Somos animales de costumbres y hábitos. Nos levantamos a la misma hora cada mañana, elegimos siempre la misma ruta hacia el trabajo (muchas veces vas sin darte cuenta, como en «piloto automático»). Y cada día tratamos de reservar al menos un rato para nuestros pasatiempos favoritos (ya sea machacarte en el gimnasio o hartarte a ver series hasta caer dormido en el sofá). Casi cada día, al menos de lunes a viernes, seguimos las mismas rutinas.
Estas rutinas y nuestros horarios nos proporcionan una sensación de calma, estabilidad o protección en nuestro día a día. Así que ¿te extraña que tu perro necesite algo similar? Nuestras mascotas anhelan ese mismo tipo de ritual. Para un perro tener una rutina establecida le reafirma que sus necesidades primarias (comida, agua y descanso) estarán disponibles siempre que las necesite. El simple hecho de saber que estas necesidades estén cubiertas genera equilibrio en el animal, evitando así la ansiedad o el estrés.
No importa lo bien que se trate a un perro, sin el refuerzo positivo que proviene de una rutina regular, la ansiedad y el estrés pueden surgir y provocar que actúe de maneras que pueden incluir ladridos incesantes, irritabilidad, que destruya a mordiscos el mobiliario, … y un sinfín de conductas no deseadas ni por tu mascota ni por ti.
¿Qué debemos hacer para evitarlo? Tanto si es un cachorro recién adoptado como si tratamos con un perro veterano, nada funcionará mejor que una rutina clara y estricta de comidas, paseos y descansos. Establecer una rutina efectiva no sólo ayuda a proporcionarle a tu perro una sensación de estabilidad, sino que le brinda confianza y tranquilidad, incluso cuando tu estás fuera de casa. Porque sabe que regresarás para darle de comer, jugar con él y sacarlo de paseo… como cada día.
Aquí van unas cuantas pautas para lograr que las rutinas y horarios te ayuden a tener un pero equilibrado y feliz:
Horarios de comidas regulares
Alimentar a tu perro a la misma hora cada mañana y cada tarde es una parte importante de su día y es algo que él realmente esperará con emoción. Piensa en la última vez que tuviste antojo de algo y no podías esperar para llevártelo a la boca (¿alguien dijo chocolate?¿pizza?¿y si pedimos comida china a domicilio?). Cada hora de comida es así para nuestro perro.
Y claro, cuando lo cambias o decides alimentarle más tarde, se convierte en un motivo de preocupación para él: ¿mi dueño me ha olvidado?¿he hecho algo malo y me está castigando?¿es que me voy a quedar sin comer? Imagina lo que pasa por su cabeza. Ten en cuenta que depende al 100% de nosotros para alimentarse. No es algo que él pueda controlar.
Establecer un horario fijo para cada comida es clave. Haz lo que sea necesario para cumplirlo siempre a rajatabla. Una hora de comida estructurada puede ayudar a reforzar los comportamientos positivos y también ayudar a mantener a raya el exceso de peso. Por eso son pocos los que ya recomiendan dejar comida o dispensadores disponibles durante todo el día, ya que son fatales para perros con tendencia al sobrepeso.
Pausas estratégicas para ir al baño
Si paseas regularmente a tu perro a primera hora de la mañana, poco después de comer y/o justo antes de irte a la cama vas a ayudarle a comprender que puede esperar para hacer sus «cosas» hasta que llegue ese momento del día.
Como sabe que el momento de aliviarse va a llegar es una preocupación menos para él. De hecho no sólo es bueno para él, ya que así también nosotros podremos dejar de preocuparnos por si al regresar a casa encontraremos un «regalito» en la alfombra nueva. Los perros esperan con alegría sus salidas para ir al baño. No lo olvides. Que éstas sean regulares darán regularidad a su estado de ánimo y también a la limpieza de nuestro hogar. A él no le importará esperar, aunque tenga ganas, porque sabe que el momento va a llegar. Esa es la clave de la regularidad de las rutinas.
Ejercicio que puede esperar
Pocas razas de perros rechazan un mínimo de actividad, incluso las más sedentarias y poco activas. Hasta el perro más amante de estar tumbado recibe con ilusión el estímulo mental y físico que supone para él salir a la calle.
Recuerda que no sólo es un alivio para tu perro, es su necesidad de quemar energía, de despejarse y de socializar incluso. Los paseos pueden convertirse en su momento favorito del día si los enfocamos debidamente. Ya que es el momento que comparten con el líder de su manada: Tú.
Un par de paseos diarios son perfectos para mantener a tu mascota y a ti mismo en forma. Le ayuda a quemar energía y así estará mucho más equilibrado. De manera que nos ayudará a combatir conductas destructivas con los muebles u otros objetos. Si convertimos los paseos en algo divertido, aprovechando para jugar con él, enseñarle algún truco, o llevándole a algún parque donde poder socializar con otros perros… tendremos un perro feliz y mentalmente descansado al llegar a casa.
Anticipar recompensas a tareas menos divertidas
Hay ciertas tareas que son necesarias y que pueden no ser tan estimulantes o agradecidas por nuestra mascota. Hablamos de los baños, el cepillado o la correcta revisión de su cuerpo cuando volvemos del campo o de algún parque donde podría haber garrapatas u otros parásitos peligrosos para él.
Si estas tareas son periódicas y las repetimos cada vez que es necesario el perro se acostumbrará a ellas y será más cooperativo. Pero si además las premiamos con su golosina favorita… pueden convertirse en «coser y cantar». Si el animal sabe que tras el engorroso cepillado espera ese ansiado trozo de salchicha… créeme, va a ser mucho más dócil. Puede llegar un momento en que incluso espere con alegría el día de baño si le premiamos debidamente tras el mismo.
Seamos realistas, no todas las rutinas son algo que tu can vaya a desear, pero muchas, como el veterinario, son más que necesarias. La rutina y los premios harán las cosas más fáciles para los dos…
La golosina más importante
Todos sabemos que las golosinas, los masticables y las galletas nunca deben formar parte de la dieta habitual de nuestra mascota, como tampoco otros alimentos prohibidos para perros. Por eso es esencial que nunca, nunca, nunca le des una de estas golosinas sin venir a cuento o de forma aleatoria.
Es fundamental acostumbrar al perro a que ese tipo de estímulos únicamente lleguen cuando ha llevado a cabo una determinada acción que tú le vas a premiar. No tiene que hacer el pino puente, obviamente. Basta con que haya hecho caso a tu llamada o a un comando como «sienta». O que no haya tirado del collar o ladrado durante el paseo aunque te hayas cruzado con otro perro que le ladraba a él. Puedes y debes premiar estas buenas conductas regularmente. Como una rutina más. Aunque no siempre debe ser con golosinas. Te aseguro que su mejor golosina es una caricia y una felicitación tuyas. Así que combínalas.
Tan necesario como pasear: Descansar
Al igual que en nuestras propias vidas, no toda la rutina de tu perro ha de ser tiempo de salidas, programación, horarios… ¿Es que muchas veces tu momento favorito del día no es cuando por fin te abandonas en el sofá? Pues bien, para él también es importante tener su descanso o su refugio del mundanal ruido. Que tenga un lugar para él en casa es crucial. Su camita o su manta, siempre en el mismo lugar. El lugar donde puede estar a gusto sin que los niños de la casa le molesten.
Tener ese lugar en el que refugiarse y descansar nos brindará de nuevo un perro equilibrado. Pues él mismo buscará su sitio cuando llegue el momento en que necesite descanso. Es el hecho de tenerlo si lo necesita lo que lo hace tan importante. Procura que nadie lo moleste cuando esté ahí.
Como decíamos más arriba, no hay mejor manera de obtener lo mejor de tu perro que adoptando un enfoque de entrenamiento consistente y rutinario. Al proporcionarle órdenes simples que puede cumplir y luego reconocerlo con una recompensa de su elección (golosinas, caricias o elogios), estableces una rutina positiva y expectativas que él puede comprender y corresponder.
La clave fundamental no es otra que la constancia: No confundas al perro con comandos diferentes para una misma acción. Premia siempre su cumplimiento (repito, no siempre con golosinas). Hay que ser coherentes con el perro. Que absolutamente todos los miembros de tu familia le eduquen con los mismos comandos. No es lo mismo «la patita» que «choca los cinco» o «saluda». Así que no le marees. Asegúrate de la coherencia en su entrenamiento.
Establecer cualquier rutina con tu mascota requiere tiempo y paciencia, pero las recompensas valdrán la pena. Te lo aseguro. ¿Quién no quiere una palmadita en la espalda o un plus de objetivos en su oficina? Pues tu perro también. Cuando haga un buen trabajo ¡felicítale debidamente!