Parece que el sobrepeso no es solo un mal humano que va en aumento, sino que nuestros perros, cada vez más humanizados, van incluyéndolo entre sus trastornos más frecuentes.
Se considera que un perro tiene obesidad cuando su peso corporal supera el 20-30 por ciento de su masa corporal (esto depende de las características del propio perro) y se trata de una enfermedad multifactorial,
es decir, que intervienen diversos factores, tales como la raza, la
edad, el sexo, la castración, los tratamientos contraceptivos, las
enfermedades endocrinas, los medicamentos y determinados hábitos, como
el sedentarismo.
La mejor forma de luchar contra la obesidad es prevenirla, pero si hay que poner un tratamiento porque ya hay sobrepeso, se debe hacer cuanto antes, ya que los perros obesos tienen una esperanza de vida menor y padecen trastornos osteoarticulares irreversibles;
además, este tipo de enfermedad hace que el perro no quiera hacer
ejercicio, con lo que entra en un círculo vicioso del que es
prácticamente imposible salir.
También hay que luchar contra la obesidad porque suele ir unida a la diabetes, ya que el sobrepeso modifica el metabolismo y favorece la resistencia a la insulina. Asimismo, el sobrepeso disminuye la capacidad inmunitaria,
produce desequilibrios hormonales, aumenta el riesgo de tumores de mama
y los problemas de piel, entre otros de diversa gravedad.
El origen del sobrepeso está en el desequilibrio entre la cantidad de energía que se ingiere y la que se gasta, por lo que para mantener el peso ideal es necesario proporcionar el alimento con el aporte calórico adecuado, controlar la ración diaria y mantener cierto nivel de actividad.
Cuando el perro tiene sobrepeso es necesaria una dieta específica de
adelgazamiento, con un alimento cuyo aporte energético sea restringido,
que hay que combinar con el aumento del ejercicio diario y un
cumplimiento estricto de la ración.
Las características del alimento para perder peso son muy importantes. Así, debe facilitar un menor aporte energético, para lo que se baja el nivel de grasa, que es la principal fuente de energía, y se añade L-carnitina,
que favorece la combustión de las grasas. No obstante, se pueden
aumentar las proteínas, que son menos energéticas que la grasa y ayudan a
mantener la masa muscular, o se puede aumentar la fibra, que es la que
menos energía aporta y aumenta la sensación de saciedad.
A este respecto, para que sea más fácil seguir el racionamiento establecido y evitar que reclamen comida entre horas, algunas dietas de obesidad proporcionan una mayor sensación de saciedad,
lo que se consigue incorporando altos niveles de fibras de distintos
tipos e incluyendo el psyllium y otras fibras con gran capacidad de
absorber agua.
Otro aspecto a tener en cuenta en un alimento destinado a la pérdida de peso es que la ración sea más voluminosa, lo que se consigue con la densidad baja de las croquetas.
Dado que en los animales obesos se produce una mayor sobrecarga articular, es interesante que los alimentos para el control del peso incorporen condroprotectores
(glucosamina y condroitina). Por otro lado, aunque se reduzca el nivel
de grasa, el aporte de ácidos grasos y de vitaminas debe ser adecuado
para mantener el buen estado de la piel y el pelo.
Finalmente, lo que pone la guinda a un buen alimento adecuado para el control de la obesidad es su palatabilidad, máxime porque con frecuencia los perros obesos están acostumbrados a tomar todo tipo de alimentos suculentos.
Como se trata de una patología, nuestro consejo es que el proceso de pérdida de peso lo supervise un veterinario,
ya que no se debe perder el peso a mucha velocidad si este es muy alto.
No obstante, ningún tratamiento tendrá eficacia si no hay una implicación sincera del propietario y de todo el entorno del perro.