Pero, ¿cuáles son los principios básicos para una correcta sociabilización?
Antes que nada, es necesario prevenir situaciones que puedan ocasionar estrés al cachorro y, como consecuencia, conseguir el efecto contrario que perseguimos. Es decir, cuando el cachorro vaya a ser expuesto a una nueva situación tenemos que tenerlo todo bajo control. Hay que protegerlo de situaciones que puedan provocarle miedo y evitar así que se esconda o gruña como respuesta.
No debemos dejar que todo el mundo se acerque de forma indiscriminada y de cualquier modo. Pediremos a diferentes personas que se acerquen suavemente y sin movimientos bruscos. Cuando llevemos a cabo la sociabilización con personas, no impondremos a ninguna de ellas, pediremos su colaboración. La mayor parte de la gente estará encantada de ayudarnos.
Los paseos son una buena ocasión para presentar nuevas situaciones a nuestro cachorro. Sin embargo, en un principio, evitaremos los parques para perros. Para prevenir cualquier problema de salud, no dejaremos que huela las heces de otros ni que juegue con perros de los que desconocemos su estado de salud o que muestren actitudes agresivas. No podemos introducirlo en un grupo grande de perros si no lo hemos sociabilizado previamente con grupos pequeños. Es importante que todo se haga poco a poco. De menos a más.
Podemos usar la voz, caricias e incluso premios de comida o juguetes cuando nos regale conductas positivas, así reforzaremos este tipo de comportamientos. Evitaremos el regaño o cualquier forma de castigo. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, ignoramos comportamientos no deseados y premiamos los deseados. El perro entiende perfectamente nuestro lenguaje corporal y las señales que enviamos, por lo tanto, seremos cuidadosos con estas señales para evitar reforzar conductas inadecuadas.
Reconocer las señales que nos muestra el cachorro es imprescindible para una buena sociabilización. Nos ayudará a no crear situaciones de frustración y evitar futuros miedos e inseguridades. Cuando manifieste que está asustado, evitaremos los mimos y las palabras de consuelo, hacerlo no impedirá que deje de tener miedo, todo lo contrario, estaremos reforzando que muestre temor cuando se presente nuevamente la situación que originó el miedo la primera vez.
Aunque la etapa sensible finaliza aproximadamente a las 16 semanas, la sociabilización no termina aquí. Es cierto que es, en esta fase, cuando sentaremos las bases de un buen comportamiento, sin embargo, los propietarios tendrán que seguir fomentando y reforzando las habilidades sociales del cachorro y todo lo aprendido a lo largo de toda su vida.
Artículo escrito por Mónica Saavedra Pazos, Educadora Canina y Terapeuta del Comportamiento de la Escuela de Cachorros y Perros UCM.