Generalmente son artrópodos: insectos o arácnidos. Suelen afectar menos a nuestros gatos por vivir normalmente en nuestras casas y estar menos expuestos. Dentro de los parásitos externos o ectoparásitos tenemos:
Pulgas
Están activas todo el año, aunque en primavera y verano sean las estaciones con mayor población. Provocan intenso picor, inflamación de la piel y posible pérdida de pelo. Además, las pulgas pueden trasmitir la Bartonelosis. La Bartonelosis, o enfermedad del arañazo del gato, se origina por la bacteria Bartonella. Puede afectar también a humanos. Entre los síntomas de ésta están la endocarditis, hemorragia nasal, alteraciones óseas y neurológicas, daños hepáticos y en el bazo… Y lo peor de todo, no tiene cura, por lo que una vez más, el mejor tratamiento es la prevención.
Otras enfermedades que pueden contagiar las pulgas son la Enfermedad de Lyme, la tenia canina o Dipylidium caninum o la peste negra. Esta última es menos probable pero aún sigue presente en ratas y si una pulga ha picado previamente a una rata contagiada, al picar a tu perro le contagiará.
Son muy prolíficas, una pulga hembra puede llegar a procrear mil pulgas en 21 días y sobrevivir hasta 10 meses. Además, las pulgas adultas que pican a nuestros perros solo representan el 5% del total, habiendo que añadir los huevos, las larvas y los capullos. Es por esto que es difícil su erradicación y los veterinarios insistimos en el tratamiento regular, con antiparasitarios internos y externos y revisiones regulares a tu perro.
Garrapatas
Afectan muy poco a los gatos. Las garrapatas trasmiten bacterias que pueden provocar enfermedades graves, como la Borreliosis o enfermedad de Lyme, cuya bacteria responsable es la Borrelia; la Babesiosis causada por Babesia o la Ehrlichiosis por la Ehrlichia.
Ácaros
Los ácaros son una subclase de arácnidos, se han descrito decenas de miles de especies y se estima que hay más aún sin descubrir. Los cuatro tipos de ácaros más importantes como parásitos de los animales de compañía son: Sarcoptes scabiei, Notoedres cati, Otodectes cynotis y Demodex spp. Los cuatro pueden dar lugar a infestaciones que podrían causar una afección cutánea grave denominada sarna. Nombraremos los más comunes:
Otodectes cynotis
Ataca sobre todo a los gatos aunque puede darse también en perros, ratas, conejos y hurones. Causa una infección en la oreja denominada otocariasis, sarna otodécica o sarna de la oreja. Vive en el pabellón de la oreja y se alimenta de la secreción de glándulas del conducto auditivo y de los restos epidérmicos del mismo, provocando su irritación y la aparición de una secreción de color pardo negruzco que está formada por sangre, cerumen y exudados en la cual se comienzan a desarrollar bacterias formándose unas costras en el oído que provocan que el animal se esté rascando continuamente esa zona, pudiendo dejarla sin pelo.
Si el cuadro se complica o se tarda en atender, puede llegar a haber infección bacteriana y/o fúngica que podría ocasionar fiebre, depresión, y un desagradable olor en las zonas afectadas. En el caso de una infección grave, el ácaro puede extenderse al resto del cuerpo. El Otodectes cynotis puede sobrevivir en el ambiente hasta 12 días.