La hiperlipidemia consiste en un nivel elevado de lípidos –grasas– en la sangre. Muchas personas tienden a extrapolar lo que ocurre en los humanos, la relación que existe entre las grasas de la dieta y la aparición de arterioesclerosis u obstrucción coronaria, a sus mascotas. Esto no es así, la metabolización de las grasas es muy diferente entre humanos, perros y gatos.
Cuando los triglicéridos o el colesterol se elevan puede deberse a orígenes genéticos o porque exista otra enfermedad que lo provoque. Existen estudios sobre un defecto congénito en el metabolismo de los lípidos en algunos Schnauzer miniatura y Beagles, o en algunos gatos debido a la alteración heredada de una enzima, que en consecuencia eleva los niveles de triglicéridos y colesterol.
Cuando el nivel de lípidos es alto, el tratamiento tradicional y efectivo es una dieta baja en grasas, tanto para la forma primaria (hereditaria) como para la secundaria a otras enfermedades. Sin embargo, esto no quiere decir que este tipo de dieta sirva como prevención en un animal sano, como ocurre en la especie humana. Para perros o gatos adultos que lleven una vida sedentaria basta con administrar una dieta equilibrada y adecuada a su gasto energético.
De nuevo recordamos que los perros y gatos no son personas, y que su metabolismo y fisiología, además de sus requerimientos nutricionales, son diferentes según la especie. De todos modos, al igual que ocurre en los humanos, las grasas insaturadas, ricas en ácidos grasos esenciales como los omega3 y omega6 son más digestibles y saludables que las saturadas. Por ello el aporte de aceites de pescado, krill y algunos de origen vegetal, como el de lino, es muy importante para la salud de nuestras mascotas.