Si un perro pasa mucho tiempo solo se irrita, angustia y estresa. 
Demasiada soledad puede provocar falta de apetito, autoagresiones o 
destrozos del mobiliario. El perro no soporta la soledad porque es un 
animal social. En muchas ocasiones, la falta de tiempo en nuestra vida 
cotidiana, se traduce en perros que están demasiado solos e infelices.
 
Un perro, atado, encerrado, o sólo mucho tiempo, se ve privado de una de sus necesidades más importantes; el derecho a disfrutar de la compañía y el cariño de sus dueños. Y esta situación le provoca estrés e infelicidad, que se traduce, por ejemplo, en conductas destructivas con los objetos de la casa.
Es el animal quien avisa del problema de exceso de soledad:
 no come, hace sus necesidades por todas partes, está nervioso, celoso e
 irritable, destroza las cosas, se autolesiona. Todo ello, para llamar 
la atención de un dueño, que se ha equivocado de animal de compañía y 
que no entiende las necesidades de su perro. 
Las conductas compulsivas 
 
Las conductas compulsivas suelen ser fruto de traumas vividos por el animal y, en ocasiones, para normalizar la situación necesitan tratamiento farmacológico.
Los perros pueden tener este tipo de conductas por varias causas, como 
por ejemplo las experiencias traumáticas, como el abandono o los malos 
tratos, pero una de las causas más comunes es el exceso de soledad. Comprensión y paciencia
 son las mejores armas para ayudar al perro a superar estas conductas 
compulsivas, que se manifiestan de varias maneras; como los movimientos 
repetitivos o las autoagresiones. Pero en el caso de la soledad, también
 hay que solucionar el problema, a base de dedicar más tiempo al perro. 
Las conductas compulsivas pueden ser de varios tipos: 
- Las que afectan a la movilidad, como dar vueltas sobre sí mismo, 
perseguirse la cola, los movimientos repetitivos de un lado a otro, 
perseguir reflejos de luz, quedarse inmóvil, alejarse de manera 
repentina.
- Otro tipo de conductas compulsivas son las relacionadas con la boca.
 Es decir, morderse las patas, lamerse o rascarse de manera compulsiva, 
masticar ropa o comer sustancias inapropiadas e inusuales, como el yeso 
de las paredes.
- Las autoagresiones también se pueden presentar; puede atacar objetos, personas o mutilarse la cola.
- Los ladridos o aullidos continuos. El perro puede ver objetos 
imaginarios y permanecer con la mirada fija. Algunos expertos consideran
 estas conductas fruto de problemas neurológicos.
- Las conductas compulsivas se consideran una consecuencia del estrés o
 la frustración. Se cree que hay razas que tienen más disposición a 
padecerlas, entre las que se encuentran las de gran tamaño, como el 
Pastor Alemán, o el Bullterrier Inglés.  

 
El tratamiento de la conducta compulsiva pasa por:
- Detectar la causa que la desencadena.
- Intentar disminuir el estrés.
- Evitar castigos por parte de los dueños.
- Fomentar la actividad física.
- El tratamiento farmacológico en algunos casos, que prescribirá el veterinario, si lo considere necesario.  
 
 
Enfermedades físicas y psicológicas 
 
El perro puede sufrir dolencias físicas y también 
psicológicas. Su conducta y comportamiento requieren una atención 
especializada. Son los etólogos y adiestradores o psicólogos caninos 
quienes se encargan de esta disciplina, aunque un veterinario también 
está capacitado para atender este tipo de temas.
El perro puede estar bien educado y socializado, pero ante determinadas 
circunstancias, puede reaccionar de manera inadecuada e inusual y los 
dueños no saben cómo abordar el problema. Se puede comenzar por la consulta del veterinario para que nos aconseje, porque no hay que dejar de dar importancia a un cambio que afecta de manera negativa a la convivencia de la familia con el perro.
Es importante entender que el hacerse cargo de un animal, no sólo 
consiste en proporcionarle alimento, o atención veterinaria. Para que 
exista una convivencia satisfactoria, se le debe ofrecer cariño, 
compañía y hacerle sentir como un miembro más de la familia. Lo 
contrario no es tener un perro, sino maltratarlo. 
 
Comportamiento social de los perros 
 
Los perros tienen una conducta social muy parecida a la de los lobos. La
 unidad social típica de los lobos es la manada. El número de individuos
 que la forma varía según las condiciones ambientales. En el entorno doméstico, los perros se comportan con las personas, como si éstas fueran miembros de su manada.
Debido al proceso de domesticación y a los efectos de 
la socialización, cuando todavía es un cachorro, el perro es capaz de 
integrarse en la familia humana que lo acoge. De hecho, el perro 
considera a sus dueños miembros de la manada, y muestra hacia ellos 
pautas de conducta parecidas a las que usa con sus congéneres.
La mayoría de los problemas de conducta del perro tienen que ver con el comportamiento social.
 Por lo tanto, un buen entendimiento en este sentido es importante para 
conseguir una buena convivencia entre personas y perros. 
 
  
 
La importancia del grupo 
 
Los perros necesitan vivir en grupo como forma de sobrevivir ante las adversidades.
Es decir, para ellos el grupo supone poder sumar esfuerzos, por ejemplo, a la hora de cuidar de las crías y así, garantizan la eficacia reproductora del grupo y la supervivencia de sus genes. Los perros establecen una jerarquía social que sirve para regular la distribución de los recursos de la manada.
 La jerarquía es, de hecho, la base de la conducta social y de las 
relaciones del perro con otros congéneres, así como ocurre con el ser 
humano. 
 
Consejos
- 
Si no se puede dedicar tiempo a un perro para que no se sienta solo, es mejor elegir otro animal que no sea tan social.
 
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Un perro debe sentirse integrado en la familia con la que convive. 
Necesita cariño, caricias, pasear, jugar y tener compañía la mayor parte
 del día.
 
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Cuando se detecta en el animal cambios de conducta como: más 
nerviosismo, aumento o descenso notable del apetito, irritabilidad o 
conductas destructivas con el mobiliario de la casa, es recomendable 
consultar con el veterinario. 
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