Dobrovolskaya siempre ha amado y cuidado a los animales. “De niña traía a casa cachorros y gatitos que habían sido tirados a la calle”, dijo. “Una vez traje un cuervo bebé que tenía un ala rota. Nada ha cambiado. Sigo amando a los animales con todo mi corazón y siempre intento ayudar a los que están en problemas”. Incorporó animales a su fotografía por primera vez en 2018 por casualidad. Llevaba unos meses haciendo retratos cuando recibió un mensaje de una mujer que organiza sesiones fotográficas en Moscú, ofreciéndole a Dobrovolskaya la oportunidad de participar en una sesión con un pollo y un cerdito enano. ¿Cómo podría resistirse?
“En mi trabajo”, dice, “quiero mostrar la belleza de los animales y su similitud con las personas. Matamos animales por su piel, talamos bosques, comemos mucha carne, contaminamos el aire y el océano. Con mis fotografías intento mostrar que tanto los animales domésticos como los salvajes pueden confiar y amar a las personas. Además, normalmente intento fotografiar a personas con animales similares: una niña con vitíligo con un zorro moteado, una niña con albinismo con un puercoespín albino, etc. Intento encontrar características comunes entre las personas y los animales para que las personas respeten más a los animales y hagan todo lo posible para minimizar el daño que causan a la naturaleza”.