Tú tienes nombre, apellidos, DNI, pasaporte, dirección... eres una persona y como tal estás identificada. A nosotros los humanos nos parece lo más normal del mundo e incluso a veces un poco pesado rellenar tantos datos de forma habitual. Pero nunca nos paramos a pensar el significado de tener identidad, o mejor dicho, las consecuencias de no tenerla. Existen seres, en concreto animales, sin identidad. Seres invisibles por los que nadie se preocupa, ni siente, ni importan a nadie. Sin embargo, estos animales también sufren, sienten dolor y agradecen el cariño cuando tienen el privilegio de conocerlo.
Hay una imagen que siempre me impacta mucho y me lleva a reflexionar sobre este hecho que estoy describiendo. Dicha es cuando veo un animal atropellado y muerto tirado en el arcén de una carretera o en una cuneta. Un animal que pasa completamente desapercibido para los ojos de la mayor parte de los conductores y para la sociedad en general. Un ser por el que nadie se preocupa, por el que nadie jamás preguntará por el simple hecho de que la forma de su cuerpo es diferente a la nuestra. Un ser que da igual si existe o no existe, por el que nadie llorará cuando no regrese.
Por eso es tan importante intentar darles la mayor dignidad posible y eso, en gran parte, va unido a la identidad. Puede parecer una tontería, pero ponerle un nombre a un animal callejero por ejemplo, o saber simplemente de su existencia y preocuparte por su bienestar, ya es colocarlo un escalón más arriba de donde suelen estar. El hecho de poner conciencia a dar visibilidad a todos los animales, independientemente de cual sea su situación, permite dotarles de derechos básicos como son la identidad y en consecuencia la dignidad. De esa manera podrán ser tenidos en cuenta de cara a proporcionarles el bienestar que todo ser merece y necesita.