Hablar de cacas, pedos y pises nunca es agradable. Pero menos agradable es no afrontar los riesgos que conllevan para nuestro futuro inminente. La relación que tenemos con las heces es bastante breve y aséptica: los producimos, pulsamos un botón o estiramos una palanca y desaparecen, así de sencillo. Eso en el primer mundo, claro, porque en otras partes del planeta tener un váter en condiciones supone la diferencia entre vivir o morir.
Regularmente la naturaleza suele ser sabia y hacer su trabajo: los excrementos se descomponen y acaban sirviendo de nutriente para el suelo. O eso o aparecen otros seres vivos que hacen su trabajo de recogida, como las cucarachas, que eran las encargadas de mantener el entorno más o menos limpio de las gigantescas deposiciones de los dinosaurios. Pero, piénsalo bien, igual que no sería agradable vivir rodeados de montañas de heces, tampoco lo sería vivir junto a legiones de insectos del estilo de las cucarachas, ¿verdad?
Los dinosaurios tenían a las cucarachas y nosotros tenemos el alcantarillado, ¿qué hay de malo en esto? Unas cuantas cosas, y no sólo referentes a nosotros.
Por ejemplo, los excrementos de nuestros perros. En esta parte del mundo está socialmente aceptado que recogerlas del suelo es una buena costumbre, lo cual no quiere decir que todo el mundo lo haga. De hecho, entre el 20 y el 30% de los residuos que hay en las aguas urbanas de EEUU vienen de los excrementos de perros, entre el 10 y el 50% de las bacterias en el aire de cuatro Estados del país venían de la misma fuente y hay estimaciones de que con un centenar de perros defecando menos de dos días se podrían contaminar unos 25 kilómetros de cuenca acuífera ¿Por qué? porque un solo gramo de excremento canino tiene unos 23 millones de bacterias, así como nitrógeno y fósforo, y en EEUU los perros producen 10,6 millones de toneladas de excrementos. Calcula.
En lo referente a lo segundo resulta que las cacas de perro pueden ser anaeróbicamente procesadas, rompiéndose de esa forma con algunos materiales orgánicos y produciendo biogás -una notoria fuente de energía limpia- y un residuo sólido que sí vale para hacer compost -abono-. Sí, la palabra "biogás" igual te suena de que en tu ciudad hay autobuses que lo usan como combustible, igual que hay otros que usan la urea -que viene de la orina, otro excremento- para reducir el consumo de combustible y mejorar el rendimiento del motor.
Pero si hablamos de excrementos y metano hay que hablar, claro, de las vacas, otros animales muy cercanos a nosotros y que suponen una evidente amenaza ambiental. Bueno, en general todo el ganado emite metano, pero las vacas son las líderes en emisiones. Y, contrariamente a lo que se cree, no se debe a sus ventosidades, sino a los aires que emiten por la boca, con una tasa de 3-97%, según investigaciones (sí, las hay de todos los gustos)