Hace aproximadamente 28.000 años, el hombre de Neandertal coexistió con los humanos modernos (Homo sapiens). A diferencia de uno de los primeros antepasados del hombre, que convivía con lobos, el hombre de Neandertal no desarrolló una relación con los cánidos.
Según John Morgan Allman, en su libro “El cerebro en evolución”, el no haberse relacionado y socializado con lobos, puede haber sido el hecho responsable de la extinción del hombre de Neandertal. Al mismo tiempo, en la época en que los alimentos y la protección no estaban en absoluto garantizados, tal relación con los cánidos ayudaría a explicar la supervivencia de los seres humanos durante este período.
En los fósiles encontrados y el estudio del ADN del hombre de Neandertal, se descubre que tenía el habla limitada o nunca desarrolló la capacidad de hablar que tenemos los humanos. El psicólogo Phillip Lieberman desarrolló esta teoría después de analizar esqueletos de hombres de Neanderthal y darse cuenta de que no cabía un tracto vocal en su cuerpo.
Estudiando la presencia de perros en la vida humana, el Dr. Coren sugiere que los perros pueden haber permitido la evolución del lenguaje en los seres humanos. Esto se debe a que para ser capaz de hablar, el hombre necesitaba un rostro más flexible y sin hocico.
La posibilidad de cazar con armas redujo la necesidad de tener una mandíbula grande y fuerte en los seres humanos. Del mismo modo, con la ayuda de los perros, los humanos ya no necesitaban las estructuras faciales capaces de detectar olores. Esto proporcionó una mayor flexibilidad en el rostro humano y, a la larga, y permitió el desarrollo del habla.
El lenguaje es un factor importante en la evolución y el éxito de los seres humanos, y es responsable de la capacidad de la especie para formar grupos y transmitir el conocimiento de una generación a otra.