Con este juego de palabras (Furry = peludo, Fairy = Hada: Cuento de pieles/hadas con final infeliz) ha bautizado el ilustrador de Medio Oriente, Saint Hoax, su nueva campaña contra el uso de pieles de animales.
Famoso por campañas como Happy Never After, en la que presentaba a las princesas Disney como víctimas de la violencia de género, Saint Hoax se ha bastado esta vez del uso de animales Disney para promover el rechazo al uso de pieles para la realización de prendas de vestir.
El autor ha querido aprovecharse de la personificación que se hace de personajes como Timón, Abú o Simba, como medio directo de concienciación, pues considera que tienden a recordarnos a humanos (por atribuírseles personalidad, emociones, historias etc.) y por lo tanto, si se presentan ensangrentados y torturados, confía en que las personas entiendan con mayor facilidad que no es comprensible usar la piel de los animales con fines comerciales. Para ello combina el pop art con un estilo duro, incluso cruel, al hacer uso de personajes asociados a la infancia y a la inocencia de los niños, presentándolos de una forma desagradable y contrapuesta a la esencia Disney, buscando así la máxima notoriedad e impacto.
"Es una campaña de sensibilización que cuestiona el destino de los personajes más queridos del mundo si hubieran sido parte de la industria del comercio de pieles. Los animales son golpeados, electrocutados, o incluso desollados vivos por su piel", comenta el ilustrador. Y es que Saint Hoax es consciente de los últimos datos recogidos por Anima Naturalis, una ONG que trabaja para la defensa animal en España y Latinoamérica: al parecer, más de 140 millones de animales mueren anualmente para mantener la industria peletera, siendo necesaria la muerte de 300 chinchillas, 250 ardillas, 60 a 80 visones y 12 a 15 linces... Para la realización de un solo abrigo.
La mayor parte de las granjas se encuentran en Europa (6.000), continente productor del 70% de la piel mundial de visón y el 63% de la piel de zorro. Por su parte, Estados Unidos se posiciona como el mayor exportador de pieles; y una vez estas son vendidas, pasan a ser tratadas y transformadas en prendas y complementos en países como Canadá, China, Hong Kong, Francia, Alemania, Rusia, Corea, Turquía, Japón, Ucrania, Estados Unidos, Grecia, Italia y España.
Afortunadamente, en Austria, Croacia y el Reino Unido, las granjas de pieles están prohibidas, y en Suiza existe una regulación tan estricta al respecto que se ha conseguido que no haya granjas de este tipo.