En esta imagen podemos observar un wombat de pelo áspero (Vombatus ursinus) cuya madre murió tristemente atropellada por un automóvil. Un buen samaritano pensó entonces en revisar la bolsa del marsupial muerto y encontró a Joey, de tan solo cuatro meses, dentro, todavía con vida.
Gimesy vio a una joven estudiante de veterinaria alimentar con un biberón al wombat huérfano. Cuando terminó de darle de comer la estudiante acercó su nariz a la de Joey en un tierno momento de unión entre especies.
El desarrollado sentido del olfato de los wombats rivaliza con el laboratorio químico que supone el hocico de los sabuesos, uno de las clases de perro con un sentido del olfato más agudo. De hecho, los científicos creen que estos animales emplean sus sofisticadas narices para orientarse en la noche y olfatear los excrementos de otros wombats.
Tal vez porque su nariz es tan sensible, Gimesy dijo que la cría de wombat en esta fotografía parecía disfrutar especialmente la sensación del contacto nariz con nariz, algo similar a los beneficios del contacto piel con piel de un bebé humano con su madre.