Cuando la hembra acaba de ser madre, necesita algunas atenciones y
cuidados extra para ayudarla en su recuperación con los exigentes
requerimientos que conlleva la maternidad. Alimentación específica, higiene, seguimiento veterinario y tranquilidad son algunos de ellos
1. La madre requiere el doble o hasta el triple de calorías.
En comparación con otros animales en edad adulta, las
perras que se encuentran en gestación y lactación tienen unos
requerimientos nutricionales más exigentes. Por tanto, su alimentación
debe adaptarse a este nuevo estado fisiológico con el fin de cubrir las
nuevas demandas calóricas de la de la hembra y satisfacer el suministro
de leche materna a los hambrientos cachorros. Las exigencias
nutricionales de los pequeños son constantes, ya que, recién nacidos
pueden llegar a mamar cada tres o cuatro horas día y noche. Este desafío
metabólico de la madre es especialmente importante en el caso de
camadas numerosas.
Durante el postparto no bastará con su pienso
habitual de mantenimiento, que resulta insuficiente. El alimento
específico debe ser completo, rico en nutrientes y fundamentalmente
adaptado a las nuevas necesidades de energía, ya que las hembras
requieren el doble o el triple de calorías que en situación de mantenimiento.
El
pico de lactación se produce a las tres o cuatro semanas después del
parto. Tras él, se comienza a suministrar alimentación semisólida o
sólida a la camada. A medida que los cachorros comiencen a consumirla,
la producción de leche por parte de la hembra decaerá.
Una alternativa óptima sería un pienso formulado para alta actividad o “alta energía”, siendo el pienso para cachorros
otra buena opción, ya que es muy adecuado para hembras en el último
tercio de la gestación y durante la lactancia. Un alimento bajo en
energía ocasionará en una pobre producción láctea y una disminución de
peso importante para la perra.
Durante la lactación, la hembra necesita comer a menudo, se le pueden ofrecer pequeñas dosis varias veces al día, o dejarle la comida a libre disposición (ad libitum) para que se alimente cuando ella lo desee.
2. Posibilidad de hidratación constante
Junto a la alimentación específica, hay que asegurar el consumo
adecuado de agua. La madre debe tener día y noche agua fresca
disponible, tanto para reponer el líquido perdido durante el parto como
para asegurar la producción de leche.
3. Evitarle cualquier situación de ansiedad
Es conveniente que dediquemos un tiempo a elegir el lugar adecuado para colocar el cajón paridera o el “nido” de la madre ya antes del parto.
Debería
ser en un lugar tranquilo, confortable y sin corrientes de aire, donde
no se vean molestados por el ruido o la luz excesivos, y que no sea en
un lugar de paso de la casa. La mayoría de las perras son tolerantes con
la presencia de su propietario cerca de los cachorros, pero pueden
ponerse muy nerviosas y protectoras si toda la familia o amigos están
cerca, y quieren visitar o coger en brazos a sus pequeños. La reacción
dependerá mucho del carácter y entorno de cada hembra.
Al
principio, hasta que toda la familia se acostumbre a esta situación, es
bueno que gocen de cierta tranquilidad, aunque no es conveniente colocar
la paridera totalmente aislada del resto de la casa (en un garaje, en
el jardín o en una habitación, incomunicados). Es beneficioso que sigan
formando parte del núcleo familiar, en casa, con nosotros, para que la
socialización de los cachorros sea adecuada.
4. Higiene
Una vez nacidos los cachorros, es importante limpiar
bien la paridera de la perra, retirar cualquier resto de placenta u otro
material biológico que no hay sido ingerido por la madre, retirar los
periódicos, toallas, sábanas o mantas sucios (el material que hayamos
colocado en la base) y reemplazarlos por otros limpios. Mantener una
buena higiene del lugar donde están la madre y los cachorros es
importante para prevenir infecciones, se recomienda limpiarlo
diariamente, con productos que no resulten tóxicos para ellos (no usar
lejía ni amoniaco, por ejemplo).
Si es posible, tras el parto,
lavar con agua tibia la vulva de la perra, y secarla muy bien. Es
posible que en las primeras horas la madre se resista a dejar solos a
sus cachorros, aunque sea solo por unos minutos. Es conveniente animarla
a que salga del “nido” para hacer sus necesidades, extremando las
precauciones si tiene contacto con otros perros, para que no le
transmitan ninguna posible enfermedad o parásitos.
5. Control veterinario
El puerperio constituye un gran reto para el organismo
de la madre, por ello hay que estar atentos para que no surjan
complicaciones. Hay que vigilar que no tenga fiebre, que esté limpia y
bien aseada para prevenir infecciones (más vulnerable a ellas tras el
parto); que muestre un comportamiento maternal con los cachorros (en
caso de que los rechace, sea descuidada o torpe con ellos, o se muestre
agresiva hacia los pequeños, deberemos intervenir). Si se observa que de
repente deja de interesarse por sus hijos, suele ser una señal de que
algo no va bien.
La revisión diaria de sus mamas también es importante para identificar precozmente la presencia de la temida mastitis.
Esta patología consiste en una inflamación de las glándulas mamarias
provocada por una infección bacteriana, es muy dolorosa para la perra,
afecta tanto a su salud como a la producción de leche. Si se trata rápidamente
no debería representar un problema grave, pero si no se hace puede
resultar fatal. Asimismo, hay que revisar la vulva periódicamente para
comprobar que no existe signo de infección o secreción de flujos con
presencia de pus, malolientes o que indiquen que puede haber una
metritis post-parto (infección uterina).