUS, mi mejor amigo y confidente, quien siempre se reía de mis
chistes y me ponía de buen humor. Era el ser vivo que me quería por lo
que era”.
Dos semanas más tarde, Stallone acudió a ver un combate entre Muhammad Ali y Chuck Wepner en Ohio. Wepner, apodado El Sangrador de Bayonne,
era un boxeador de 37 años, sin ningún título importante a sus espaldas
y en el ocaso de su carrera, que resistió hasta el decimoquinto y final
asalto dejando a todos los asistentes con la boca abierta. El árbitro
dio la victoria a Ali por KO técnico, pero el ganador moral de la pelea
fue realmente Chuck, que tuvo la oportunidad de demostrar al mundo que
un ‘perdedor’ como él podía llevar a la lona al considerado mejor
boxeador de todos los tiempos. Esta hazaña inspiró al actor para
escribir el personaje de Rocky.
El guión lo tuvo listo en poco más de veinte horas, sin apenas
dedicarle tiempo al sueño. Así nació la historia del célebre “semental
italiano”. El siguiente paso era vender el libreto. Tras picar algunas
puertas sin éxito, los productores Irwin Winkler y Robert Chartoff
vieron potencial en las palabras de Stallone y le ofrecieron 125.000
dólares por su historia, una cantidad nada desdeñable vista su precaria
situación económica. Sin embargo, Sly quería protagonizar a toda costa
la película y no cejó en su empeño por conseguirlo. Los productores
llegaron incluso a barajar la cifra de 350.000 dólares por el texto,
pero no querían ni oír hablar de la posibilidad de considerar a Stallone
como Rocky . Preferían nombres de peso como los de Robert
Redford o Ryan O’Neill, verdaderas estrellas de la época. La testarudez
del actor no les dio tregua y al final accedieron a darle el papel
principal a cambio de pagarle solo 35.000 dólares por su guión.
Con
el dinero en mano y los ánimos a tope por tener más cerca que nunca su
sueño, lo primero que hizo Stallone fue intentar recuperar otra vez a su
querido Butkus. Regresó a la tienda de licores y esperó tres días a que
apareciese el hombre al que había malvendido el can. Le explicó los
motivos por los que se había desprendido de él y le rogó que se lo
revendiera. Al individuo no se le enterneció el corazón tras escuchar el
emotivo relato. Más bien todo lo contrario. Se negó en rotundo y no
soltó al animal hasta que Stallone le puso sobre la mano 15.000 dólares.
Sin duda, un tipo que sabía hacer negocios. Y Sylvester feliz -pese a
desembolsar una más que generosa suma- por tener de vuelta otra vez a su
preciado perro.
Butkus también tuvo sus minutos de gloria tanto en Rocky como en Rocky II, ejerciendo de mascota del púgil (en los títulos de crédito aparece como Butkus Stallone).
De hecho, para abaratar los costes de producción, algunos familiares de Sly, como su padre y su hermano, trabajaron en el filme que dirigió John G. Avildsen. Rocky
se estrenó el 21 de noviembre de 1976 con un gran éxito de crítica y
taquilla y obtuvo tres de los diez premios Oscar a los que estuvo
nominada (película, director y montaje).
Butkus, que estuvo al
lado de su dueño en sus momentos más bajos y también cuando alcanzó la
fama, murió de un ataque al corazón en 1981.