Normalmente, los ataques de hipo son leves y se detienen solos, o tras beber agua, en aproximadamente el 90% de los casos. Es algo bastante común en perros pequeños o en cachorros, de los que se dice que pueden tener hipo en el vientre materno.
¿Qué puede provocar el hipo en mi perro?
Hay muchas situaciones que pueden provocar hipo a tu perro :
Comer muy rápido: si tu perro es de los que se lanzan a comer con hambre ‘canina’ y devora rápidamente su tazón, tiene muchas posibilidades de tener ataques de hipo.. En este caso, para prevenirlo, puedes fraccionar sus raciones de comida. En los perros para los que los ataques son frecuentes después de las comidas, las raciones se pueden distribuir en tres o cuatro tomas diarias. También hay cuencos que, por su forma, evitan que el perro engulla la comida demasiado rápido.
La excitación excesiva o incluso el estrés también pueden causar hipo. En este caso, será necesario asegurarse de calmar al perro, desviar su atención, incluso aislarlo en algún lugar tranquilo durante un rato.
El frío puede ser otra de las causas, sobretodo en los cachorros o en perros pequeños.
Un problema respiratorio no diagnosticado, como el asma, también podría ser causante del hipo.
¿Cuándo debería preocuparme?
Ten cuidado con el hipo, porque más allá de ser un síntoma de estrés de tu perro, puede ser síntoma de una patología (parásitos intestinales, insuficiencia renal, trastorno del tracto digestivo, etc).
Si tu perro tiene hipo a menudo o si los ataques duran más de 24 horas, y si has notado además pérdida de apetito, apatía, vómitos o diarreas, acude cuanto antes al veterinario, para poder determinar el origen de este problema.
No dudes en acudir al veterinario para que realice el control y las pruebas necesarias.