¿Alguna vez te has maravillado de lo diferente que es tu perro de su ancestro más cercano, el lobo ? Si no, imagina un lobo, y luego imagina un perro con orejas caídas, una pequeña mancha de pelaje blanco y una cara de bebé (cachorro). La diferencia puede explicarse en parte por un fenómeno conocido como síndrome de domesticación.
Un estudio de 2014 publicado en la revista Genetics revela que "síndrome de domesticación" es un término que Charles Darwin acuñó para describir su descubrimiento de que "los mamíferos domesticados poseen un conjunto distintivo e inusual de rasgos hereditarios que no se ven en sus progenitores silvestres". El síndrome no es exclusivo de mamíferos como perros, conejos, zorros, cerdos, caballos u ovejas. También se ha observado en aves domesticadas e incluso en peces.
Los científicos, incluido Darwin, han estado desconcertados durante mucho tiempo por el motivo por el cual los animales domésticos tienen muchas características y comportamientos similares. Éstas incluyen:
Despigmentación (manchas blancas, regiones marrones)
Orejas caidas
Orejas más pequeñas
Hocicos más cortos
Dientes más pequeños
Comportamiento dócil
Capacidad cerebral o cerebro más pequeño
Ciclos estrales más frecuentes
Comportamiento juvenil
Colas enroscadas
Según los autores del estudio Genetics, cuando ciertas especies son domesticadas con el objetivo de domesticarlas, se producen cambios genéticos que afectan a un grupo de células madre embrionarias llamado cresta neural.
Las células de la cresta neural se forman cerca de la médula espinal de los primeros embriones de vertebrados. A medida que el embrión se desarrolla, las células viajan a otros lugares del cuerpo y crean diferentes tipos de tejidos, incluidas las células pigmentarias, partes de la cabeza (cráneo, mandíbulas, dientes, orejas) y las glándulas suprarrenales, que son responsables de la lucha o respuesta de vuelo. Las células de la cresta neural también participan indirectamente en el desarrollo del cerebro.
La falta de miedo a los humanos comenzó como una anomalía celular
Según el coautor del estudio Adam Wilkins de la Universidad Humboldt de Berlín:
“Cuando los humanos criaron a estos animales para domesticarlos, es posible que hayan seleccionado inadvertidamente aquellos con déficits leves de la cresta neural, lo que resultó en glándulas suprarrenales más pequeñas o de maduración lenta. Entonces, estos animales tenían menos miedo ".
Las anomalías de la cresta neural de las que habla Wilkins también podrían conducir a signos físicos de mansedumbre, y no todos buenos. Por ejemplo, las orejas caídas son una característica atractiva en perros y conejos, pero desafortunadamente, en realidad son el resultado de un cartílago de la oreja deformado. Los animales con orejas caídas y colgando junto a sus caras presumiblemente no oyen tan bien como aquellos con orejas erectas.
Los animales domesticados también parecen tener cerebros más pequeños que sus contrapartes en la naturaleza. La disminución del tamaño del prosencéfalo que se observa en la mayoría de los animales domésticos podría estar indirectamente relacionada con los cambios en la cresta neural.
Según Wilkins, “la domesticación de animales fue un paso crucial en el desarrollo de las civilizaciones humanas. Sin estos animales, es difícil imaginar que las sociedades humanas hubieran prosperado como lo han hecho ".